Frivolidad
A medida que se acerca el d¨ªa se?alado para el choque de trenes, el p¨²blico solo piensa en tomar asiento con creciente expectaci¨®n
Parece que a gran parte del p¨²blico el proceso soberanista de Catalu?a le tiene sin cuidado. Harta de an¨¢lisis pol¨ªticos, de informes jur¨ªdicos, de amenazas veladas y de abiertos desplantes, la gente no cree que la independencia suponga un problema pol¨ªtico de extrema gravedad o un drama social de consecuencias desgarradoras o una convulsi¨®n territorial de efectos devastadores en la econom¨ªa. En realidad contempla el caso como un espect¨¢culo competitivo entre un presidente del Gobierno cazurro y un grupo de fan¨¢ticos soberanistas cuyo resultado azaroso no desmerece de cualquier final retransmitida por televisi¨®n, al que los espectadores asisten provistos de cervezas y bolsas de patatas. El n¨²mero bomba es el refer¨¦ndum que se anuncia para el 1 del pr¨®ximo octubre planteado como un desaf¨ªo al Estado. A medida que se acerca el d¨ªa se?alado para el choque de trenes, el p¨²blico solo piensa en tomar asiento con creciente expectaci¨®n. Ah¨ª es nada, dos convoyes que circulan por la misma v¨ªa en sentido contrario, uno pilotado por un conductor enloquecido, otro gobernado por un maquinista repantigado con absoluta pachorra en el coche cama. Mientras unos auguran una gran cat¨¢strofe y otros piensan que no va a pasar nada, los m¨¢s fr¨ªvolos solo desean que el espect¨¢culo sea excitante, que no decepcione a cuantos espectadores intentan asistir a una escena pol¨ªtica al borde del acantilado, puesto que el riesgo y el suspense es lo ¨²nico que cuenta en esta cuesti¨®n. Los independentistas catalanes parecen olvidar la lecci¨®n de Hobbes: el Estado es el Leviat¨¢n, un monstruo que destruye con su aliento a quien intenta desafiarle, consciente de que si pierde el desaf¨ªo desaparecer¨¢ como Estado. Pero esto ya no le importa a nadie. El p¨²blico cruza sus apuestas y toca palmas de tango deseando que empiece de una vez el espect¨¢culo.
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