Objetivo terrorista: la ciudad
Lo urbano es lo que odian los terroristas: un espacio abierto, democr¨¢tico y plural
Las ciudades, como parece confirmar lo tristemente sucedido en Barcelona, son el principal objetivo del terrorismo yihadista. Representan todo aquello que aborrece el salafismo violento: sociedades abiertas, democr¨¢ticas y plurales. Por ello, cuanto mayor es su carga simb¨®lica, m¨¢s atractivas resultan para multiplicar el impacto psicol¨®gico del terror y provocar reacciones desmesuradas de los gobiernos. A la espera de la confirmaci¨®n de la autor¨ªa del atentado en Catalu?a, conviene no bajar la guardia ante la nueva ofensiva en Europa protagonizada por yihadistas retornados de Oriente Pr¨®ximo, c¨¦lulas durmientes o individuos autorradicalizados, sobre todo ahora que la fantas¨ªa del califato en Siria e Irak se ha desmoronado.
El terrorismo puede tener muchas causas ¡ªtanto nacionales como internacionales¡ª, pero la mayor parte de los ataques suceden en centros urbanos, donde residen siete de cada diez europeos. A ello cabe sumar las crecientes dificultades que encuentran los aspirantes a terrorista para viajar a zonas de conflicto a fin de completar su programa de entrenamiento y adoctrinamiento; de ah¨ª que el proceso de radicalizaci¨®n sea fundamentalmente local. Ahora bien, ?qu¨¦ pueden hacer las ciudades para defenderse del extremismo violento? ?Hay espacio para que los gobiernos municipales act¨²en contra la yihad urbana o conviene confiar exclusivamente en la labor de las agencias estatales?
Pese a las enormes dificultades a las que ya se enfrentan, las ciudades pueden (y deben) actuar contra el extremismo islamista. La descentralizaci¨®n de programas de prevenci¨®n y la adopci¨®n de planes de acci¨®n local no son s¨®lo necesarias, sino tambi¨¦n una respuesta l¨®gica a la creciente radicalizaci¨®n de algunos conciudadanos. La administraci¨®n municipal conoce mejor su poblaci¨®n y sabe d¨®nde hace falta intervenir. El nivel de confianza de la ciudadan¨ªa tambi¨¦n tiende a ser mayor y el capital social resulta fundamental en las tareas de prevenci¨®n que requiere la colaboraci¨®n de los vecinos. La sociedad civil local tambi¨¦n dispone de una inteligencia muy ¨²til para el mapeo de las problem¨¢ticas que afectan a sus ciudadanos en riesgo de radicalizaci¨®n violenta. Es decir, se trata de que las ciudades integren y aprovechen el conocimiento acumulado del que ya disponen para mejorar su resiliencia o capacidad de adaptaci¨®n y recuperaci¨®n a shocks externos.
Y no es necesario reinventar la rueda. Basta con mirar lo que se hace fuera de nuestras fronteras. Los modelos m¨¢s citados son los de Arhus, en Dinamarca, o Malinas, en B¨¦lgica, pero existen otras iniciativas en las que inspirarse, y las ciudades ya est¨¢n compartiendo sus buenas pr¨¢cticas a trav¨¦s de redes internacionales (Strong Cities Network, European Forum for Urban Security, etc¨¦tera).
Los elementos fundamentales de esos planes de acci¨®n local son b¨¢sicamente tres. Primero, la pol¨ªtica de prevenci¨®n de la radicalizaci¨®n combina la pol¨ªtica social y la pol¨ªtica de seguridad. No se da un juego de suma cero entre asuntos sociales y cuerpos policiales, sino una alianza mutuamente beneficiosa. Segundo, las ciudades disponen de mesas multisectoriales y organismos de coordinaci¨®n en las que participan todo tipo de actores locales: desde educadores y trabajadores sociales a m¨¦dicos de cabecera, polic¨ªa y movimientos vecinales. La integraci¨®n de todos estos actores ¡ªy el desarrollo de confianza mutua resultante¡ª facilita una identificaci¨®n de los problemas y una resoluci¨®n m¨¢s ¨¢gil. Tercero, estas iniciativas locales son experimentos sujetos a una evaluaci¨®n t¨¦cnica al margen de las luchas partidistas y en algunos casos, como el del programa brit¨¢nico de prevenci¨®n de la radicalizaci¨®n Channel, se inspiran en iniciativas ya existentes a escala nacional y supranacional. Es decir, se articulan a partir de un consenso social y pol¨ªtico que excluye el terrorismo de la disputa pol¨ªtica y electoral.
En Espa?a la eficacia de una pol¨ªtica antiterrorista en la que participan jueces, fiscales, servicios de inteligencia y cuerpos y fuerzas de seguridad, entre los que se incluyen las polic¨ªas auton¨®micas, ha dado resultados excelentes. Pero la seguridad perfecta no existe. La cadena de atentados reivindicados por Daesh en los ¨²ltimos cinco a?os confirma que las ciudades est¨¢n en primera l¨ªnea. Las ciudades espa?olas deben empoderarse, elaborando planes de acci¨®n local que mitiguen la amenaza violenta y mejoren su resiliencia, como han hecho otras poblaciones europeas. No hace falta ingeniar ni improvisar, solo actuar con urgencia.
Diego Muro es profesor titular en la Universidad de St Andrews e investigador s¨¦nior asociado en el CIDOB.
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