La pancarta de la verg¨¹enza ajena
A pesar de los gestos oficiales un centenar de refugiados tuvo que acampar al lado de la M-30
La plaza de Cibeles es uno de los lugares m¨¢s emblem¨¢ticos de Madrid, es algo as¨ª como el gran escaparate de la ciudad en donde se celebran o por donde transcurren los acontecimientos m¨¢s importantes de la capital y, posiblemente, de Espa?a. Presidida por la estatua de la diosa frigia, el neoplateresco palacio de Telecomunicaciones, sede del actual gobierno municipal de Manuela Carmena (Ahora Madrid), escolta a la deidad griega desde 1919. Lo cierto es que la orientaci¨®n del carro que porta a la Madre Tierra ¡ªhacia el sur de la ciudad y no hacia el este, donde se halla la casa consistorial¡ª hace dif¨ªcil que Cibeles y los dos amorcillos que la acompa?an puedan ver la enorme pancarta (¡°Refugees Welcome¡±) que la alcaldesa coloc¨® sobre la fachada principal del Ayuntamiento, a no ser que lo hagan de reojo. Quiz¨¢s sea mejor as¨ª, para que la Magna M¨¢ter no se vea obligada a sentir verg¨¹enza.
Cuando casi un centenar de refugiados sirios (30 de ellos menores) termina acampando en un peque?o parque de la M-30 porque no tiene ad¨®nde ir, y el Ayuntamiento mantiene el cartel de bienvenida, los ciudadanos quedan perplejos. Y eso que en mayo de este mismo a?o Carmena declar¨®: ¡°Estamos dejando morir a infinidad de personas y estamos preparados para acogerles¡±.
Puede ser, pero el Ayuntamiento no lo ha hecho. Bien es verdad que la ¨²ltima responsabilidad sobre estas familias que han recorrido m¨¢s de 5.000 kil¨®metros huyendo del horror de la guerra no recae directamente sobre los Consistorios, sino sobre el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, que tard¨® pocas horas ¡ªtras denunciarlo Ciudadanos¡ª en trasladar a la mayor¨ªa de estas atemorizadas v¨ªctimas a la poblaci¨®n de Azuqueca de Henares (Guadalajara).
Su alcalde, el socialista Jos¨¦ Luis Blanco, que no coloca carteles, declar¨® con humildad: ¡°La crisis humanitaria que viven los refugiados es un problema que nos compete a todas las Administraciones y a toda la sociedad. Por ello, desde el Ayuntamiento de Azuqueca nos ofrecemos a cooperar con el ministerio a pesar de que la competencia sea del Gobierno central¡±.
Ahora los refugiados han desaparecido de Madrid. El problema ha vuelto a hacerse invisible. Todos contentos. Las familias se desperdigar¨¢n por Europa, pero antes, a trav¨¦s de las ventanas de los autocares que los trasladaron a Guadalajara (al este de la ciudad), vieron el enorme y farisaico cartel que les daba la bienvenida a una ciudad que solo los acoge en un peque?o parterre de una autov¨ªa de circunvalaci¨®n.
Nadia Otmani, presidenta de la asociaci¨®n de mujeres marroqu¨ª, que acudi¨® al parque a dar apoyo a los refugiados, lo explic¨® as¨ª: ¡°Llevan dos semanas aqu¨ª, y nadie del Ayuntamiento ha dicho nada¡±. Pero se equivoc¨®, s¨ª hab¨ªan hecho: hab¨ªan colocado una hip¨®crita pancarta junto a la estatua de la Madre Tierra, la que mira de reojo y se sonroja por lo que ve.
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