Tormenta de emociones
El secesionismo catal¨¢n se ha servido de los afectos para perseguir la conquista de un Estado propio

Desde el fin de Franco y al aparecer su contrafigura, la democracia, las calles, los plat¨®s de televisi¨®n e Internet se han ido llenando de sujetos sin diques emocionales. Desinhibidos, exhiben sin pudor el fuego de su violencia y pulsi¨®n de muerte, la sexualidad impaciente, los miedos inveros¨ªmiles, las ambiciones ut¨®picas, la culpa persecutoria, la envidia, pero tambi¨¦n la nostalgia, la risa, el sosiego, el amor o la pulsi¨®n de vida.
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Las emociones, los sentimientos, la afectividad nunca han desaparecido del escenario pol¨ªtico espa?ol ya que constituyen una parte esencial del ejercicio del poder y la dominaci¨®n. Sin embargo, su forma de presentaci¨®n y el tipo de afecto han variado seg¨²n el momento. Ejemplo de la Europa m¨¢s autoritaria, antes de la Transici¨®n la nuestra era una sociedad disciplinaria que reprim¨ªa cualquier deseo y b¨²squeda de placer, exig¨ªa una apariencia de falta de afectos o impon¨ªa una verg¨¹enza culpatoria si asomaban. Imperaban el ocultamiento y la hipocres¨ªa emocional ante la orientaci¨®n homosexual o el maltrato dentro de la familia y las aulas o debajo de las sotanas. Pero, sobre todo, imperaba el miedo, un miedo paralizante ante la violencia f¨ªsica y ps¨ªquica del r¨¦gimen, por ejemplo por la utilizaci¨®n de una lengua distinta al castellano. Simplificando las cosas, puede dar la impresi¨®n de que esta afectividad empapada de miedo, paral¨ªtica, ciega, sorda y muda, del ¡°nada es posible, nada es visible¡±, dio paso a otra pluripotente, acelerada, inestable y pornogr¨¢fica que nos obliga a su desahogo inmediato ante los espectadores. No es dif¨ªcil suponer que estas caracter¨ªsticas son en parte la consecuencia de aquella tendencia contraria, pero tambi¨¦n de crecer bajo el imperativo de llegar a ser individuos excepcionales. El mandato de ser capaz de cualquier cosa o de tener algo descomunal como una cuenta en un banco con tantos ceros como la velocidad de la luz.
Nos hemos convertido en una sociedad del ¡°todo es posible¡± repleta de sujetos que en los afectos tambi¨¦n ¡°todo lo pueden¡±. Ahora bien, del todo al ¡°nada es posible¡± hay una delgada l¨ªnea pintada con el rojo casi negro de la decepci¨®n. Una mezcla envenenada de rabia por no conseguir las cosas y de impotencia para cambiarlas que se expres¨® durante a?os con la violencia de ETA. Por decirlo todo, otras formas de violencia con ¨¦xito han sido la desesperaci¨®n desde la crisis econ¨®mica y la indignaci¨®n de muchos espoleada por el abuso y el enga?o de algunas ¨¦lites y el consentimiento de otras. Esta sobrecarga de electricidad emocional influy¨® en el alumbramiento de los partidos que han superado el bipartidismo.
Si aplicamos este esquema de excesos emocionales al proceso de secesi¨®n de Catalu?a nos encontramos con asombrosas coincidencias. Al igual que con otros grandes desaf¨ªos, ante el requerimiento secesionista el presidente Rajoy enmudece o dice obviedades de manera sentenciosa. No sentir, no pensar, no hacer se convierten en una herramienta eficac¨ªsima para dominar la realidad pol¨ªtica. Mientras los otros y la propia vida se aceleran dando tumbos sin rumbo alguno, ¨¦l genera un orden, una duraci¨®n. En cierto sentido, su h¨ªper-control emocional ordena la vida y rige el tiempo pol¨ªtico. Pero su silencio e inacci¨®n bien podr¨ªa ser una m¨¢scara del mero miedo al vac¨ªo o de una violencia calculada que tenga por s¨ª misma consecuencias peligrosas. O ?acaso no fue desestabilizadora su no aceptaci¨®n del encargo de formar gobierno durante la XI legislatura, su no dimisi¨®n para facilitar un Gobierno conservador, su no abstenci¨®n ante la investidura de Pedro S¨¢nchez? Hay m¨¢s ejemplos, y todos ellos demuestran que una consecuencia perturbadora de su obediencia emocional es la aparici¨®n de un intenso sentimiento de frustraci¨®n en aquellos que quieren negociar o cambiar algo.
?En qu¨¦ estado mental se han instalado para que salte por los aires la prudencia, que es un instinto b¨¢sico universal para sobrevivir?
El secesionismo catal¨¢n considera que es el momento de separarse de Espa?a y formar una rep¨²blica independiente. Para ello, el Govern ha puesto en marcha un proceso constituyente unilateral con un refer¨¦ndum y la redacci¨®n de una Constituci¨®n. Adem¨¢s ha ejecutado una remodelaci¨®n disciplinaria entre sus miembros que purga a los m¨¢s prudentes y encumbra a personajes desmesurados para asegurarse una fidelidad ciega. La metamorfosis de ciudadano a proc¨¦s est¨¢ en marcha; ?qu¨¦ puede explicar desde sus afectos esta hiperactividad secesionista en contra de la legalidad democr¨¢tica o de la misma noci¨®n de civilizaci¨®n? O, lo que resulta m¨¢s llamativo, ?en qu¨¦ estado mental se han instalado para que salte por los aires la prudencia, que es un instinto b¨¢sico universal para sobrevivir? ?Ser¨¢ una estrategia extravagante para tapar la corrupci¨®n de los antiguos convergentes? ?Estar¨¢n liberando su pulsi¨®n de muerte que origina los impulsos destructivos?
En cualquier caso, el president Puigdemont y el vicepresident Junqueras parecen sumergidos en un estado de excitaci¨®n emocional para alcanzar ¡°como sea¡± su objetivo idealizado: ¡°todo es posible con un Estado propio¡±. En estas circunstancias afectivas, es f¨¢cil sustituir el pensamiento l¨®gico-cient¨ªfico-pragm¨¢tico caracter¨ªstico de muchos ciudadanos en Catalu?a por otro m¨¢gico-religioso-antisistema con el que se generan relaciones causa-efecto sin una fundamentaci¨®n l¨®gica estricta. Son tiempos de descomposici¨®n que amenazan miedo y violencia, y no s¨®lo en Catalu?a porque esas emociones tambi¨¦n pueden aparecer en otros territorios de la mano de un espa?olismo disciplinario.
Hoy en d¨ªa, el h¨ªper-control emocional de Rajoy y la euforia secesionista han engendrado un monstruo gigantesco de fuego que incendia imparable las palabras, incluso las que hablan de amarnos a nosotros mismos y de querer o respetar a los dem¨¢s. Aunque ya nadie quiere hablar, s¨®lo las palabras ayudar¨ªan a liberar las emociones reprimidas de unos y a contener las desatadas de otros. Palabras como las de Isabel Coixet sobre la fortuna de compartir identidades, de ser uno y otro a la vez.
Rafael Tabar¨¦s Seisdedos, es catedr¨¢tico de Psiquiatr¨ªa en la Universitat de Val¨¨ncia e investigador principal del CIBERSAM.
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