Cuando crece la desigualdad
La participaci¨®n del factor trabajo disminuye en la renta nacional desde hace tres d¨¦cadas. Se asocia a un deterioro de los indicadores de igualdad y de distribuci¨®n de la renta y viene explicado por el progreso tecnol¨®gico y la globalizaci¨®n
La literatura econ¨®mica se ocupa del an¨¢lisis de la distribuci¨®n de la renta desde, al menos, tres ¨®pticas diferentes: la personal, la espacial y la factorial. Atendiendo a la dimensi¨®n personal, se puede estudiar c¨®mo evoluciona la renta de hogares e individuos en funci¨®n del nivel de formaci¨®n, la edad, el sexo y la relaci¨®n con la actividad (ocupados, parados, inactivos), entre otros aspectos econ¨®mica y sociol¨®gicamente relevantes. En Espa?a, la encuesta de condiciones de vida (ECV-INE) proporciona informaci¨®n ¨²til en este sentido, no s¨®lo caracterizando los flujos de rentas que atienden a estos aspectos sino tambi¨¦n estimando indicadores como el riesgo de pobreza y la carencia material.
Otros art¨ªculos de los autores
Desde un punto de vista espacial, se analiza la distribuci¨®n de la renta entre pa¨ªses o regiones, o entre categor¨ªas geogr¨¢ficas fundamentales como, por ejemplo, las zonas urbanas frente al medio rural. La orograf¨ªa, la climatolog¨ªa, la facilidad de acceso a recursos naturales o la proximidad a rutas de comercio mar¨ªtimo son, junto a aspectos hist¨®ricos e institucionales, factores que explican no s¨®lo por qu¨¦ unas econom¨ªas son m¨¢s pr¨®speras que otras sino c¨®mo se distribuyen los flujos de renta en un mundo globalizado.
Finalmente, la dimensi¨®n factorial reviste singular importancia porque ata?e a la distribuci¨®n primaria de la renta entre los factores productivos, capital y trabajo. Permite analizar c¨®mo el sistema productivo distribuye el valor a?adido, previamente a la intervenci¨®n de las Administraciones p¨²blicas que, en una amplia casu¨ªstica de pol¨ªticas fiscales, distorsiona las decisiones de los distintos agentes econ¨®micos con una finalidad a la vez regulatoria y redistributiva. En tanto que distribuci¨®n primaria de la renta, la distribuci¨®n factorial est¨¢ ligada directamente al conflicto entre eficiencia y equidad, cuesti¨®n fundamental en la historia del pensamiento econ¨®mico desde Smith en el siglo XVIII a Piketty en el siglo XXI, pasando por Ricardo, Veblen, Marx, Schumpeter y Keynes, entre otros muchos autores.
La disminuci¨®n de la participaci¨®n del factor trabajo en la renta nacional es un fen¨®meno que se viene observando en las econom¨ªas desarrolladas desde hace tres d¨¦cadas. Est¨¢ asociado a un deterioro de los indicadores de igualdad, de distribuci¨®n de la renta, y viene explicado, fundamentalmente, por el progreso tecnol¨®gico y la globalizaci¨®n. Si la remuneraci¨®n del trabajo crece sistem¨¢ticamente menos que la productividad, la remuneraci¨®n del capital incrementa su participaci¨®n en la renta nacional. Puesto que el capital tiende a concentrarse en hogares con un mayor nivel de renta, la menor participaci¨®n de los salarios en la renta nacional aumenta la desigualdad.
La remuneraci¨®n de los asalariados ha disminuido su peso en los diez ¨²ltimos a?os
La evoluci¨®n de la econom¨ªa espa?ola los ¨²ltimos a?os se ha caracterizado por un incremento de la productividad por hora trabajada (derivado del ajuste de plantillas durante la fase m¨¢s aguda de la crisis) y por una notable devaluaci¨®n competitiva operada a trav¨¦s de la moderaci¨®n salarial. La reducci¨®n de la masa salarial ha supuesto una reducci¨®n de la participaci¨®n del factor trabajo en las empresas no financieras. En efecto, la distribuci¨®n primaria de la renta aporta conclusiones relevantes: aproximadamente el 80% del incremento experimentado por el PIB de la econom¨ªa espa?ola entre el primer trimestre de 2007 y el primero de 2017 ha remunerado el capital, frente al 20% al factor trabajo. Como resultado, el peso de los salarios en el conjunto de la econom¨ªa ha disminuido aproximadamente un punto porcentual de PIB en los ¨²ltimos diez a?os. Si nos circunscribimos al per¨ªmetro de las sociedades no financieras, como preconiza la literatura, la remuneraci¨®n de los asalariados ha disminuido su peso en 6,9 puntos sobre el VAB empresarial en los diez ¨²ltimos a?os. Este cambio sustancial en la distribuci¨®n primaria de la renta ha facilitado el desapalancamiento empresarial, saneando parte del tejido productivo de la econom¨ªa espa?ola, y ha proporcionado ganancias de competitividad que tienen su reflejo en la intensa correcci¨®n del desequilibrio en la balanza por cuenta corriente. No obstante, tambi¨¦n est¨¢ en el origen de un sustantivo deterioro de la distribuci¨®n personal de la renta y en el retroceso en la convergencia real, en renta por habitante, con las econom¨ªas m¨¢s avanzadas de Europa.
Seg¨²n la ¨²ltima encuesta de condiciones de vida (ECV-INE), el ¨ªndice Gini para Espa?a ha pasado de 32,9 en 2008 a 34,5 en 2015 (a mayor valor, peor distribuci¨®n de la renta). A pesar de que la crisis ha provocado un incremento en la desigualdad en otros pa¨ªses de nuestro entorno, Espa?a sigue figurando entre las econom¨ªas europeas con mayor concentraci¨®n de rentas, s¨®lo superada por algunos pa¨ªses de la Europa del Este.
Espa?a sigue figurando entre las econom¨ªas europeas con mayor concentraci¨®n de rentas
La misma encuesta estima que la tasa de riesgo de pobreza, que no mide la pobreza en t¨¦rminos absolutos sino cu¨¢ntas personas tienen ingresos bajos en relaci¨®n con el conjunto de la poblaci¨®n, ha pasado del 19,8% en 2008 al 22,3% en 2015. Por categor¨ªa de edad, el incremento de la desigualdad afecta de manera especialmente relevante a la poblaci¨®n comprendida entre 16 y 29 a?os, cuyo riesgo de pobreza ha pasado del 18,3% en 2008 al 29,6% en 2015. Asimismo, la relaci¨®n entre la renta disponible del 20% de la poblaci¨®n con ingresos m¨¢s elevados y la del 20% con ingresos m¨¢s bajos ha pasado de una proporci¨®n de 5,9 en 2008 a 6,6 en 2015, poniendo de manifiesto el incremento de la concentraci¨®n de rentas desde el inicio de la crisis.
Ese deterioro en los hogares de menor renta ha coexistido con un proceso de desendeudamiento que no ser¨¢ m¨¢s costoso cuando el BCE inicie la retirada de sus est¨ªmulos excepcionales. No ha de extra?ar, por tanto, la menor aportaci¨®n del consumo de los hogares a la demanda agregada, unos 30.000 millones de euros por debajo del nivel observado a mediados de 2008, cuando la econom¨ªa espa?ola alcanz¨® el PIB que ahora recupera. Conviene se?alar a este respecto que, siendo la remuneraci¨®n de asalariados la primera fuente de ingresos de los hogares (75% de la renta bruta disponible), el n¨²mero de empleos equivalentes a tiempo completo en el primer trimestre de este a?o es 2,1 millones inferior al de entonces. El resto de partidas de la demanda interna, fundamentalmente la inversi¨®n en equipo y el gasto en consumo final de las Administraciones, vienen a representar casi diez a?os despu¨¦s aproximadamente la misma proporci¨®n que a mediados de 2008.
Conclusiones como las anteriores renuevan la vigencia de la tensi¨®n tradicional entre eficiencia y distribuci¨®n, y con ella la necesidad de adopci¨®n de medidas de pol¨ªtica econ¨®mica e incentivos adecuados que permitan revertir una din¨¢mica que se aleja del ¨®ptimo econ¨®mico, pero tambi¨¦n social y pol¨ªtico.
Daniel Fuentes y Emilio Ontiveros trabajan en Afi.
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