Una timidez culpable
No existe una posici¨®n p¨²blicamente fuerte y cohesionada por parte de quienes no queremos la independencia de Catalu?a. Nos expresamos de forma casi siempre personal, testimonial, reactiva y un tanto desesperada
Es posible que haya tenido solo una resonancia menor en el resto de Espa?a, pero el dato es relevante y seguramente tambi¨¦n sintom¨¢tico: 200 afiliados de los comuns en Catalu?a han rechazado la previsible convocatoria del refer¨¦ndum de la Generalitat en sus actuales condiciones legales y, peor todav¨ªa, ¨¦ticas, intelectuales, pol¨ªticas y culturales.
Desde el poder p¨²blico catal¨¢n no ha existido la menor equidistancia ni neutralidad alguna a la hora de promover ese refer¨¦ndum porque no se trata de confiar en ¨¦l sino de exaltar el s¨ª a la independencia como su resultado necesario y deseable. La voz m¨¢s expresiva en este contexto fue sin duda la de Anna Gabriel cuando dijo en reuni¨®n solemne y sin que nadie la desmintiese (con Puigdemont a la mesa, con el abanderado de la democracia internacional Ra¨¹l Romeva all¨ª, con la exquisita izquierda independentista de Toni Com¨ªn aguantando el chaparr¨®n) que, fuese cual fuese la participaci¨®n en el refer¨¦ndum del 1 de octubre, un s¨ª mayoritario en esas urnas compromet¨ªa a la Generalitat a una declaraci¨®n de independencia inmediata.
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Suena literalmente a sabotaje democr¨¢tico pero es a la vez una exposici¨®n limpia y directa ¡ªesa es la parte noble de su declaraci¨®n¡ª de los prop¨®sitos de la CUP con respecto a la independencia de Catalu?a: ser¨¢, tanto si la vota una mayor¨ªa de catalanes como si no. Esa imperfecci¨®n democr¨¢tica es jer¨¢rquicamente secundaria para una vanguardia pol¨ªtica m¨¢s cercana a la acci¨®n directa que a la l¨®gica contable de un independentismo parlamentario mayoritario que a la vez es minoritario en votos.
Desde hace a?os he sido partidario de un refer¨¦ndum como mecanismo para desencallar el problema espa?ol que significa Catalu?a hoy, adem¨¢s de ser un problema para catalanes, por descontado. Hoy es inviable, o es inviable en las condiciones actuales de abuso de poder sobre la oposici¨®n parlamentaria en Catalu?a, que no es exactamente residual.
El hecho de que desde Comuns se hayan movilizado algunos cuadros relevantes (y algunos de ellos muy nacionalistas) para expresar su rechazo a esta convocatoria es decididamente significativo: ni siquiera la izquierda a la izquierda de los socialistas se ve con ¨¢nimos de respaldar esa convocatoria porque incurre en un evidente estrangulamiento de los derechos democr¨¢ticos.
Al mismo tiempo, sin embargo, Pedro S¨¢nchez reclama a menudo a Mariano Rajoy una forma de movilizaci¨®n, ni que sea t¨ªmida o de paso pl¨²mbeo, que contribuya a encontrar alguna forma de salida pol¨ªtica negociada a trav¨¦s del di¨¢logo. Resuena un punto demasiado evasivo ese di¨¢logo, o no parece llevar detr¨¢s una ofensiva pol¨ªtica con pesos y medidas, y tampoco parece realmente cre¨ªble hoy un movimiento pol¨ªtico significativo por parte del Gobierno.
Hace falta una actitud m¨¢s proactiva capaz de presionar tanto a un Gobierno como al otro
Menos previsible es todav¨ªa tras la incongruencia democr¨¢tica en que ha incurrido el Govern al cesar un d¨ªa a un conseller simplemente sincero en sus dudas, y al d¨ªa siguiente cesar a tres de una tacada por sus sospechosas vacilaciones ¨ªntimas (y por pertenecer todos, por cierto, al partido del propio Puigdemont: esta vez la purga ha sido perfectamente respetuosa con los modos cl¨¢sicos de los tiempos heroicos). Por ning¨²n lado parece haber soluci¨®n f¨¢cil al conflicto, que dispone entre dos y tres meses m¨¢s para acelerar el enconamiento con el 11 de septiembre como punto m¨¢ximo de calor popular.
Hay a la vez una verdad bastante segura: no existe una posici¨®n p¨²blicamente fuerte y cohesionada por parte de quienes no queremos la independencia de Catalu?a (por considerarla empobrecedora econ¨®mica y culturalmente, e incluso pol¨ªticamente desleal). Nos expresamos de forma casi siempre personal, testimonial, reactiva y un tanto desesperada, como si no hubiese modo de establecer las condiciones de un pacto de m¨ªnimos sobre una soluci¨®n no solo democr¨¢tica sino de medio plazo, capaz de asumir la nueva realidad social y pol¨ªtica gestada en Catalu?a desde la crisis de 2008, la campa?a anticatalana del PP y la sentencia sobre el Estatut de 2010.
Las posiciones de los partidos no independentistas son distantes sin duda en muchos temas pero es probable que el principio de realidad aconseje a buena parte de los miembros de las ejecutivas de PSOE, Podemos, Comuns (IC, Ada Colau, etc¨¦tera) una actitud m¨¢s proactiva y menos inercial, capaz de presionar tanto a un Gobierno como al otro. Puede que muchos fabulen ya con la convocatoria de una comisi¨®n, una mesa pol¨ªtica o un algo que sirva para acordar sin rencor ni revanchismo contra la Generalitat (ni contra el Gobierno de Rajoy) una alternativa econ¨®mica, electoral, financiera, pol¨ªtica que contraste de frente con la mera acci¨®n judicial del Estado.
Un conjunto de iniciativas viables puede ser el mejor instrumento para generar confianza
No existe hoy esa exhibici¨®n program¨¢tica en forma p¨²blica, y hasta da la sensaci¨®n de que esos 200 afiliados de los comuns emiten un mensaje al aire o a la nada, sin interlocutores que asuman lo que tiene de petici¨®n de auxilio. Esos 200 creo que est¨¢n pidiendo al resto de Espa?a aliados y alianzas, pol¨ªticos y medi¨¢ticos, m¨¢s all¨¢ de la actuaci¨®n jur¨ªdica contra la Generalitat: est¨¢n pidiendo una forma de pacto sin brigadas aranzadis y sin tacticismos excesivos que interiorice que el problema de los 200 es un problema de poder en y para Espa?a.
La propuesta de un conjunto de iniciativas o el mero atisbo de una tentativa de ensayo de medidas viables (?!), puede ser el mejor instrumento de confianza para quienes no tienen hoy otra opci¨®n que deplorar tanto a un Gobierno como al otro.
El campo est¨¢ libre para llenar ese vac¨ªo con propuestas pol¨ªticas complicadas y de ardua negociaci¨®n como sin duda lo ser¨ªan la renovaci¨®n federal del Estado, posibles pactos de nueva autonom¨ªa, compromisos cre¨ªbles de solidaridad y a la vez linealidad fiscal. Una comisi¨®n multipartita convencida de su oferta de doble sentido, a Espa?a y a Catalu?a, de acuerdo con la realidad de hoy est¨¢ todav¨ªa por probar, sobre todo si renuncia a la fantas¨ªa de creer que esto va a desinflarse como el cl¨¢sico sufl¨¦.
El respaldo social a esos 200 de Comuns existe; lo que no existe es la cristalizaci¨®n pol¨ªtica y medi¨¢tica de un espacio pol¨ªtico tan t¨ªmido que ha cedido el protagonismo a dos confortables posiciones extremas: el independentismo unilateral (perdedor) y la estrategia judicial del Estado (vencedora). Es la perfecta combinaci¨®n catastr¨®fica para que no cambie nada, o nada para bien.
Jordi Gracia es profesor y ensayista.
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