Luis Cobos: ¡°La m¨²sica que triunfa es la que emociona, sea zarzuela o reguet¨®n¡±
El m¨²sico que le puso ritmo pop a las rancheras o los pasodobles en los ochenta dirige hoy orquestas por el mundo y compone la m¨²sica del primer 'Libro de Narnia'
¡°Te voy a contar algo que nunca he contado¡±. Bien, Luis Cobos se pone interesante. Estamos en el auditorio de la Sociedad de Artistas de Espa?a, organismo que preside, y donde el m¨ªtico director de orquesta se ha presentado, a sus 68 a?os, con el mismo garbo, el mismo bigotazo y pelazo negros ¨Centreverados ahora de canas¨C y la misma sonrisa llena de dientes que le hizo un icono de la escena de los a?os ochenta y noventa en Espa?a.
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Creada la expectativa, suelta la primicia: ¡°El que le puso el volumen del ritmo al disco Zarzuela no fui yo, sino John Kurlander. Yo no lo quer¨ªa tan acusado, pero ¨¦l insist¨ªa: ¡®Luis, no vale a medias, o lo pones o no lo pones¡¯. Le dej¨¦ hacer. Le meti¨® ca?a. Nos fuimos a por una pizza, a la vuelta o¨ªmos el resultado y le dije: John, te has pasado mucho. Pero lo mandamos a Madrid, los de la discogr¨¢fica dijeron en plan fantasmada que con eso vend¨ªamos 200.000 copias, cuando lo m¨¢ximo de un disco de orquesta eran 50.000 y lo dejamos as¨ª. Vendimos un mill¨®n del tir¨®n y a¨²n se vende¡±.
En 1982, Kurlander, John Kurlander, era el ingeniero jefe de los estudios Abbey Road de Londres. Y Cobos, Luis Cobos, un m¨²sico, director, compositor y productor espa?ol de grupos de ¨¦xito como Mecano y Ol¨¦ Ol¨¦, que llevaba seis a?os madurando una idea loca. ¡°Hacer una serie de discos con m¨²sicas que est¨¢n en el ADN de la gente, como las perlas de la zarzuela, engarzarlas con dignidad y hacerlas interpretar por una gran orquesta con unos arreglos que las hicieran atractivas para las radiof¨®rmulas y as¨ª atraer al gran p¨²blico¡±. La idea funcion¨® como un tiro. El dichoso ¡°volumen del ritmo¡± ¨C¡°el chimp¨²n¡±, seg¨²n admite el propio Cobos que llamaron los puristas a sus arreglos, acus¨¢ndolo de destrozar los originales¨C determin¨® que piezas de aquel ¨¢lbum, como Las leandras, llegaran a n¨²mero uno de Los 40 principales, compitiendo con el mism¨ªsimo Michael Jackson. Despu¨¦s, vinieron otros discos arreglados de pasodobles, rancheras, valses, canciones italianas o adagios rusos hasta vender 15 millones de ejemplares y hacer de su ide¨®logo y ejecutor una celebridad global cuando el globo a¨²n era anal¨®gico.
En los ochenta y noventa, Luis Cobos estaba en todas las teles, en todas las radios, en todas las salsas. La mezcla de su imagen, tan alejada del severo director de orquesta, su desparpajo y su m¨²sica, tan marchosa que daban ganas de invadir la pista, le hac¨ªa irresistible para los medios. Y para el p¨²blico. As¨ª, llen¨® el estadio Bernab¨¦u en 1985, antes de que Los Tres Tenores unieran sus voces para deleite de las masas. De todo eso habla hoy Luis Cobos, y de sus proyectos, a la vera de un piano de cola de esos con luces y ruedas en las patas mientras le regala morros, escorzos y golpes de melena de estrella del pop a la fot¨®grafa, una joven milenial a la que, oh cura de humildad, no le suena de nada.
A¨²n le brota el pelo a Cobos con ansia, que dir¨ªan en su pueblo, el manchegu¨ªsimo Campo de Criptana, en Ciudad Real, cuyo deje entre socarr¨®n y lapidario conserva intacto. Fue all¨ª, en la banda de don Manuel Angulo, donde mam¨® sus primeras notas, el apasionado amor por la m¨²sica y el que no se le cayera la batuta ni el instrumento ni el pentagrama para dirigir, interpretar y componer cualquier cosa que le tocara la fibra. ¡°Nos ense?aban a tratar con el mismo respeto un pasodoble, que los hay obras maestras, que una obertura cl¨¢sica o una marcha de Semana Santa¡±. Fue as¨ª como, despu¨¦s, compuso, produjo e interpret¨® desde canciones pop, hasta la sinton¨ªa del anuncio del primer Seat Ibiza, la de El Corte Ingl¨¦s y la de Telecinco, pasando por himnos de comunidades aut¨®nomas. Sin prejuicios, con pasi¨®n, sin complejos.
Otra cosa es que todo fuera extraordinario. ¡°Si no tienes un ego como la catedral de Burgos, sabes cu¨¢ndo lo que haces es bueno o no tanto, pero lo importante es que sea digno, y en eso jam¨¢s he tenido dudas¡±, dice este m¨²sico que reconoce el genio ajeno cuando lo escucha y que sostiene que el reguet¨®n, el ¨²ltimo pelotazo de la m¨²sica masiva, estaba inventado hace la torta. ¡°Es el bay¨®n de toda la vida, un ritmo vacil¨®n, repetitivo y optimista que invita a la vida¡±, dice, y se palmea las rodillas imitando el machac¨®n soniquete del Despacito o del S¨²beme la radio. ¡°La m¨²sica no es ni menor ni mayor, sino buena o mala, y, desde luego, la que triunfa es la que emociona, sea zarzuela o reguet¨®n. Yo, a todo lo que hago, le aplico mucha emoci¨®n, pero tambi¨¦n mucho empe?o y determinaci¨®n, porque una cosa no funciona sin la otra¡±, concluye quien, a d¨ªa de hoy, sigue dirigiendo y, ahora mismo, componiendo la m¨²sica para el primer Libro de Narnia. Con los pies en el suelo y las ideas al viento, como los molinos de su pueblo. Entre la emoci¨®n y el empe?o, como don Quijote y Sancho. Seguro que no le disgusta el s¨ªmil.
La recordamos por¡ Meter su ritmo 'chimp¨²n' a zarzuelas y obras cl¨¢sicas, y por revolucionar el estereotipo del director de orquesta con su irresistible combo de bigotazo/melen¨®n.
Momento de m¨¢xima popularidad¡ En los ochenta y noventa vend¨ªa millones de discos, llenaba estadios y, gracias a su desparpajo, no paraba de salir por la tele.
A qu¨¦ se dedica ahora... Preside la Sociedad de Artistas de Espa?a y sigue componiendo.
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