Lumbalgia
Mientras se adentraba en el mar, comprob¨¦ que Dolph Lundgren mantiene ese f¨ªsico de los ochenta
Aunque muchos de mis amigos no est¨¦n de acuerdo conmigo, me encanta que Marta Gay¨¢ se haya reencontrado con el rey em¨¦rito en Irlanda. Me parece un nuevo tipo de historia de amor, esa que se toma un tiempo, pasa por muchas cosas en esa distancia, ve a muchas personas entrar y salir, incluso permanecer y en el momento m¨¢s inesperado, el reencuentro no te regresa al mismo lugar donde terminaste sino a uno distinto, quiz¨¢s m¨¢s sereno, m¨¢s aut¨¦ntico. M¨¢s consolidado. Puede que el Rey sea otro, ahora es em¨¦rito, pero en mi opini¨®n, Marta es la misma. Una se?ora, tan encantadora como paciente.
Unos d¨ªas antes de que este cuento de hadas adulto nos sorprendiera en la rep¨²blica de Irlanda, en Marivent hubo una espera de dos horas y media por el presidente del Gobierno. Porque, despu¨¦s de su carrera matinal, Mariano, hizo una toilette larga y un desayuno corto antes de dirigirse a su despacho y al entrar vio, con resignaci¨®n, el paquete de medidas para enfrentar la cuesti¨®n catalana que le hab¨ªan dejado sobre un escabel al lado de su mesa. Sin pensarlo dos veces lo cogi¨® y, ay, ?ay!, pesaba m¨¢s de lo que parec¨ªa y ese gesto provoc¨® el tir¨®n lumbar. Y con ¨¦l, ese dolor seco en la parte baja de la espalda. Al dolor de cabeza se sumaba la lumbalgia, pesad¨ªsima e inoportuna. Todo lo contrario del reencuentro en Irlanda.
Pens¨¦ un poco en la reina Letizia. La imagine aguantando dos horas y media de plant¨®n, con sus hijas vestidas en modo cl¨®nico, algo que ella, por cierto, nos ha hecho aceptar, mientras le iban llegando comentarios de lo que hab¨ªa pasado en Irlanda. Y adem¨¢s sin poder decir nada ni hacer nada por aligerar la espera y el despacho. Segu¨ª imagin¨¢ndome como se iba poniendo m¨¢s y m¨¢s molesta, el tiempo eterniz¨¢ndose en Marivent. No sabemos donde contin¨²an sus vacaciones los Reyes, qui¨¦n sabe si tambi¨¦n a Irlanda.
Acud¨ª invitado a la gala de la Asociaci¨®n contra el C¨¢ncer en Marbella, antol¨®gica cita social que siempre quiere volver, como los amores verdaderos. Gracias a esta invitaci¨®n, me aloje en el Marbella Club, una aut¨¦ntica reliquia, en perfecto estado y m¨¢s que un club un palacio poblado por los fantasmas del glamur de los setenta y ochenta. Algunos se materializan como Dolph Lundgren, avanzando por la playa sin que nadie le molestara.
?Qui¨¦n es Dolph Lundgren? pregunto una de esas blogueritas que est¨¢n en todas partes. Un dios n¨®rdico, esculpido por el karate. Un sueco contempor¨¢neo de Rajoy, que fue descubierto por un productor hollywoodense que lo convirti¨® en uno de esos forzudos del cine de los ochenta como Silvester Stallone y Jean Claude Van Damme. Adem¨¢s, Lundgren fue novio de Grace Jones y juntos explotaron la interracialidad de su relaci¨®n, sirviendo de inspiraci¨®n a muchos europeos. Mientras se adentraba en el mar, comprob¨¦ que Lundgren mantiene ese f¨ªsico de los ochenta. Y por la manera en que se hund¨ªa en ese mar oscuro, supe que hab¨ªa aprendido que la mejor cura para la lumbalgia es el contraste fr¨ªo-calor que Mariano a¨²n no ha descubierto.
Una vez que tocas Marbella, el camino inevitable es seguir a Ibiza. Ibiza no es tierra de reliquias sino de tendencias. El a?o pasado era la ayahuasca, una mezcla de hierbas que no curaba la lumbalgia pero te adentraba en tu inconsciente. Este verano la moda es debatir si el turismo es sostenible o no. Una discusi¨®n casi tan larga como el amor entre Juan Carlos y Marta. Y como publican que vendr¨¢n m¨¢s de 85 millones de turistas este a?o, los precios en los restaurantes de moda en la isla se han disparado tant¨ªsimo que la verdadera nueva tendencia es ir a restaurantes tur¨ªsticos abarrotados. ¡°Ayer fui a Nobu y me sal¨ª a la calle. Estoy harto de esos restaurantes que gritas porque la m¨²sica es lo ¨²nico que escuchas y no pagas¡±, dijeron.
Quiz¨¢s por eso, un destacado empresario hostelero nos llevo a cenar a Pinocho, una trattoria en pleno centro de Ibiza, fundada en 1971. Decorada con manteles de cuadros, carta en cuatro idiomas y comidas antiguas, cero sostenibles, ni alcalinas ni veganas. ¡°Un poco de empacho es bueno¡±, dijo una comensal y volv¨ª a pensar en Marta Gay¨¢, que conoci¨® al Rey em¨¦rito a principios de los noventa y que ahora puede colaborar a poner de moda platos de ese entonces para superar las lumbalgias de ahora.
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