¡®D¨¦j¨¤ vu¡¯
Estamos avivando un fuego que desprende un humo irrespirable que se alimenta de genocidios, masacres, asesinatos y odio
![Marcha de supremacistas el 11 de agosto en Charlottesville.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/YYJU5OM32U5CB63RP67O6TRBVM.jpg?auth=82a7a1c374213a865cfd599fb1dfcdee9252438cff76e3d865f4e497c6e1053a&width=414)
Arranc¨® el mes de agosto con el triste recuerdo de las bombas de Hiroshima y Nagasaki de hace 72 a?os, donde la humanidad descubri¨® con horror el infierno at¨®mico de la guerra. La nube asesina en forma de hongo radiactivo tendr¨ªa que haber convertido a todos los gobernantes del pasado, del presente y del futuro en pacifistas. Sin embargo, hay algo terror¨ªfico en nuestra propia historia que hace que los l¨ªderes entiendan el poder desde las amenazas constantes de la sangre y el fuego. Trump y Kim Jong-un nos han llevado de regreso a la inquietante sensaci¨®n de la guerra fr¨ªa donde la amenaza nuclear se respiraba en el ambiente.
Llevamos semanas teniendo la angustiosa corazonada de estar viviendo un d¨¦j¨¤ vu tras otro. Supremacistas blancos estadounidenses armados hasta los dientes desfilan por una pac¨ªfica ciudad del sur gritando consignas nazis. Una mujer muere asesinada por atropello premeditado de uno de ellos. La tensi¨®n se respira en todo el pa¨ªs. Hay rabia y desesperaci¨®n ante las im¨¢genes de estadounidenses que defienden consignas genocidas que invitan al odio, la guerra entre hermanos y la destrucci¨®n.
La historia de nuestro pasado m¨¢s reciente est¨¢ llena de un humo denso y ominoso. Es un fantasma t¨®xico de aire irrespirable que se vuelve en una nube apocal¨ªptica y representa nuestro final como civilizaci¨®n. El humo que sal¨ªa de las chimeneas de los crematorios de los campos de exterminio nazis, el de las bombas at¨®micas, el de las cruces quemadas del KKK que acompa?aban a los linchamientos, el de las antorchas que celebran el odio y adornan los desfiles m¨¢s siniestros de estos d¨ªas¡ todos esos humos se mezclan en una atm¨®sfera a la que le importa bien poco nuestra existencia.
El humo, ese humo, esa nube que crece con la desintegraci¨®n de los valores de la humanidad, el fin de la empat¨ªa, la desigualdad y el desamor, destruir¨¢ al ser humano, y nos borrar¨¢ a todos de la faz de la tierra. Estamos avivando un fuego infernal que desprende un humo irrespirable que se alza hasta el cielo y se alimenta de los genocidios, de las masacres, de los asesinatos y del odio.
Nuestra extinci¨®n no necesita de un asteroide que golpee la tierra y desencadene un invierno global. Para eso ya estamos nosotros, con una historia llena de fragmentos venenosos, de escenas que olvidamos y repetimos, con la ingenuidad ego¨ªsta del que se cree el dios de su tiempo. La falta de visi¨®n, de humanidad y de compromiso de nuestros gobernantes avivar¨¢ el fuego para el peor de los humos.
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