El sexo seg¨²n mi robot
Los androides destinados al placer carnal son todav¨ªa pocos. Para parecerse a los humanos deben mejorar sus habilidades motoras y la inteligencia artificial
Vamos a crear un hipot¨¦tico y sexual escenario: elige un lugar en el que estar, una hora, la temperatura, el olor. El¨ªgelo todo. Despu¨¦s imagina que ah¨ª, delante de ti, hay alguien que es exactamente como t¨² quieras que sea; su pelo, sus piernas, sus labios, su espalda, sus dedos, su nuca... Ahora, piensa que ese alguien va a cumplir cada idea, cada petici¨®n y cada deseo que tengas. Cualquiera. Cuantas veces quieras. Cada d¨ªa.
Esta apetecible perspectiva es sobre la que trabaja la industria de la rob¨®tica sexual, que se esfuerza cada vez m¨¢s en conseguir que sea posible: que un "algo" pueda parecer un "alguien". A pesar del realismo ¡ªa veces inquietante, a veces sorprendente, a veces ambos¡ª? y de los avances de algunos de los robots que ya existen en el mercado, el sector parece estar lejos de esa especie de para¨ªso er¨®tico con el que cualquier humano muy probablemente haya so?ado, al menos, una vez; y que, en ocasiones, es incapaz de compartir con su pareja.
Los robots son pocos, recientes, los fabricantes son reacios a hablar (este diario se ha puesto en contacto con cuatro de los que se comercializan o van a hacerlo y no ha recibido contestaci¨®n) y todav¨ªa hay muchos tab¨²es y bastante cr¨ªtica alrededor. Un contexto perfecto para que haya m¨¢s bien sombra sobre la cuesti¨®n.
?Usamos los robots sexuales? ?Los usaremos?
A principios del pasado julio, el informe Nuestro futuro sexual con los robots, de Noel Sharkey y Aimee van Wynsberghe (cofundadores de FRR, la Fundaci¨®n para una Rob¨®tica Responsable), evidenciaba, tras un profundo repaso al tema, varias cuestiones importantes. Por un lado, que hay un problema de percepci¨®n p¨²blica: "Son nuevos y solo unas pocas personas han tenido encuentros con ellos de forma directa. La informaci¨®n de dominio p¨²blico proviene principalmente de ideas que han nacido de la televisi¨®n y el cine".
Los autores destacan la ausencia de datos sobre el sexo entre humanos y m¨¢quinas, si bien apuntan a numerosas encuestas que muestran que hay un mercado potencial de dimensiones considerables, sobre todo para los hombres. Seg¨²n las conclusiones del documento, se muestran mucho m¨¢s a favor que las mujeres en el uso de estos androides. En Estados Unidos, sobre una muestra de 100 personas de entre 20 y 61 a?os, Matthias Scheutz y Thomas Arnold, de Human-Robot Interaction Laboratory, concluyeron que dos de cada tres hombres estaban a favor de usarlos, dos de cada tres mujeres estaban en contra, aunque el 86% del total pensaban que pueden satisfacer el deseo sexual. Otro sondeo en el ¨²ltimo festival de innovaci¨®n FutureFest de Nesta (sobre 1.002 adultos de Reino Unido) revel¨® que el 17% estar¨ªa preparado para tener una cita tecnol¨®gica, una cifra que sub¨ªa hasta el 26% si la m¨¢quina se asemejaba a un humano.
?C¨®mo son por fuera?
El informe de Noel Sharkey y Aimee van Wynsberghe estudiaba cuatro compa?¨ªas con m¨¢quinas que, o bien ya pueden comprarse, o est¨¢n a punto de salir a la venta. Harmony, de Abyss Creations (se podr¨¢ comprar a fiinales de este a?o, seg¨²n su web); Android Love Doll, de Android Love Dolls (a¨²n no comercializado); Roxxxy Gold y Rocky Gold, de TrueCompanion (disponibles); y Suzie Software y Harry Harddrive, de Sex Bot Company (tambi¨¦n se pueden adquirir). Su precio, entre los 4.250 euros y los 12.700, y sus caracter¨ªsticas, bastante dispares, se centran "en la apariencia, la movilidad, la sensaci¨®n y la inteligencia artificial", seg¨²n el documento.
Varias encuestas apuntan a un mercado potencial para los robots sexuales, en el que los los hombres se muestran mucho m¨¢s a favor que las mujeres en el uso de estos androides
Despu¨¦s de un viaje a sus webs, cualquiera se da cuenta de que la apariencia lidera de forma indiscutible y la personalizaci¨®n es amplia: color de piel y ojos, maquillaje, tama?o y forma de las orejas, los pezones, la vagina, con o sin vello p¨²bico, cabello¡ Lo que no puede elegirse es la altura y el peso, que, seg¨²n el documento, rondan el 1,70 y los 30 kilos. En algunos las cabezas son intercambiables para un mismo cuerpo, por lo general dotado de grandes pechos, fabricado en silicona quir¨²rgica o elast¨®mero termopl¨¢stico y preparado para tener una temperatura media de 21 grados. Desde el otro lado de la pantalla podr¨ªan llegar a parecer humanos; y algunos de ellos, dotados de rostros m¨®viles y un software parecido a Siri o Alexa, aumentan esa sensaci¨®n de realidad.
De contoneos, nada (por el momento)
Harmony, la creaci¨®n de Realdolls (partner de Abyss Creations), una empresa especializada durante dos d¨¦cadas en mu?ecas de silicona, podr¨ªa confundirse con una mujer real a apenas 50 cent¨ªmetros. Eso s¨ª, cuando est¨¢ quieta, porque Harmony, hasta el momento la m¨¢quina m¨¢s avanzada, solo mueve la cabeza. He ah¨ª el principal obst¨¢culo: el movimiento. V¨ªctor Mart¨ªn, fundador y consejero delegado de Macco Robotics, una ingenier¨ªa especializada en el desarrollo de robots humanoides creativos que est¨¢ ahora desarrollando su primer androide sexual (del que no ofrece detalles), explica que la capacidad motriz es lo m¨¢s complicado: "Por el momento es todo bastante est¨¢tico, replicar la rapidez y la fluidez de los movimientos humanos es muy dif¨ªcil. Y si eso es as¨ª en algo como mover un brazo, imagina durante una relaci¨®n sexual, donde los movimientos posibles pueden llegar a multiplicarse por 1.000".
Son 50, y automatizados, los que promete por el momento Android Love Doll; y Abyss Creations asegura, seg¨²n el informe de la FRR, que en cuanto la tecnolog¨ªa sea m¨¢s barata, se lanzar¨¢n a crear un b¨ªpedo. "Suzie Software y Harry Harddrive deben ser manipulados manualmente y Roxxxy Gold se anuncia como capaz de mostrar orgasmos, aunque no est¨¢ claro si es a trav¨¦s de sonido, movimiento o ambos", aclara el documento. Y Harmony incluye en su descripci¨®n t¨¦cnica expresi¨®n facial, movimiento ocular, articulaci¨®n de cuello y sincronizaci¨®n de boca y sonido al hablar.
El doctor Ram¨®n Gonz¨¢lez, ingeniero e investigador del Grupo de Movilidad Rob¨®tica del Instituto Tecnol¨®gico de Massachusetts, donde colabora en proyectos para la NASA y la OTAN, asegura que precisamente la mayor dificultad de los humanoides es replicar las actividades humanas: "Cuanto m¨¢s nos acercamos a la apariencia de un humano, m¨¢s complejo se vuelve. Lo que para nosotros puede ser complicad¨ªsimo, como el c¨¢lculo, es sencillo para ellos. Y algo tan sencillo como subir una escalera exige un proceso tremendo en un robot". Este almeriense de 34 a?os que ahora est¨¢ centrado en los robots de exploraci¨®n planetaria (y es Medalla de Oro de Andaluc¨ªa de 2017) explica que para subir pelda?os, por ejemplo, necesitan muchos motores, y para esos motores muchas bater¨ªas bastante potentes, lo cual a?adir¨ªa peso. "Igual que el equilibrio, para el que no es f¨¢cil crear algoritmos de control. O saber interpretar se?ales humanas tan cotidianas como un simple movimiento de cabeza de asentimiento o permiso".
Gui?o, gui?o
Aunque el cuerpo es todav¨ªa un territorio sin conquistar, s¨ª hay avances importantes en algunas regiones, como la cara. Harmony, por ejemplo, pesta?ea, sonr¨ªe, se sorprende, mueve los labios... No es la ¨²nica: la creaci¨®n de Android Love Doll tambi¨¦n tiene movimiento facial, y la compa?¨ªa japonesa Doll Sweet Dolls y la china EX Dolls acaban de terminar el prototipo de la DS Doll Robotic Head, una cabeza fabricada en silicona que puede controlarse desde un m¨®vil o un mando de PlayStation. Habla, contesta a preguntas, sonr¨ªe e incluso canta, aunque por el momento solo en chino.
Y est¨¢n bastante extendidas, y cada vez incorporan m¨¢s funciones, las vaginas, torsos, nalgas y bocas para la masturbaci¨®n. El CEO de Macco Robotics aclara cu¨¢l es el funcionamiento: "Las vaginas, por ejemplo, reproducen los movimientos internos con una serie de motores que van ajustando la silicona al tama?o e incluso puede graduarse la presi¨®n para que se cierre m¨¢s o menos o produzca m¨¢s o menos presi¨®n". La pregunta obligada, tras el movimiento, es la humedad de esas cavidades, algo natural en un humano que no fue f¨¢cil de copiar: "El l¨¢tex, o cualquier otro material del que est¨¦n hechas, llevan unos sensores que detectan el grado de humedad. Una bomba en el est¨®mago del robot va introduciendo, seg¨²n los niveles, el l¨ªquido pertinente".
?C¨®mo son por dentro?
Fluidos, pelo natural, siliconas quir¨²rgicas o elast¨®mero termopl¨¢stico, temperatura corporal, latidos, m¨¢scaras para reproducir el olor que se desee... el exterior y la parte f¨ªsica de esos aut¨®matas tiene cada vez m¨¢s materiales a su disposici¨®n. ?Pero qu¨¦ pasa con el interior? Mart¨ªn afirma que el software est¨¢ mucho m¨¢s avanzado que el hardware: "La inteligencia artifical est¨¢ muy desarrollada en este sentido, este tipo de robots aprenden sin necesidad de introducirles datos, reconocen los gustos del cliente y tienen la capacidad de adaptarse a ellos, dependiendo del d¨ªa, de la situaci¨®n o incluso del estado an¨ªmico que detecte en el humano". Sin embargo, los autores del informe Nuestro futuro sexual con los robots aluden a un nivel menor en esas capacidades y los v¨ªdeos en los que se puede observar a las m¨¢quinas muestran m¨¢s bien poco de esas capacidades "conversacionales".
Para Harmony, el robot m¨¢s avanzado hasta el momento, el equipo de Abyss Creations dise?¨® una aplicaci¨®n en la nube con la que se puede personalizar la m¨¢quina si tienes un m¨®vil o una tableta. Con ella se puede configurar la personalidad del robot: su humor, su sociabilidad, su nivel de deseo o su timidez. Tambi¨¦n su voz y su avatar virtual. Ahora est¨¢n inmersos en el desarrollo de una plataforma de realidad virtual para conectar la app y poder situar al robot en "espacios ilimitados", seg¨²n la p¨¢gina de la empresa, que ha llamado a este universo Realbotix.
Sergi Santos, un catal¨¢n experto en ingenier¨ªa de materiales y nanotecnolog¨ªa, hizo p¨²blico hace unos meses su proyecto. Samantha pesa entre 32 y 40 kilos, puede medir entre 1,50 y 1,70 y su piel, como muchos otras caracter¨ªsticas, puede ser elegida por el cliente. Aunque no tiene movilidad propia, para Santos lo importante es el "cerebro" de esta androide que lleva a la venta desde el pasado 3 de agosto; ya ha vendido "alrededor" de diez por un precio que oscila entre los 1.975 y los 3.500 euros. "El primer cliente en recibirla lo har¨¢ a principios de septiembre", apunta el ingeniero.
"Samantha se rige por un algoritmo que le da la capacidad de responder a los est¨ªmulos externos", explica Santos. "Por ejemplo, si yo la tengo mucho tiempo en modo divertido, ella recordar¨¢ eso y su libido aumentar¨¢ porque har¨¢ mucho tiempo que no la has tocado. As¨ª que su sexualidad incrementa". Seg¨²n su creador, esas complejas operaciones que rigen el comportamiento de la m¨¢quina pueden hacer que reclame sexo o disminuya su nivel de excitaci¨®n hasta llegar a cero: "Si la empiezas a tocar y te marchas, entrar¨¢ en un modo de reclamar atenci¨®n que ir¨¢ disminuyendo su nivel de excitaci¨®n si no le haces caso. O crecer¨¢ si s¨ª se lo haces". Hasta el punto de llegar al orgasmo: "Y lo har¨¢ dependiendo de c¨®mo t¨² hayas tenido sexo con ella previamente, que puede ser en cuatro modos, medio dormida, suave, est¨¢ndar y duro".
Una de las ¨²ltimas novedades de TrueCompanion fue precisamente incluir en Roxxxy una personalidad "fr¨ªgida". Seg¨²n la web de la empresa, "tiene una zona privada que, si la tocas, es m¨¢s que probable que el robot se muestre descontento". Aquello dispar¨® la conversaci¨®n sobre la cultura de la violaci¨®n, la perpetuaci¨®n de los estereotipos y el machismo visto desde una perspectiva, incluso, de ocio. El informe no da ninguna conclusi¨®n arguyendo que merece un debate social m¨¢s amplio, lo cual parece sensato en un tema tan complicado como la percepci¨®n de g¨¦nero.
?C¨®mo y cu¨¢ndo ser¨¢n?
V¨ªctor Mart¨ªn, de Macco Robotics, asegura que para tener delante a un robot sexual que, en movimiento, pueda confundirse con un humano, queda mucho: "De diez a?os para arriba". Y Ram¨®n Gonz¨¢lez apunta que, aunque ya se pueden ver androides de apariencia semihumana, con caracter¨ªsticas faciales muy conseguidas, los sistemas mec¨¢nicos adecuados est¨¢n todav¨ªa en etapas de investigaci¨®n: "Muchos de ellos en grandes compa?¨ªas japonesas. La cuesti¨®n es que esos proyectos maduren, se prueben y se realicen tests con humanos".
Los obst¨¢culos t¨¦cnicos para el desarrollo de estas m¨¢quinas pueden solventarse con innovaci¨®n, pero ambos expertos apuntan tambi¨¦n a la ¨¦tica. A Mart¨ªn le propusieron crear este tipo de robots con aspecto de menores de edad: "Nos negamos en rotundo. No todo vale y lo que pretendemos es mejorar la sociedad. Hay una ¨¦tica detr¨¢s de este sector". Gonz¨¢lez, adem¨¢s, habla de la aceptaci¨®n: "Ya hay estudios que miden el rechazo y la aprobaci¨®n social de este tipo de creaciones y hay que ser precavido para evitar esa disconformidad social. Cuando alguien ve a una m¨¢quina con su cara y sus gestos, le echa para atr¨¢s".
Es lo que se ha denominado el valle inquietante o inexplicable, una idea en rob¨®tica acu?ada por el?te¨®rico y pionero de la rob¨®tica japon¨¦s Masahiro Mori en 1970 que afirma que cuando un robot parece un humano, la respuesta emocional de las personas es positiva, pero solo hasta llegar un momento en el que esa misma apariencia provoca un fuerte rechazo, que vuelve a convertirse en empat¨ªa a medida que el robot se parezca m¨¢s a un ser humano, hasta ser casi indistinguible.
Por el momento, ese casi sigue ah¨ª. Los robots est¨¢n empezando a hacerse un hueco en nuestras mentes (y en nuestras camas). Pueden hablar, tienen un tacto bastante cre¨ªble con temperatura real, latidos, sus vaginas tienen espasmos y sus penes se levantan, gimen, reconocen a qui¨¦n tienen enfrente y parece que pueden aprender. Toda esa consecuci¨®n de caracter¨ªsticas podr¨ªa dar la impresi¨®n de que un amante sin sangre ni v¨ªsceras est¨¢ a un par de a?os y a un par de clics. Pero no. Todav¨ªa no. Sus cuerpos no se mueven, no acarician, no tienen impulsos ni sudan. No tienen voluntad. Y no desean.
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