Vencer a la muerte y al miedo
El dolor se cronifica y para evitarlo es fundamental el reconocimiento y el apoyo sostenido
La imagen del ni?o Alessandro, de seis a?os, agarrado a la sillita en la que est¨¢ sentada su hermana, Aria, de siete meses, mirando lloroso el cuerpo de su padre, Bruno Gulotta, de 35, derrengado en el suelo de La Rambla de Barcelona expresa de forma brutal la conmoci¨®n que busca el terrorismo. Ya est¨¢. Conmoci¨®n conseguida. Muerte lograda. Miedo aventado. Con muy poco, una furgoneta de alquiler, y mucho odio, se alcanza el trofeo buscado de las portadas en todos los medios del mundo. Propaganda por el hecho. Nunca m¨¢s con menos. Todos los requisitos del crimen terrorista de golpe sobre la acera. Tambi¨¦n el del atentado firmado, en ese esquema de resistencia sin liderazgo que supone que cualquier individuo entrenado en el odio puede provocar una matanza en un punto del planeta donde hay libertad y civilizaci¨®n para que el comit¨¦ de propaganda yihadista se lo apunte como un triunfo sobre el construido como enemigo.
Odio, muerte y miedo lanzados a toda velocidad contra los infieles pecadores de la Ciudad, lugar de libertad, de convivencia entre distintos, espacio racionalmente organizado donde vivir y dejar vivir. As¨ª en Par¨ªs, en Niza, en Berl¨ªn, en Londres, en Estocolmo o M¨¢nchester, en Madrid y ahora en Barcelona.
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Frente a la siembra de miedo solo cabe superarlo y seguir haciendo lo mismo que hac¨ªamos la v¨ªspera. En Madrid, tras las bombas de los trenes el 11-M, volver a tomar el Cercan¨ªas. Pasear hoy por Las Ramblas.
No tenim por! (?No tenemos miedo!) ha sido la frase m¨¢s repetida en Barcelona. El miedo paraliza, cambia la forma de mirar, nos quita libertad y alegr¨ªa. Superar el miedo es la primera victoria frente al terrorismo por parte de los ciudadanos. Podemos tener miedo, pero debemos tener m¨¢s dignidad que miedo.
Frente a la muerte planificada, la eficacia de nuestras polic¨ªas y nuestros servicios de inteligencia para detener a los terroristas antes de que maten, como ha ocurrido en medio centenar de casos en lo que va de a?o en Espa?a. Frente a la siembra de odio inherente al terrorismo, la superioridad moral, aqu¨ª s¨ª, de la libertad y la democracia. No se puede vivir con la condena del odio.
El dolor de las v¨ªctimas, de sus familiares y amigos, es intransferible, los marca de por vida. Se puede atemperar con la empat¨ªa, con el cari?o y el apoyo del resto de los ciudadanos, con la memoria. Pero el dolor se puede cronificar, quedarse ah¨ª dentro para siempre, en un duelo interminable. Para evitarlo es fundamental la reacci¨®n de las instituciones, el reconocimiento y el apoyo sostenido en el tiempo por parte de los dem¨¢s. En Espa?a hemos soportado lustros de cr¨ªmenes terroristas. Al principio, las v¨ªctimas estaban muy solas, se las mataba de un tiro y se las remataba de olvido, hasta que las pusimos en el centro del debate. Hasta que se las reconoci¨® pol¨ªticamente y a partir de ah¨ª en todo lo dem¨¢s. Ahora, ninguna v¨ªctima esta sola. En nuestro 11-M de 2004 hubo por parte de los medios de comunicaci¨®n una humanizaci¨®n de todas las v¨ªctimas, se difundieron sus fotos m¨¢s amables, se contaron sus historias, supimos de sus vidas, como ahora en Barcelona, sobre todo con los turistas. No son n¨²meros con iniciales como anta?o, son personas como el lector.
Los terroristas siembran con su atropello esa bomba de racimo informativa que consiste en asesinar a gentes de todas partes del mundo ¡ªde 35 pa¨ªses, en la matanza de Las Ramblas¡ª para que luego se cuente. A los medios nos falta todav¨ªa evitar esa saturaci¨®n informativa a la que tendemos despu¨¦s de cada atentado y que muchas veces se convierte en una multiplicaci¨®n propagand¨ªstica del crimen.
Aunque este atentado deje una huella indeleble en todos nosotros, m¨¢s fuerte cuanto m¨¢s cerca se haya estado de las personas y del lugar del crimen, se trata de que no tuerza nuestra forma de vida en libertad. Necesitamos que vuelva el bullicio de Las Ramblas, la algarab¨ªa que a veces nos irritaba. Necesitamos que la gente de todo el mundo siga sonriendo cuando se le mencione el nombre de Barcelona.
Escribo, consciente y deliberadamente, desde un nosotros, dem¨®cratas y libres, y un ellos, terroristas totalitarios, para los que la vida no vale nada. Les ganaremos. La libertad triunfar¨¢ sobre el asesinato, sobre la siembra de miedo por seres odiantes. Los que compartimos los valores de la Ciudad ya hemos ganado a otros terroristas.
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