Volvemos a callejear Barcelona
Miqui Puig traza un recorrido emocional de la ciudad condal con parada obligatoria en Las Ramblas, que el 17 de agosto no las pis¨®, pero estuvo a punto
Todo el mundo que estuvo all¨ª horas antes a¨²n se cuestiona todo. Lo m¨ªo fue un vinilo que no estaba en la tienda. Pero lo necesitaba entonces. Ese jueves. Casi ol¨ª Las Ramblas desde la adyacente calle Tallers. Puede que mirara hacia ellas. Y por la tarde a cada noticia me preguntaba: ?por qu¨¦ no las pis¨¦? Tengo rutas mentales absurdas para moverme por la ciudad m¨¢s bella que conozco al sur de donde nac¨ª. Esa ciudad que me calma, que me vio crecer y me hizo ser lo que soy hoy. Un casi viejo exc¨¦ntrico.
Recuerdo c¨®mo mi padre me llevaba a la monta?a m¨¢gica en un coche que no era el nuestro, a ver las 24 Horas Internacionales de Resistencia de Montjuic; apenas ten¨ªa 10 a?os, y eso me marc¨®. El olor a mar y a aceite quemado. Mi padre conduc¨ªa una Montesa Impala, uno de los sonidos m¨¢s caracter¨ªsticos de Barcelona junto con la rumba. Una la inventaron los gitanos; la otra, el ingeniero Mil¨¢. Tambi¨¦n me llev¨® a ver los Coros del Ej¨¦rcito Ruso, los Globetrotters y m¨¢s tarde entraba tan emocionado como yo al Palau d¡¯Esports para ver c¨®mo artistas del equilibrio sorteaban palmeras y bidones en el Trial Indoor Solo Moto. Mi padre naci¨® en Barcelona por la guerra y muri¨® all¨ª por el coraz¨®n.
Me he movido por la ciudad de Barcelona en muchos veh¨ªculos. La he cruzado serpenteando de manera rutinaria solo porque alguna vez, rumbo a saber qu¨¦ promesa de descubrimiento, lo hice as¨ª. Adquiriendo una costumbre animal. Referenciando esquinas, bares, amores o canciones inventadas. Siempre con la letra aquella de Gato P¨¦rez en la cabeza. La de los barrios. La ciudad y sus canciones.
M¨ªrenme hoy. Paro en un sem¨¢foro, miro al piloto que frena a mi vera. Cruzamos miradas, toco la visera, asintiendo. Volvemos a arrancar. Imaginen que voy a que me rompan el coraz¨®n, a un concierto, a beber hasta morir con los compa?eros de armas. Imaginen que soy muy feliz all¨ª encima, detr¨¢s del manillar, callejeando Barcelona. Cojo una de esas rutas para acortar hacia Gracia. De repente estoy pasando frente al hospital de Sant Pau. Resbala una l¨¢grima: de motorista.
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