Parar la islamofobia
Debemos trabajar juntos para evitar el odio y la incomprensi¨®n
Editoriales sobre el 17-A
Los ¨²nicos culpables son los terroristas. Conviene partir de esta premisa para asentar la discusi¨®n donde debe estar y no en el se?alamiento de una religi¨®n que profesan casi dos millones de personas de forma pac¨ªfica en Espa?a.
Los ataques violentos desatados contra musulmanes, contra mezquitas, as¨ª como las proclamas en diversos foros, las pancartas, el amarillismo en algunos medios y las agresiones verbales que circulan en las redes no pueden ser aceptados en una sociedad democr¨¢tica. Es cierto que este tipo de ataques xen¨®fobos se han sucedido en Londres, M¨¢nchester y otros lugares azotados por el terrorismo yihadista, pero alarma c¨®mo se han disparado en Espa?a no solo estos d¨ªas, sino incluso en los dos a?os anteriores, cuando se pas¨® de 49 incidentes en 2014 a casi 600 registrados en 2016.
Varios j¨®venes atacaron el mi¨¦rcoles a una mujer de 38 a?os en Usera (Madrid). El colectivo neonazi Hogar Social Madrid ha colocado pancartas con mensajes de odio contra la comunidad isl¨¢mica. En Fitero (Navarra), dos individuos agredieron a tres menores marroqu¨ªes que regresaban de un homenaje a las v¨ªctimas de Catalu?a. Otro menor musulm¨¢n fue pateado por un hombre en Puerto de Sagunto (Valencia). Las mezquitas de Granada, Sevilla, Logro?o y Fuenlabrada (Madrid) han sido blanco de pintadas amenazantes. Y la etiqueta #Stopislam fue tendencia en las redes el d¨ªa del atentado.
Tras el 11-M la sociedad supo cerrar filas frente al terrorismo y evitar la culpabilizaci¨®n de la comunidad musulmana. Hoy, la ignominiosa sucesi¨®n de atentados en Europa y la rapidez con la que los mensajes de odio circulan en las redes amenazan con descarrilar la convivencia entre comunidades. Evitar una espiral de intolerancia requiere que todas las instituciones y la sociedad civil se pongan de inmediato a trabajar. Cabe por ello dar la bienvenida a la reacci¨®n de las comunidades isl¨¢micas en Espa?a, que no han dudado en sumarse a la condena de los atentados y rechazar la instrumentalizaci¨®n que los yihadistas hacen de su religi¨®n.
Es evidente que el Islam est¨¢ inmerso en un gran conflicto interno y que hay poderosas fuerzas que promocionan una versi¨®n intolerante y violenta de esa religi¨®n. Por esa raz¨®n, la lucha contra el terrorismo yihadista tiene que contar con una implicaci¨®n en profundidad de la comunidad musulmana. Fieles y l¨ªderes, sociales y espirituales, son cruciales a la hora de prevenir y detectar los discursos de odio y los procesos de radicalizaci¨®n. Sin el concurso de estas comunidades, que son las primeras interesadas en combatir este fen¨®meno, poco se podr¨¢ hacer.
Otros pa¨ªses (desde B¨¦lgica a Reino Unido) han emprendido ya iniciativas para detectar los focos de radicalizaci¨®n con vistas a erradicarlo de ra¨ªz, no solo policialmente sino desde el punto de vista del trabajo social. En Espa?a hay tambi¨¦n algunas iniciativas y conviene analizar y evaluar resultados a todos los niveles para profundizar en esa l¨ªnea que separe los problemas y, al separarlos, los combata. Si en lugar de encontrar un discurso sustentado en la eficacia policial, judicial y comunitaria que incluya la tolerancia y la convivencia pac¨ªfica como baluarte, la sociedad percibe un vac¨ªo, ese vac¨ªo lo llenar¨¢ el odio.
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