El final del ¡®proc¨¦s¡¯
El balance global de estos cinco a?os es muy negativo para Catalu?a y Espa?a adem¨¢s de desastroso para el nacionalismo moderado, pero el fracaso independentista no garantiza una descentralizaci¨®n solidaria y estable
Estamos en la recta final del proc¨¦s y en este sprintlos fundamentalistas ¡ªCUP y Junts pel S¨ª¡ª han demostrado con el 6-S ser veloces depredadores de la democracia y, mientras las fuerzas jur¨ªdicas y de seguridad del Estado se preparan para que no haya meta a la llegada, se habla de ¡°consecuencias imprevisibles¡±. Pero si es dif¨ªcil predecir qu¨¦ va a pasar, m¨¢s f¨¢cil es predecir lo que no va a pasar. De hecho, tenerlo en cuenta deber¨ªa ayudar a no hacer disparates.
En primer lugar, no ser¨¢ el inicio del parto de la rep¨²blica de Catalu?a, y no porque lo impida el Gobierno central ¡ªque va a hacer lo suyo¡ª, sino porque la Generalitat ha degenerado en una democracia nacionalista ¡ªsolo las leyes, instituciones, actuaciones y personas que pasan el filtro catal¨¢n-nacionalista son respetadas¡ª que propone la creaci¨®n de un Estado de baja calidad democr¨¢tica, alto coste econ¨®mico y fragmentaci¨®n social; una farsa para quienes han admirado el civismo, el seny y la tolerancia de los catalanes, la Barcelona culturalmente cosmopolita y ciudad del conocimiento.
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El activismo independentista y el inmovilismo, o torpeza, del Gobierno central han llevado a la causa del independentismo a muchos catalanes que reivindican estos valores y no creo que se vayan a autoenga?ar: la cuesti¨®n del 1 de octubre no es ¡°que nos oiga el Gobierno central¡± sino ¡°si se apoya la propuesta rupturista de la Generalitat¡±, no hay v¨ªas medias. Es decir, no habr¨¢ parto porque el engendro no tiene suficiente apoyo en Catalu?a, y es importante que as¨ª sea y as¨ª se perciba.
Esto tambi¨¦n quiere decir que, en contra de lo que se dice, no creo que no vaya a pasar nada, ni tampoco creo que habr¨¢ una ¡°decisi¨®n de los catalanes¡± el 1 de octubre. Por una parte, es muy posible que esa sea una jornada de rauxa [exaltaci¨®n], con urnas en algunas ciudades y pueblos de Catalu?a, pero la mayor farsa es decir que una mayor¨ªa simple en un voto ilegal puede ser vinculante y, por otra parte, independientemente de si hay o no hay urnas, que una mayor¨ªa de catalanes no apoye el proyecto rupturista no quiere decir que apoye el continuista.
Lo que nos lleva a lo m¨¢s importante: el 1 de octubre tampoco va a resolver los problemas de fondo que han generado estos cinco a?os de proc¨¦s. Ya me he referido a ellos en estas p¨¢ginas y los resumir¨ªa, por orden, en tres disfuncionalidades del estado espa?ol:
El 1-O no va a resolver los problemas de fondo que se han generado en estos cinco a?os
1. Es a la vez centralista y muy descentralizado;
2. Redistribuye e invierte entre las comunidades aut¨®nomas, pero con arbitrariedades e inconsistencias.
3. Reconoce la diversidad cultural y ling¨¹¨ªstica pero, en muchos casos, no hay un equilibrio estable entre lo com¨²n y lo propio.
Con esta esquizofrenia e inconsistencias no es sorprendente que la opini¨®n p¨²blica haya tendido a la dicotom¨ªa entre los dos polos simplistas del soberanismo: el centralista y el localista. El proc¨¦s de Catalu?a no ha sido m¨¢s que la vindicaci¨®n clara del segundo, en el que las tres disfuncionalidades han tenido versi¨®n propia:
1. El buen gobierno, la idea de que Catalu?a pod¨ªa y sab¨ªa gobernarse mejor y mucho mejor ser¨ªa sin el cors¨¦ centralista: con la independencia.
2. El victimismo de acabar pagando relativamente m¨¢s que otras comunidades ¡ªl¨¦ase Pa¨ªs Vasco, no Madrid¡ª cuando se hace redistribuci¨®n y recibiendo menos en inversi¨®n de lo debido (l¨¦ase infraestructuras, etc¨¦tera).
3. El nacionalismo cultural que debe llegar a ser tambi¨¦n nacionalismo pol¨ªtico (Estado propio).
El balance global de los cinco a?os de proc¨¦s es muy negativo para Catalu?a y Espa?a y desastroso para el nacionalismo moderado (la especie, antes llamada CiU, en peligro de extinci¨®n). Ahora bien, en la perspectiva independentista por definici¨®n (en esta perspectiva si algo ha ido mal ha sido por culpa del Gobierno central) el proc¨¦s es un hito hist¨®rico que deber¨ªa culminar en el 1 de octubre.
Si CiU no hubiese pasado al independentismo seguramente Rajoy no estar¨ªa en la Moncloa
Sobre el buen gobierno de Catalu?a ya he comentado, aunque no me he referido ni a la corrupci¨®n ni al hecho de que, siendo la independencia prioridad ¨²nica, la Generalitat no ha hecho nada m¨¢s en estos cinco a?os ¡ªpor suerte, algo queda del pasado; por ejemplo, los centros de investigaci¨®n que dependen de ella¡ª, o al hecho de que habiendo en la pr¨¢ctica dejado de participar en el Estado espa?ol, no ha ayudado a que este abordase de forma seria sus problemas (puntos 1 y 3). Por ejemplo, si CiU no se hubiese pasado al independentismo, seguramente Rajoy no estar¨ªa en La Moncloa y, en consecuencia, el Pa¨ªs Vasco no habr¨ªa salido ganando en la negociaci¨®n presupuestaria.
Es decir el victimismo ha empeorado y de poco han servido los gestos de ¨²ltima hora del Gobierno central. La radicalizaci¨®n nacionalista ha sido parte integral del proc¨¦s y ser¨¢ su mayor legado: la divisi¨®n social (y entre amigos y familias)que se ha creado en Catalu?a, la desconexi¨®n cultural con el resto de Espa?a y el populismo del que se ha nutrido y ha promovido.
Evidentemente, estos problemas (puntos 1 y 3) no se resuelven en un mes, pero el continuismo de no afrontarlos no puede m¨¢s que agravarlos. Cierto que en v¨ªsperas del 1 de octubre no es el momento de hacerlo, pero si bien el fracaso del proc¨¦s puede ayudar a que vuelva el seny a Catalu?a, tambi¨¦n puede provocar que no se haga o que se haga mal. En mi opini¨®n, se deben evitar tres planteamientos: primero, pensar que el problema es ¡°el encaje de Catalu?a en Espa?a¡±; segundo, abrir un debate sobre soberan¨ªas, naciones y autonom¨ªas, y, tercero, creer que la prioridad es cambiar la Constituci¨®n (aunque en su momento se deber¨¢ hacer). Las tres tienen un com¨²n denominador, compartido por los independentistas: priorizar el debate pol¨ªtico-ideol¨®gico y de grandes principios constitucionales (punto 3), sobre el trabajo m¨¢s ingenieril y los compromisos institucionales y cambios de comportamiento necesarios para mejorar el dise?o, y el funcionamiento, de nuestro Estado y sociedad (1 y 2).
Las ideas b¨¢sicas son sencillas y dir¨ªa que ampliamente compartidas (v¨¦ase mi art¨ªculo Interdependencia (no independencia), publicado en estas p¨¢ginas el 7-10-14), pero de la misma forma que nuestro crecimiento coyuntural no quiere decir que nuestro modelo de crecimiento sea el adecuado, el fracaso del proc¨¦s no querr¨¢ decir que tengamos una descentralizaci¨®n solidaria y estable en Espa?a en la que mutuamente se respete y potencie lo com¨²n y lo propio.
Ramon Marimon es profesor de Econom¨ªa del European University Institute (Florencia) y de la Universitat Pompeu Fabra (Barcelona).
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