Mar¨ªa Teresa
Porque a los carlistas de entonces y a los de ahora no hay manera de convertirles a la democracia.
Una de las muchas cosas malas que vienen con los a?os es que cuando vas a un sitio tienes menos gente a la que llamar, porque algunos amigos, no s¨¦ si antes era as¨ª, tienen la mala costumbre de morirse.
Ahora ha sido Mar¨ªa Teresa Castells, que era una gran librera y, adem¨¢s, una excelente amiga. Por no hablar, o s¨ª, de que era la persona m¨¢s valiente que he conocido. Ella, apoyada por Ignacio Latierro, militante de Comisiones Obreras, y Jos¨¦ Ram¨®n Recalde, su marido hasta que muri¨® el a?o pasado, mantuvo abierta la librer¨ªa Lagun frente a la intolerancia de los franquistas primero, y de los amigos de los etarras despu¨¦s.
No era cualquier cosa resistir en las dos situaciones. Siempre el nacionalismo. Primero el espa?ol, desde mediados de los a?os setenta y a trav¨¦s de j¨®venes que ondeaban banderas espa?olas, con vaqueros y camisa azul, que iban acompa?ados casi siempre por un se?or mayor vestido con una gabardina; luego, otros j¨®venes que llevaban tambi¨¦n vaqueros, aunque peinaban los pelos cortados a capas y ondeaban ikurri?as.
Todos quer¨ªan quemar la librer¨ªa con Ignacio y Mar¨ªa Teresa dentro. No les sali¨® bien, como tampoco le sali¨® bien a un malnacido el tiro que le peg¨® a Jos¨¦ Ram¨®n. Le dej¨® la boca hecha polvo, pero vivo. Y sigui¨® despotricando en voz alta contra el nacionalismo que confunde tantos cerebros.
Llevaba una vida azarosa esta mujer, y todav¨ªa ten¨ªa tiempo y ganas de ser una estupenda anfitriona, que conduc¨ªa al amigo visitante por el Gros o por la parte vieja de Donosti para que disfrutara de los inventos m¨¢s sabrosos que se han ideado en esa tierra de productos que son los mejores y, cuando no, pues se traen de fuera, porque lo que importa es comer bien y a gusto. En Guipuzcoa saben que nunca van a tener buen jam¨®n, y lo traen de la serran¨ªa de Huelva. Claro.
Con los libros la historia es muy parecida, y en Lagun siempre hab¨ªa de todo, aunque ni Mar¨ªa Teresa ni Jos¨¦ Ram¨®n ni Ignacio parec¨ªan creerse, al contrario que Baroja, que el carlismo se quitaba leyendo y el nacionalismo viajando. Porque a los carlistas de entonces y a los de ahora no hay manera de convertirles a la democracia.
Mar¨ªa Teresa, como Jos¨¦ Ram¨®n y como Ignacio, form¨® parte de una especie fundacional en Guipuzcoa que ya exist¨ªa en Bilbao con el nombre de ¡°el sitio¡±. Una especie empe?ada en defender las libertades individuales.
En Barcelona se llama Sociedad Civil Catalana. Tiene mucho trabajo por delante. Y sin Mar¨ªa Teresa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.