Raz¨®n y fe
De esa ciega pasi¨®n nacen las xenofobias, el odio o el miedo al otro, las banderas, las patrias y las fronteras
Frente a las leyes inexorables que rigen la materia en todo el universo, el esp¨ªritu humano solo est¨¢ gobernado por la fe y la raz¨®n, dos fuerzas implicadas en un combate interminable desde el principio de la historia. La raz¨®n es una fuerza elaborada, muy cara de producir, sometida a constantes pruebas; es la base de la ciencia y la ¨²nica herramienta que poseemos para comprender la naturaleza. En cambio la fe, que puede mover monta?as, es barata de fabricar y muy f¨¢cil de obtener, no necesita ser probada, no admite fisuras, es ubicua e inmutable, se inocula de forma sencilla de padres a hijos y se propaga velozmente como un virus a cualquier raza y en cualquier lugar. Los sue?os de la raz¨®n a veces engendran monstruos, pero a causa de la fe se mata y se muere, se convierte uno en m¨¢rtir o en verdugo, se declaran guerras de exterminio y por decreto, incluso, permite so?ar con una felicidad eterna en otra vida. La fe suele ir acompa?ada de la emoci¨®n, una carga magn¨¦tica que los humanos probablemente compartimos con otras especies de mam¨ªferos superiores. Se trata de una reacci¨®n psicofisiol¨®gica ante lo real o lo imaginario, que nos convierte en santos, en visionarios y en fan¨¢ticos. De esa ciega pasi¨®n nacen las xenofobias, el odio o el miedo al otro, las banderas, las patrias y las fronteras. Raz¨®n y fe nunca se cruzan, pero est¨¢n enraizadas en la vida y determinan nuestra convivencia. Si un extraterrestre, acostumbrado a las leyes que gobiernan el universo, visitara Espa?a en este momento, creer¨ªa haber ca¨ªdo en un pa¨ªs de locos pose¨ªdos por pasiones pueblerinas, incapaces de someter sus problemas pol¨ªticos a la raz¨®n, est¨²pidos dispuestos a aniquilarse una vez m¨¢s por un ideal imaginario de unidad o independencia de una patria hipot¨¦tica, sin saber que esa monta?a que la fe es capaz de mover, les puede caer encima.
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