Si quieres ver un rinoceronte (libre y vivo), date prisa. Van a desaparecer
La caza furtiva para arrancarles el cuerno est¨¢ acabando con esta especie emblem¨¢tica de la que apenas quedan 30.000 ejemplares. A este ritmo tus hijos no los conocer¨¢n.


Escribo desde el parque nacional Matopo, en Zimbabue. Uno de los mejores lugares del ?frica austral para ver rinocerontes. La ausencia de grandes depredadores en este espacio protegido formado por bell¨ªsimos domos gran¨ªticos facilita que se puedan hacer safaris a pie y fotografiar a los rinos a apenas 50 metros de distancia. Una experiencia sublime que permite a los visitantes comprender y amar a¨²n m¨¢s a estos hermosos y prehist¨®ricos animales, que llevan varios millones de a?os habitando el planeta Tierra.
Pero la experiencia va a durar poco: el a?o pasado quedaban 160 rinocerontes blancos y negros en Matopo; hoy solo hay 60. A este ritmo, el a?o que viene no quedar¨¢ ninguno.
He dicho que en Matopo no hab¨ªa grandes depredadores; corrijo, existe uno: el hombre. El cazador furtivo. Y ese es m¨¢s da?ino, peligroso y depredador que cualquiera de los grandes felinos. Buscan el cuerno de los rinocerontes, que en el mercado asi¨¢tico alcanza un valor de hasta 100.000 d¨®lares el kilo. Un precio desorbitado que mueve uno de los mercados negros m¨¢s lucrativos, poderosos y sin escr¨²pulos del mundo, y contra el que el solitario ranger que hoy nos acompa?a, armado con un viejo fusil, se me antoja una medida voluntariosa pero de lo m¨¢s na¨ªf.

Cualquier t¨¦cnica les vale a los furtivos para conseguir un cuerno de rinoceronte. A los visitantes de Matopo se nos dice al entrar que desconectemos el sistema de ubicaci¨®n GPS de nuestros m¨®viles, porque ya se ha dado el caso de traficantes que entran a Facebook o Instagram, buscan fotos de rinocerontes subidas por turistas y los localizan; como son animales territoriales, no andar¨¢n muy lejos. En marzo de este a?o unos furtivos entraron por la noche a un zoo a 50 kil¨®metros de Par¨ªs, mataron a un ejemplar joven y le cortaron el cuerno con una motosierra. Todo vale cuando un cuerno de dos o tres kilos puede llegar a alcanzar el medio mill¨®n de d¨®lares. Se mata, se soborna, se amenaza, se corrompe.
En este sentido, el cuerno del rinoceronte es la coca¨ªna de ?frica.
¡°El problema radica en la demanda¡±, me cuenta Dani Serralta, un espa?ol buen conocedor de la fauna africana que coordina la lucha contra el furtivismo junto con los rangers del parque nacional Hwange, en Zimbabue... ¡°En varios pa¨ªses asi¨¢ticos, sobre todo China y Vietnam, el uso medicinal del cuerno de rinoceronte lleva siglos arraigado. En el Pen Tsao Kang Mu, un libro de medicina tradicional escrito por Li Shi Cheng en 1597, ya se habla de las propiedades del polvo de cuerno de rinoceronte como cura para reumatismo, gota, fiebres, mordeduras de serpiente, posesiones diab¨®licas y lo peor¡ que te transmite la potencia sexual del animal (el pene de un rinoceronte pesa unos 20 kilos)".

Muchos siglos de arraigo como para convencerles de que en realidad es un ap¨¦ndice del rinoceronte formado solo por queratina por lo que tiene las mismas propiedades afrodis¨ªacas y curativas que morderse las u?a. Pero una tradici¨®n es una tradici¨®n. Y en Asia, son inamovibles.
A principios de siglo XX quedaba medio mill¨®n de los cinco tipos de rinocerontes que han llegado a nuestros d¨ªas. Hoy del rinoceronte indio quedan 3.500; del de Sumatra, menos de 100; del de Java, unos 58 en el parque Ujung Kulong. Y de las dos especies africanas: 20.000 del blanco y 5.500 del negro. Solo en Sud¨¢frica, los furtivos matan cada a?o m¨¢s de mil rinocerontes.
Seg¨²n Dani Serralta, es f¨¢cil matar un rino. Son animales muy nobles, que no huyen ante la presencia humana, sobre todo el blanco: ¡°cualquier chapuzas con un rifle de bajo calibre de 150 d¨®lares puede acercarse y pegarle 50 tiros. A veces lo dejan solo herido y le cortan el cuerno a¨²n en vida. Una agon¨ªa terrible. Una vez arrancado el cuerno, lo montan en camiones, sobornan a quien haya que sobornar y lo introducen en Mozambique desde donde lo mandan en avi¨®n a Vietnam. En 48 horas est¨¢ pulverizado y disponible en tiendas del mercado asi¨¢tico¡±.

?Soluciones? Nadie las ha encontrado. Concienciar a los consumidores asi¨¢ticos de que solo es un placebo: no ha funcionado. Concienciar a la poblaci¨®n africana de que un animal vivo en un parque nacional deja m¨¢s que uno muerto: no ha funcionado. Cortarle el cuerno a los rinocerontes que quedan para que no tenga valor matarlos: ha paliado algo, pero tampoco erradica el problema. En algunos pa¨ªses, como?Zimbabue o Botsuana, es legal disparar a matar si encuentran a un furtivo dentro de un parque nacional.
Solo entre Sud¨¢frica, Namibia y Botsuana suman unas reservas de 40 toneladas de cuernos decomisados u obtenidos por muerte natural de rinocerontes. En cada reuni¨®n del CITES (Convenci¨®n sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) se plantea sacarlas al mercado de forma legal para eliminar el furtivismo y permitir, durante los a?os que ese stock pueda abastecer el mercado, que se recupere la especie. Pero en cada votaci¨®n gana el no. ¡°Curiosamente, mientras los pa¨ªses africanos est¨¢n a favor de la medida, que adem¨¢s les reportar¨ªan buenos ingresos¡±, afirma Serralta, ¡°los pa¨ªses del primer mundo votan en contra. ?Qu¨¦ oscuros intereses les mueve a votar que no?¡±

El caso es que unos por otros ninguna soluci¨®n ha surtido efecto. Llevan 50 millones de a?os sobre la Tierra. Pero a este ritmo tus hijos no los conocer¨¢n.
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