La otra herencia de Franco
La izquierda maneja bien ¡°Francia¡± o ¡°Italia¡±, pero se atasca en ¡°Espa?a¡± y acude a ¡°Estado espa?ol¡±
Como inauguro secci¨®n y no quiero arriesgar, comenzar¨¦ por lo seguro, como Rajoy cuando sale por tautolog¨ªas: Franco hizo mucho da?o a la izquierda. Para empezar, lo sabido y ¨²ltimamente olvidado: la represi¨®n recay¨® fundamentalmente en sindicatos y organizaciones de izquierda. Y se concentr¨®, especial y no sorprendentemente, en las zonas m¨¢s pobres. Los perdedores habituales, los sin aldabas. Se conocen bien los casos de Sevilla y Badajoz; algo menos, que en Burgos o Santander se fusil¨® a m¨¢s gente que en toda la comunidad vasca y eso sin tener en cuenta la enorme diferencia en habitantes.
Con todo, el da?o m¨¢s hondo afect¨® a las ideas. Incluso a algunas que son condici¨®n de posibilidad de la pol¨ªtica en tanto comprometen el reconocimiento del inter¨¦s general, del espacio de ciudadan¨ªa. Anecd¨®ticamente, se deja ver en esa izquierda que maneja con naturalidad ¡°Francia¡± o ¡°Italia¡±, pero se atasca ante ¡°Espa?a¡± y acude al ortop¨¦dico ¡°Estado espa?ol¡±, por cierto, genuinamente franquista. Hay en ello, y bienvenido sea, una saludable prevenci¨®n ante el nacionalismo espa?ol, por lo dem¨¢s, bastante innecesaria, habida cuenta su condici¨®n residual, seg¨²n muestran distintas investigaciones. M¨¢s grave es que la alergia a Espa?a arrastra a la idea misma de Estado y, con este, a la del imperio de la ley. No es una broma, porque quien desprecia al Estado y se pitorrea del cumplimiento de la ley desprecia a los m¨¢s d¨¦biles. La ley es el poder de los sin poder.
El bloqueo se extiende hasta en el uso de ¡°ciudadanos espa?oles¡±. Como Franco, quien, que yo sepa, jam¨¢s us¨® el sintagma. Algo que, por cierto, ha rentabilizado el nacionalismo al imponer sus met¨¢foras, entre ellas, esa ¡ªque viene de la dictadura¡ª de calificar como ¡°emigrantes¡± a ciudadanos que cambiaron de regi¨®n en busca de trabajo. El sost¨¦n del relato ¡°deben integrarse en una tierra que los acoge, les da trabajo y a la que deben gratitud¡±. Sobre ese terreno ha levantado su entera maquinaria la destrucci¨®n nacionalista del ideal ciudadano. Otra herencia: quienes llegaron sin conciencia ciudadana, por Franco, siguieron dudando de si pod¨ªan reconocerse plenamente catalanes, de si cumpl¨ªan los requisitos de identidad establecidos por el nacionalismo. El virus se hab¨ªa inoculado: s¨ª la integraci¨®n es una cuesti¨®n de grados y m¨¦ritos, hay buenos y malos catalanes. La ciudadan¨ªa es cu¨¢ntica: todos iguales.
Los efectos de la distorsi¨®n no son peque?os. Si prescindimos del l¨¦xico de ciudadan¨ªa mal podemos hablar de derechos y aun menos de redistribuci¨®n, que solo se puede calificar de justa cuando se produce entre individuos (la otra, esa chatarra de la ¡°solidaridad entre los pueblos¡±, la caridad, es compatible con agudas desigualdades sociales). El desprop¨®sito tiene, si quieren, hasta su escenificaci¨®n. El pasado julio, cuando en el Congreso de los Diputados el Rey record¨® que ¡°fuera de la ley solo hay arbitrariedad, imposici¨®n e inseguridad¡± e Iglesias le reproch¨® que no hubiera hecho ninguna menci¨®n a la pluralidad. De un lado, Kant y el republicanismo. De otro, Savingy y el Volksgeist.
Definitivamente, la culpa es de Franco.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.