Espa?oles, Franco... ha vuelto
El soberanismo alerta contra el rebrote del franquismo cuando es en Catalu?a donde se ha suspendido la democracia
La pol¨ªtica espa?ola tiene muy arraigada la versi¨®n celtib¨¦rica de la ley de Godwin, de acuerdo con la cual todo debate o toda conversaci¨®n que se prolonga en l¨ªnea recta termina abocando en las referencias de Franco o del franquismo. Ha adquirido el caudillo una extraordinaria actualidad, incluso se dir¨ªa que ha resucitado, de tanto que Podemos y el soberanismo victimista se preocupan de convocarlo en las movilizaciones de ardor libertario.
Un buen ejemplo, el discurso que Joan Tard¨¤ protagoniz¨® anteayer en la kermese de la Conseller¨ªa de Econom¨ªa. Ve¨ªa a los grises donde no estaban. Y alertaba del aparato represor de Madrid, cuando eran los guardias civiles los que estaban secuestrados por la turba. No importa.
Han acordado los soberanistas y los podemistas que nuestra democracia, si la hubiera, es la hija ileg¨ªtima del r¨¦gimen del 78, y que acecha el l¨¢tigo del general¨ªsimo.
Tienen toda la raz¨®n, pero no porque Rajoy haya virado de Pontevedra a El Ferrol , sino por la transgresi¨®n democr¨¢tica que amenaza el porvenir de Catalu?a. Pues es all¨ª donde el refer¨¦ndum se ha ama?ado en la tradici¨®n del pucherazo franquista; donde se ha coartado e intimidado a la oposici¨®n; donde se ha engendrado un fabuloso relato de propaganda patri¨®tica y de mitos fundacionales; donde se ha recusado al poder judicial; donde se ha sometido el Parlamento al poder ejecutivo hasta convertirlo en una c¨¢mara decorativa; donde se han instrumentalizado los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos; donde se han amordazado las voces discrepantes; y donde se ha consolidado un sistema clientelar que discrimina el aliado del enemigo, expuesto este ¨²ltimo por a?adidura a la presi¨®n del movimiento montonero que representa la muchachada de Arran.
Nos habla Pablo Iglesias de que Espa?a se encuentra en una situaci¨®n de emergencia democr¨¢tica y menciona en vano el fantasma de Franco, como si el problema embrionario de esta crisis de libertades y de derechos estuviera alojado en La Moncloa y como si la aversi¨®n a Rajoy, tan compartida en el espectro de la izquierda, pudiera encubrir los comportamientos filo o proto franquistas que proliferan en la estrategia desquiciada del soberanismo.
El problema de equiparar la Espa?a contempor¨¢nea con la dictadura de Franco no s¨®lo implica una degradaci¨®n hiperb¨®lica de la democracia que disfrutamos en su imperfecci¨®n. Supone un ejercicio de frivolidad respecto al trauma de un r¨¦gimen totalitario que se prolong¨® cuarenta a?os a expensas de las libertades, la transparencia y el Estado de derecho mismo. La negligencia pol¨ªtica en que pueda haber incurrido Rajoy no es equiparable a la subversi¨®n del soberanismo. Y son Puigdemont, Junqueras, Tard¨¤ y Forcadell quienes parecen obsesionados no por advertirnos del rebrote del franquismo, sino de participar en la tentaci¨®n de imitarlo. Es en Catalu?a donde la democracia ha adquirido una dimensi¨®n decorativa e instrumental. Y donde el caudillo ha encontrado estertores para seguir respirando.
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