Merkel, el peligroso abrazo de la madre protectora
La canciller aparece como el pilar que sostiene la casa, la l¨ªder capaz de garantizar la estabilidad y dar la sensaci¨®n de que alguien est¨¢ al tim¨®n
Quienes hayan visto Heimat, una cr¨®nica de Alemania entender¨¢n mejor por qu¨¦ Angela Merkel ha sabido proyectarse durante tanto tiempo como una l¨ªder indiscutible pese a que muchos de sus rasgos la situar¨ªan m¨¢s bien como una antil¨ªder. Aunque debilitada, ha recibido el aval para un cuarto mandato, con lo que sumar¨¢ 16 a?os al frente del Gobierno alem¨¢n. ?C¨®mo se explica tanta longevidad pol¨ªtica mientras muchos de sus colegas europeos han sido barridos por los vientos de la crisis?
La figura de Merkel se acerca mucho a lo que simboliza el personaje Maria Simon, protagonista de Heimat, la serie de culto en la que Edgar Reitz ha querido condensar con un puntillismo cautivador las esencias de la cultura alemana. Como Maria Simon, Angela Merkel es el pilar que sostiene la casa. Ella es la madre, die Mutter. Es la mujer discreta y fuerte que lucha, resiste y acoge para mantener la casa (la patria) en pie. A diferencia de Theresa May o Hillary Clinton, que exhiben un liderazgo m¨¢s agresivo, el de Angela Merkel es maternal y pausado. Con sus chaquetas siempre iguales y un peinado que no ha cambiado en d¨¦cadas, Merkel no hace concesiones: ella es ella y no quiere parecer otra cosa. Ella permanece. Como la casa.
En un tiempo, no ya de cambio sino de metamorfosis del mundo, como se?ala en su ¨²ltima obra Ulrick Beck, los alemanes necesitaban confiar en el valor seguro de un liderazgo discreto pero firme. Sentirse seguros bajo el instinto conservador de Mutti Merkel, la madre protectora. Si lo que predomina es la inquietud por el futuro, el presente pasa a un segundo plano. No importa que la situaci¨®n objetiva de muchos alemanes haya empeorado, que hayan aumentado las desigualdades y el empleo sea hoy m¨¢s precario y peor pagado. Tampoco que ella sea la principal responsable de unas pol¨ªticas de austeridad que han mantenido la econom¨ªa de la UE al ralent¨ª y han castigado al sur con indiferente frialdad. A los alemanes no les ha ido tan mal y durante todo este tiempo de crisis no han visto en Merkel a la ejecutora de una agenda social regresiva, sino una l¨ªder capaz de garantizar la estabilidad y dar la sensaci¨®n de que alguien estaba al tim¨®n cuando las aguas se pon¨ªan bravas.
Es el miedo al futuro lo que ha hecho crecer en toda Europa, tambi¨¦n en Alemania, una reacci¨®n xen¨®foba. Merkel hubiera podido combatir el auge de la ultraderecha como hizo Nicolas Sarkozy, abrazando parte de su discurso. Pero una madre no se deja llevar por la impetuosidad de sus hijos m¨¢s exaltados. Mira al horizonte y se mantiene firme, como ella ha hecho con la acogida de refugiados. Merkel ha logrado proyectarse como una l¨ªder centrada y centrista, y eso le ha permitido compensar por el centro lo que de todos modos iba a perder por la derecha. El gran perdedor ha sido el partido socialdem¨®crata, que ni siquiera con el mejor candidato posible, el experimentado Martin Schulz, ha logrado remontar. Gobernar con Merkel es una opci¨®n de alto riesgo, como han comprobado primero los liberales y ahora los socialdem¨®cratas. El riesgo de perecer en el abrazo de la madre protectora.
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