Serrat y Catalu?a
Ante el olvido, la mediocridad, la ignorancia, las canalladas, la indignidad, el totalitarismo, de muchos, yo me pongo al lado de quien se posicion¨® contra todos los dictadores, desde Franco a Pinochet pasando por Videla, y es un ciudadano orgulloso de haber nacido en Barcelona y en Espa?a. Por eso no se alinea con ninguna dictadura porque todas pasan por ignorar las leyes e imponer las que solo esa minor¨ªa que quiere el poder para beneficio propio se inventa. Los totalitarios son fan¨¢ticos, y solo creen en su verdad, no hay otras. Joan Manuel Serrat es m¨¢s catalanista que todos los que se llaman a s¨ª mismos independentistas, y lo es sin dejar de ser espa?ol, porque ambas identidades son compatibles. Quienes alzan hoy la voz contra ¨¦l son mezquinos e injustos. Y con un tono humilde, con el lenguaje de la calle tan propio de ¨¦l, huyendo de solemnidades y palabras ampulosas, ha dictado desde Chile toda una lecci¨®n de convivencia, sabiendo que sus palabras van a tener eco, pero sin importarle, una vez m¨¢s, ponerse al lado de los dem¨®cratas. Serrat no se merece ni una sola cr¨ªtica, muchas de ellas insultantes, de nadie. Y se merece todo el respeto que se ha ganado con su trayectoria art¨ªstica y social.¡ª Dionisio Rodr¨ªguez Castro. Villaviciosa de Od¨®n (Madrid).
En otras circunstancias las declaraciones de Serrat habr¨ªan tenido influencia, pero despu¨¦s de hacer intervenir a la fiscal¨ªa antes del 1-O salen con p¨®lvora mojada. Los soberanistas estaban en debilidad, en las encuestas por cansancio y por la chapucera convocatoria. Con suerte, un 50% de participaci¨®n y como mucho un 36% de s¨ªes sobre el censo, sin legitimidad para nada. Ese era el momento para la justicia y para ofrecer con generosidad una salida honrosa. Ahora el debate solo es el Estado contra Catalu?a y se extiende en la calle. Rajoy ha ca¨ªdo en la trampa y el soberanismo est¨¢ en la ¨²nica situaci¨®n que les quedaba para tener ventaja y con un eco internacional que ni so?aban.¡ª Javier Delgado Fern¨¢ndez de Heredia. Barcelona.
Imposible no recordar en estos d¨ªas el curioso detalle que en su d¨ªa llam¨® la atenci¨®n de uno de nuestros m¨¢s grandes historiadores, Jos¨¦ Antonio Maravall: que el equivalente del lat¨ªn Hispania en romance catal¨¢n, esto es, Espanya, se us¨® en fecha m¨¢s temprana que el correspondiente en romance castellano, Espa?a. Como realidad hist¨®rico-geogr¨¢fica a la que los hablantes de uno y otro pertenec¨ªan, desde luego. Faltaban varios siglos para que apareciera el concepto de naci¨®n.¡ª Pedro ?lvarez de Miranda. Madrid.
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