De Marlon (Brando) a Mario (Casas): as¨ª han evolucionado los m¨²sculos en el cine
Esculpidos, espigados, naturales, depilados... la evoluci¨®n del ideal anat¨®mico del hombre es, de alguna manera, la historia de nuestra propia existencia
La escena del beso en la orilla de 'De aqu¨ª a la eternidad' (Fred Zinnemann, 1953) es hoy un cl¨¢sico del cine, pero fue en su d¨ªa una impactante escena er¨®tica para unas audiencias acostumbradas a los besos furtivos. El torso de Marlon Brando ya hab¨ªa sentado c¨¢tedra entre las audiencias, pero era un mero objeto decorativo. Aqu¨ª el de Lancaster se convierte en algo t¨¢ctil y c¨¢lido disponible para el sexo, no solo para el escaparate. Por cierto, Lancaster (Nueva York, 1913) ten¨ªa ya 40 a?os cuando rod¨® esta escena. Demostr¨®, as¨ª, hace ya casi setenta a?os, que los m¨²sculos existen m¨¢s all¨¢ de los treinta.Y en los a?os sesenta lleg¨® James Bond, el vividor, el hombre libre que sustituy¨® a John Wayne en la cumbre de la pir¨¢mide masculina. El cuerpo desnudo de los hombres anteriores pertenec¨ªa a los ojos de una sola mujer, pero ahora Bond demostraba que se puede ser un picaflor internacional que salta de cama en cama gracias a una personalidad arrolladora m¨¢s que a un cuerpo cincelado: Connery (Edimburgo, 1930) no ten¨ªa las bondades anat¨®micas de Lancaster o Brando. Sencillamente ten¨ªa uno de esos cuerpos que se mueven r¨¢pido y ligeros por cualquier superficie, sea un submarino sovi¨¦tico o las s¨¢banas de Ursula Andress. El hombre brit¨¢nico llegaba para decirle al americano que los m¨²sculos no eran necesarios para ser el hombre m¨¢s deseado del mundo. A¨²n no hemos superado esa batalla.Cordon PressPero la espectadora media ya hab¨ªa visto a Brando y, aunque Sean Connery estaba muy bien, quer¨ªa golosinas para la vista. Warren Beatty (1937, Virginia, EE UU) fue la respuesta a sus plegarias: m¨¢s guapo, m¨¢s fuerte y m¨¢s alto, protagoniz¨® en los a?os sesenta una serie de pel¨ªculas a mayor gloria de su f¨ªsico. El mundo asist¨ªa a los brazos m¨¢s fibrados que hab¨ªan visto en la gran pantalla (mientras los gimnasios empezaban a encargar m¨¢s m¨¢quinas de b¨ªceps) y para la posteridad, por su capacidad ejemplificadora de todo esto, quedar¨¢ su papel de gigol¨® en 'La primavera de la se?ora Stone' (Jose Quinteiro, 1961), donde la viuda Vivien Leigh decid¨ªa que esos brazos eran raz¨®n suficiente para dilapidar su fortuna.Y entonces llegan los setenta, la liberaci¨®n sexual y las teor¨ªas de Andy Warhol sobre la fama. Y Joe Dallesandro (1948, Florida, Estados Unidos) se inventa algo que hoy es habitual pero por aquel entonces result¨® inaudito: ser famoso solamente porque es guap¨ªsimo. El modelo se dej¨® querer de todas las maneras (vestido, desnudo, despierto, dormido) en cientos de sesiones fotogr¨¢ficas y decenas de pel¨ªculas 'underground' que, ¨²nicamente gracias a su cuerpo cincelado en las calles, pasaron a ser populares. Joe, los 'influencers' de Instagram del siglo XXI te saludan y te dan las gracias por todo.Cordon PressY llegan los ochenta y su intenci¨®n de mezclarlo todo para crear el producto cultural 'mainstream' definitivo. Y resulta que, en el caso que nos ocupa, fue algo parecido a Tom Selleck (Detroit, 1945): un hombre que serv¨ªa para el matrimonio, para la paternidad, para la lujuria, para la lucha y para presentar en casa a la hora de comer. El vello se impon¨ªa en la d¨¦cada como respuesta a esos modelos l¨¢nguidos de los setenta. El torso esculpido, s¨ª, pero no demasiado, que el gimnasio no pod¨ªa restar tiempo a los negocios. Para que el gimnasio fuese negocio habr¨ªamos de esperar a los anuncios de Calvin Klein.Su personaje de 'Falcon Crest' (1981-1990) inaugur¨® la tradici¨®n de un poco de golosina visual en cada culebr¨®n para las se?oras (y algunos se?ores). Lorenzo Lamas (California, 1958) fue el ¨²nico actor en aparecer en todos los episodios de la serie y a menudo lo hac¨ªa ligero de ropa para recalcar su papel de heredero y playboy de buen coraz¨®n. Los tatuajes, hasta entonces reservados al malo de la pel¨ªcula, hac¨ªan acto de presencia y pasaban de ser se?al de peligro a fetiche sexual.Y lleg¨® Calvin Klein e hizo del m¨²sculo una marca registrada. Los noventa ya no quer¨ªan a figuras protectoras ni a yuppies musculados representantes de un modelo econ¨®mico y cultural que se iba a fre¨ªr esp¨¢rragos. El chico malo que ya intu¨ªamos en Lorenzo Lamas tom¨® forma en Marky Mark (hoy Mark Wahlberg, Massachussetts, 1971), pero liberado de cualquier intenci¨®n de agradar a una suegra. Las marcas hac¨ªan "pst" en el hombro de los j¨®venes cuando sus padres no miraban y ¨¦l era perfecto para el papel: exconvicto, rapero y cuadrado gracias a una suma de peleas y gimnasios. Populariz¨® un gesto que hasta entonces a ninguna mente precavida se le hubiese ocurrido incluir en un anuncio publicitario. La marca ya hab¨ªa fotografiado a hombres fuertes en ropa interior en los ochenta, pero era la primera vez que las vallas publicitarias nos mostraban a un chico agarr¨¢ndose su sexo y mir¨¢ndonos fijamente. Herb Ritts obr¨® el milagro.Calvin KleinPero ojo: el 'grunge' empezaba a cobrar fuerza y Brad Pitt (1963, Oklahoma, EE UU) result¨® ser una mezcla perfecta entre un guapo de anuncio y el chico atormentado sin futuro que ya no escuchaba a Michael Jackson sino a Soundgarden. De hecho, en 'Thelma & Louise' (Ridley Scott, 1991) daba a la primera el mejor orgasmo de su vida, pero luego se escapaba con todo su dinero. El guaperas fibrado hab¨ªa aprendido la lecci¨®n en una nueva coyuntura econ¨®mica: mirar y disfrutar de ¨¦l tiene un precio. Al gigol¨® que interpretaba Warren Beatty en 'La primavera de la se?ora Stone' le hab¨ªa salido un hijo atracador de bancos y rompecorazones profesional. El mundo entero dese¨® que alguien parecido le robase igual que a Thelma.Bruce Willis (Idar-Oberstein, 1955) no se parec¨ªa en nada a estos nuevos t¨®tems juveniles y cincelados de la sexualidad masculina, pero arrastraba desde los ochenta una imagen impecable por hacer lo que le daba la gana. En 'Luz de luna' (1985-1989) se arremangaba los trajes caros, los manchaba y los romp¨ªa. Y en 'Jungla de cristal' (1988) necesitaba estar semidesnudo para moverse mejor mientras mataba a terroristas alemanes. Por primera vez un 'sex symbol' masculino atra¨ªa tanto a hombres (que quer¨ªan ser como ¨¦l) como a mujeres (que quer¨ªan estar con ¨¦l). Todo gracias a una estructura corporal que no era carne de gimnasio, sino un beso de la gen¨¦tica: ¨¦l era as¨ª. Qui¨¦n va a reprochar nada a un tipo que tuvo suerte cuando la naturaleza reparti¨® osamentas.Que Leonardo Dicaprio (1974, California, EE UU) se convirtiese en uno de los actores m¨¢s deseados de la segunda mitad de los noventa gracias a 'Romeo + Julieta' (Baz Luhrmann, 1996) y, sobre todo, a 'Titanic' (James Cameron 1997) fue un acto de justicia hacia los cuerpos m¨¢s delgaditos. Ellos tambi¨¦n pod¨ªan conseguirlo. Para cuando lleg¨® a 'La playa' (Danny Boyle, 2000), pel¨ªcula a la que pertenece la imagen, Dicaprio ya hab¨ªa trabajado en su f¨ªsico, pero su aspecto en las dos pel¨ªculas anteriores era refrescantemente "normal" para una industria que ya hab¨ªa reclutado al ultramusculado Mark Wahlbergh y lo intentaba convertir en su nueva estrella (noticia: lo consigui¨®).Y siguiendo la estela del gal¨¢n delgado y t¨ªmido, Inglaterra lanz¨® su propia bomba H: Jude Law (Londres, 1972). ?l fue la respuesta socarrona, mejorada y algo m¨¢s velluda a Leonardo. Alguien capaz de derretir corazones por unos ojos profundamente azules y una cara que parec¨ªa hecha de encargo. Las c¨¢maras de cine perfeccionaban su definici¨®n y ya no la usaban para enfocar cuerpos de h¨¦roes, sino primer¨ªsimos planos de rostros ani?ados y llenos de dudas. Pese a todo, y como esto es el cine, ten¨ªan que tener buena pinta en ba?ador. En 'El talento de Mr. Ripley' (Anthony Minghella, 1999), Jude Law sac¨® un diez en ese examen. Los gimnasios empezaban a revelarse menos necesarios que las herborister¨ªas: para conseguir ser algo parecido a DiCaprio o a Law ya no era necesario hacer b¨ªceps, sino hidratarse la piel y comer vegetariano.Pero entonces uno de esos actores de rostro inmaculado, surgido adem¨¢s a la vez que Dicaprio o Law, decidi¨® volver al gimnasio. Su nombre es Matthew McConaughey (Texas, 1969) y se convirti¨® en el ep¨ªtome de todo lo que iba a venir: m¨²sculos, m¨²sculos, m¨²sculos por aqu¨ª y por all¨ª, el hombre mostrando orgulloso su cuerpo, cientos de miles de usuarios de Internet dispuestos a admirarlo en detalle en webs como Perez Hilton o The Superficial. A mediados de los 2000 empezaba el reinado de "est¨¢ pasando, se lo estamos contando" en todo lo referente a la celebridad y los actores necesitaron volver a estar perfectos en cada visita a la playa. Matthew lleg¨® a re¨ªrse de su propia condici¨®n de Ken humano para una nueva generaci¨®n en sus papeles en la saga 'Magic Mike'. Otra de las reglas del nuevo adonis: encima ten¨ªa que presumir de sentido del humor.CordonY la moda tambi¨¦n respondi¨®: tras una ¨¦poca en la que los modelos masculinos ten¨ªan que ser muy flaquitos para embutirse en un traje de Slimane, los anuncios de colonia empezaron a reclamar para s¨ª lo que el cine ya hab¨ªa establecido de nuevo: el macho expansivo, desafiante y 'fucker' definitivo. Gandy (Essex, 1970) lo personific¨® mejor que nadie: el cuerpo enorme y los m¨²sculos ultradesarrollados eran aplacados por un rostro con modernas imperfecciones (esa nariz enorme) y ojos de serpiente, pero de una serpiente rendida. Su estela la recogi¨® el norteamericano Sean O'Pry (Georgia, 1989) hasta el punto de superar al maestro: hoy es el modelo mejor pagado del mundo.Y la industria cinematogr¨¢fica espa?ola tom¨® nota, obligada casi a punta de pistola por la televisiva. No hab¨ªa m¨²sculos en 'Al salir de clase' hace 20 a?os, pero no existe hoy una sola serie donde las tabletas de chocolate no tengan su raci¨®n de protagonismo gratuito por episodio. Pese a que Mario Casas no fue el primero (mucho antes Hugo Silva ya ondeaba con orgullo la bandera de hombre objeto patrio), s¨ª es el ep¨ªtome de nuevo actor espa?ol que gracias a su atractivo f¨ªsico arrastra masas de espectadores de la televisi¨®n al cine. Y no solo gracias a su torso, pero s¨ª luci¨¦ndolo con orgullo cada vez que se lo piden. Hoy ser guapo y fuerte ya no es vergonzoso, ya no es cosa menor. Hoy el cuerpo masculino es un valor m¨¢s. Los gimnasios han ganado. La taquilla tambi¨¦n.Cordon Press