Por qu¨¦ la crisis de los refugiados no deja en paz a Alemania
La CDU y el SPD han perfeccionado la lucha contra la inmigraci¨®n ilegal, pero no se dan cuenta de cu¨¢l es el problema de fondo
Los polideportivos est¨¢n vac¨ªos, las leyes de asilo son m¨¢s duras, y las fronteras de Europa est¨¢n m¨¢s o menos protegidas. La crisis de los refugiados ha pasado. Sin embargo, sigue siendo la fuerza que todo lo mueve en la Rep¨²blica Federal. Determin¨® la campa?a electoral y el resultado de las elecciones, y en los pr¨®ximos cuatro a?os decidir¨¢ el futuro pol¨ªtico del pa¨ªs.
Tambi¨¦n esta legislatura tendr¨¢ que v¨¦rselas con las medidas en materia de asilo, el Reglamento de Dubl¨ªn y las expulsiones. Y con los asuntos pendientes relacionados con la integraci¨®n, as¨ª como con la protecci¨®n de los derechos fundamentales y los costes para el sistema social. Aun as¨ª, la cuesti¨®n crucial seguir¨¢ siendo la misma que late desde 2015 bajo la superficie de todo debate pol¨ªtico. La cuesti¨®n de la confianza.
La confianza es una condici¨®n de la democracia representativa. Confianza en que los representantes elegidos se orientar¨¢n seg¨²n unas convicciones fundamentales acordes con el programa electoral y la tradici¨®n del partido. Para muchos millones de ciudadanos alemanes, la crisis de los refugiados ha sacudido y destruido esa confianza.
El asunto afecta sobre todo a la Uni¨®n Cristianodem¨®crata (CDU) y al Partido Socialdem¨®crata (SPD). A finales del verano de 2015, Angela Merkel adopt¨® una ret¨®rica y una pol¨ªtica contrarias a la postura y la tradici¨®n de su partido. La CDU representa el orden, y en cambio, el Gobierno perdi¨® el control sobre qui¨¦n entraba en el pa¨ªs. Tambi¨¦n representa la supremac¨ªa de la ley y, sin embargo, no la aplic¨® a la hora de decidir qui¨¦n ten¨ªa derecho a recibir asilo y qui¨¦n no. Representa, adem¨¢s, la seguridad, y no fue capaz de impedir que los terroristas de Par¨ªs planeasen la masacre con la ayuda de unas fronteras abiertas.
Las ¨²ltimas semanas de la campa?a no hicieron m¨¢s que empeorar las cosas. La canciller defendi¨® su actuaci¨®n al tiempo que afirmaba que el a?o 2015 no deb¨ªa repetirse. Ofreci¨® la imagen de una pol¨ªtica t¨¢ctica que alcanza sus objetivos haciendo trampas. As¨ª no se gana la confianza. Al contrario. Lo que anida es la sospecha, ya que lo que ha pasado una vez puede volver a pasar. Si no con la pol¨ªtica de emigraci¨®n, quiz¨¢ con otro tema futuro. Al fin y al cabo, durante la crisis del euro y con la transici¨®n energ¨¦tica, la canciller tambi¨¦n se volvi¨® contra el programa electoral y la tradici¨®n cristianodem¨®crata, interpretando la legislaci¨®n de manera como m¨ªnimo creativa. Los electores se vuelven desconfiados.
Cualquier estudiante de administraci¨®n de empresas sabe que una marca tiene que tener una identidad clara y un mensaje inequ¨ªvoco. Solo as¨ª es posible establecer una relaci¨®n de confianza con el cliente. La captaci¨®n de electores funciona de la misma manera. Sin embargo, durante la crisis de los refugiados, los dos grandes partidos causaron graves perjuicios a sus marcas.
Tambi¨¦n el SPD. En el fondo, la cuesti¨®n de la inmigraci¨®n es una cuesti¨®n social. En el nuevo pa¨ªs, los emigrantes relativamente menos cualificados ¨Ces decir, la mayor parte de los ¨²ltimos en llegar a Alemania¨C compiten con los m¨¢s pobres por los puestos de trabajo inferiores y por las ayudas sociales. Por ello, la gesti¨®n de la emigraci¨®n es un tema de izquierdas y socialdem¨®crata. El SPD no quiso reconocerlo y se jug¨® la confianza de su clientela tradicional. Una vez m¨¢s.
Los socialdem¨®cratas dieron su apoyo a una pol¨ªtica que permiti¨® que el 80% de los emigrantes entrasen en el pa¨ªs sin pasaporte y sin comprobar qui¨¦nes ten¨ªan derecho a recibir prestaciones sociales. A muchos votantes del SPD esto les pareci¨® injusto, ya que hasta entonces el partido hab¨ªa sometido a estrictos controles a los perceptores de la prestaci¨®n b¨¢sica conocida como Hartz-IV. A esto hay que a?adir que el Gobierno aplic¨® durante a?os una pol¨ªtica de ahorro que, al parecer, no era v¨¢lida cuando se trataba de los gastos necesarios para superar la crisis de los refugiados.
El SPD trat¨® de calmar los ¨¢nimos diciendo que no iban a quitarle nada a ning¨²n ciudadano alem¨¢n. Una afirmaci¨®n lisa y llanamente falsa. La verdad es que los ciudadanos pagan impuestos, y que el Gobierno es responde de lo que pasa con ese dinero. Cu¨¢nto vuelve a los ciudadanos en forma de bajadas de impuestos, cu¨¢nto se invierte en escuelas, y cu¨¢nto se gasta en la integraci¨®n de los emigrantes.
Si los gastos del Estado aumentan, de alguien tiene que sacar el dinero. Se puede llegar a la conclusi¨®n de que est¨¢ justificado que dedicar miles de millones a la integraci¨®n sea la m¨¢xima prioridad, pero hay que debatirlo. Precisamente el SPD tendr¨ªa que haber sido el que liderase el debate. En cambio, decidi¨® posicionarse en contra de sus votantes y cortejar a la ¨¦lite defensora de la emigraci¨®n junto con los Verdes y la CDU.
Este abandono de sus tradiciones y convicciones por parte de los grandes partidos es tambi¨¦n la causa de sus severas p¨¦rdidas de votos en las elecciones. Los vencedores han sido las formaciones que, durante la crisis de los refugiados, cuidaron su identidad de marca. Alternativa para Alemania arrebat¨® votantes al SPD y a la CDU porque puso sobre el tapete las dimensiones social y cultural de la emigraci¨®n.
El Partido Democr¨¢tico Libre (FDP) atrajo a votantes de la gran coalici¨®n porque en 2015 y 2016 no dej¨® de abogar por que se impusiese el Estado de derecho, cosa que a la CDU le parec¨ªa secundaria. Tambi¨¦n los Verdes han salido relativamente bien parados debido a que permanecieron fieles a la l¨ªnea de abrir los brazos a los refugiados que ha caracterizado desde siempre su ADN pol¨ªtico.
Los pr¨®ximos cuatro a?os ser¨¢n decisivos. No tanto por la cuesti¨®n de la emigraci¨®n. La situaci¨®n extrema del a?o 2015 no se repetir¨¢, ni siquiera aunque la emigraci¨®n ilegal a Alemania se mantenga en niveles relativamente altos desde un punto de vista hist¨®rico. Con la crisis, muchos alemanes han aprendido que las fronteras cumplen una funci¨®n importante, y que es necesario dirigir y controlar la inmigraci¨®n.
Antes bien, ser¨¢n vitales para la confianza en la fuerza de la democracia. Es necesario que renazca la sensaci¨®n de que se puede confiar. La ¨¦tica del fin ¨²ltimo y la adaptaci¨®n a las encuestas no son una buena base para un debate pluralista. Hacen falta principios y convicciones que resistan por lo menos una legislatura entera.
El final de cuatro a?os paralizantes con una gran coalici¨®n y una oposici¨®n inofensiva ofrece a los partidos la oportunidad de reflexionar sobre s¨ª mismos. Para el SPD, la oposici¨®n es el lugar perfecto para hacerlo. Los eventuales miembros de la coalici¨®n ¡°Jamaica¡± lo tendr¨¢n m¨¢s dif¨ªcil. Una alianza correr¨¢ siempre el peligro de compactarse como una masa un¨¢nime de centro. La coalici¨®n CDU-FDP-Verdes solo funcionar¨¢ si, en el marco del compromiso, cada partido salvaguarda estrictamente su credibilidad, de manera que siga siendo reconocible para sus votantes, y con ello, digno de confianza.
Durante la crisis de los refugiados, los Verdes, la CSU y el FPD mantuvieron una postura clara. En la coalici¨®n, los partidos deben permanecer firmes. No ser¨¢ f¨¢cil. Sin embargo, lo m¨¢s dif¨ªcil le espera a la CDU, ya que tendr¨¢ que encontrar la manera de volver a una posici¨®n bien definida desde su arbitrariedad. En un Parlamento con seis grupos, los partidos van a tener que cuidar su identidad de marca. Ahora los electores tienen m¨¢s donde elegir, y no se limitar¨¢n a decidirse por aquel partido que les guste a primera vista, sino que lo har¨¢n principalmente por aquel en el que puedan confiar que va a defender sus intereses a lo largo de los pr¨®ximos cuatro a?os.
Klaus Geiger es redactor jefe de Internacional de Die Welt.
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