Querido Pablo Iglesias

Usted sabe que Espa?a vive ahora en estado de peligroso insomnio. Una parte del pa¨ªs se quiere separar del otro; basa esa pretensi¨®n en disgustos reales y en realidades inventadas, jaleadas por quienes han amenazado la estabilidad de decenios gracias, precisamente, a las libertades logradas en estas mismas d¨¦cadas.

Usted sabe, porque ha vivido y ha estudiado y se ha expresado en este pa¨ªs, que aqu¨ª existen las libertades que usted reclamar¨ªa si Espa?a fuera ese pa¨ªs autoritario que usted mismo dice que es. Usted se ha hecho aqu¨ª, aqu¨ª se ha servido de medios y de instituciones de todo tipo, desde educativas a judiciales, para asegurar su salud intelectual y, tambi¨¦n, para defenderse leg¨ªtimamente cuando su honor ha sido vulnerado.

Usted sabe que esas apelaciones a la dictadura son delicadas, pero consiguen muchos adeptos, galvanizan a sectores importantes de la sociedad, y terminan llevando a la gente a las calles por la llama de un f¨®sforo. Ahora esa llama est¨¢ encendida, y est¨¢ peligrosamente cerca de su objetivo de incendiar el pa¨ªs que usted dice amar. Se puede incendiar, no es una broma, no es una met¨¢fora pol¨ªtica o period¨ªstica, ni es por desgracia ya una met¨¢fora po¨¦tica. Se puede incendiar.

Por ejemplo, se puede incendiar permitiendo que se diga que esos presos que ahora han ingresado en la c¨¢rcel son presos pol¨ªticos; usted sabe que ni Otegi, de quien tambi¨¦n lo dijo, ni los se?ores que ahora est¨¢n en Soto del Real son presos pol¨ªticos, sino personas que, denunciadas por las fuerzas del Estado, a las que tuvieron sometidas en una noche de infausto recuerdo, han sido requeridas por la autoridad judicial para explicar, sin ¨¦xito, su inocencia. Esa autoridad judicial decret¨® la prisi¨®n de ambos l¨ªderes sociales en funci¨®n de sus atribuciones legales, igual que decret¨® la prisi¨®n de otros ciudadanos que, ellos s¨ª, ejercen o han ejercido cargos pol¨ªticos en el seno del partido que usted quisiera fuera de las instituciones y, si es posible, de Espa?a. Esos son presos, pol¨ªticos presos, no son presos pol¨ªticos.

Usted sabe, porque lo ve, est¨¢ en todas las televisiones, y est¨¢ tambi¨¦n en las redes sociales, y adem¨¢s est¨¢ en ingl¨¦s, que estas mentiras dobladas de verdad est¨¢n siendo utilizadas para alimentar las mentiras originales del proc¨¨s, culminado parlamentariamente, en Catalu?a, aquellos d¨ªas 6 y 7 de septiembre en unas jornadas infaustas que le hicieron decir a uno de sus pr¨®ximos que no quisiera que su hijo Daniel viviera en un pa¨ªs dominado por esas fuerzas del alegre insomnio antidemocr¨¢tico que se viv¨ªa entonces y que ahora se sigue viviendo peligrosamente.

Usted sabe lo f¨¢cil que se prende un f¨®sforo; y sabe, porque aunque su guardia de corps no se lo deje llegar lo escucha y lo lee, que este incendio que vivimos no es metaf¨®rico, es real. Usted habr¨¢ escuchado o le¨ªdo las bromas que sus albanos y sus echeniques han hecho al respecto de los paralelismos desgraciados entre los incendios reales de Galicia y los incendios metaf¨®ricos que ellos, en infelices ocurrencias, relacionan con las acusaciones que su partido frecuentemente recibe. Usted los habr¨¢ sabido perdonar, pues usted hacia adentro perdona, pero hacia afuera acusa, como si perdonar, o entender, no fuera tarea tambi¨¦n de la pol¨ªtica.

Usted dice, y eso es verdad, que le amparan cinco millones de votantes; no trabaje solo para ellos, para los que siga teniendo, o para los que quiera tener; trabaje para que el pa¨ªs no se incendie m¨¢s, trabaje contra s¨ª mismo, h¨¢gase de los dem¨¢s, no crea que el espejo siempre le dice la verdad. Lea libros que no transite, lea a los que no transita; lea, por ejemplo, Tumulto, de Enzensberger, o lea Patria, que est¨¢ m¨¢s cerca, para que usted refresque qu¨¦ pasa de verdad con los sue?os que usted no condena porque considera que son vigentes utop¨ªas. O lea a Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, su poes¨ªa parad¨®jica o su Un polaco en la corte del rey Juan Carlos. P¨®ngase de veras en patriota, ya que a usted le gusta esa palabra que detestaba Neruda; p¨®ngase en patriota y d¨ªgales a aquellos a los que regala el o¨ªdo con lo que quieren escuchar que paren el reloj, que se hagan cargo de una tregua autocr¨ªtica y unilateral y digan a los suyos que dejen quietas las calles, que regresen a la legalidad que abruptamente rompieron para esc¨¢ndalo del padre de Daniel y permitan que se acabe este estado terrible de insomnio que est¨¢n viviendo los ciudadanos de Catalu?a y del resto de Espa?a en virtud de lugares comunes que son f¨®sforos que ya est¨¢n quemando en las manos.

H¨¢galo, se?or Iglesias, y le har¨¢ de veras un favor al futuro y a su espejo.