¡°Ese peri¨®dico que les trata tan mal¡±
El l¨ªder de Podemos utiliza su intervenci¨®n en el Parlamento para resucitar modos de su maestro Anguita
Al tiempo que Pablo Iglesias le aconsejaba al portavoz del PSOE en el Congreso, Jos¨¦ Luis ?balos, que desconfiara ¡°de ese peri¨®dico que le trata tan mal¡±, periodistas de EL PA?S (¡°ese peri¨®dico que les trata tan mal¡±) madrugaban en Washington para contar un tiroteo, se pon¨ªan en marcha en Londres para informar sobre el grave incendio de Latimer Road o se aprestaban en Mosc¨² a poner en orden lo que en los pr¨®ximos d¨ªas se leer¨¢ aqu¨ª sobre Chechenia o Bielorrusia.
Un peri¨®dico que trata de la realidad aqu¨ª y en cualquier parte y que ha sido se?alado en el Parlamento como ¡°ese peri¨®dico que les trata tan mal¡±, es un peri¨®dico como cualquier otro: trata de la realidad. Y para hacerlo, sus periodistas salen a la calle, miran, se re¨²nen, tambi¨¦n con pol¨ªticos (como Pedro S¨¢nchez, como Pablo Iglesias, como Mariano Rajoy o como Julio Anguita, por ejemplo). Para Iglesias, desde que se fija en EL PA?S para tomarse su propia temperatura, este es el peri¨®dico que trata bien o trata mal, seg¨²n le va a ¨¦l en la feria. Ya hace unos a?os hizo un programa (en La Tuerka) para avisar al mundo entero de la maldad que supon¨ªa EL PA?S para Am¨¦rica y para el mundo. Y luego se ha pasado parte de su vida avisando a la prensa de que se portara bien. No amedrenta: se?ala, y lleva esas se?ales al Parlamento.
Es habitual que Iglesias imite a Julio Anguita, el l¨ªder cuyo aliento marca su l¨ªnea de ataque. Y de Anguita hay mucho en las hemerotecas que se parece a lo que hace Iglesias con los medios para llevarlos a su rinc¨®n de pensar. En la hemeroteca de EL PA?S, por ejemplo, se cuenta lo que hizo Anguita para convertir un almuerzo en una ¡°insoportable presi¨®n¡± del equipo de editorialistas de este peri¨®dico.
La 'conspiraci¨®n' de La Ancha
Primera parte del texto publicado por EL PA?S el 16 de mayo de 1993
Segunda parte del art¨ªculo
Esos periodistas, entre los que estaban el director de entonces (mayo de 1993), Joaqu¨ªn Estefan¨ªa; el director que le sigui¨®, Jes¨²s Ceberio, y Javier Pradera (que hab¨ªa sido el primer responsable de Opini¨®n de EL PA?S), le preguntaron al l¨ªder comunista sobre los pactos poselectorales que se propon¨ªa su coalici¨®n, Izquierda Unida, tras los comicios inmediatos. La conversaci¨®n fue propia de este tipo de concili¨¢bulos entre pol¨ªticos y periodistas: el pol¨ªtico expone, los periodistas le preguntan. Pero Anguita sali¨® de all¨ª d¨¢ndole la trascendencia de esa ¡°insoportable¡± presi¨®n. Fue tal la pasi¨®n que puso en el supuesto acoso que este peri¨®dico public¨® dos p¨¢ginas para explicar, bajo el t¨ªtulo La conspiraci¨®n de La Ancha (16 de mayo de 1993) lo que de veras hab¨ªa pasado en el restaurante.
En esta ocasi¨®n, Iglesias le habla a ?balos de una supuesta presi¨®n sufrida por S¨¢nchez por parte de este peri¨®dico o del grupo que lo sustenta. A ¨¦l no le importa comprobar si eso fue as¨ª o no. Est¨¢ en su estrategia ¡°comprar¡± la versi¨®n que mejor le vaya. Un pol¨ªtico responsable, as¨ª como un periodista como aquellos que ayer trabajaban para EL PA?S en Washington, en Londres o en Mosc¨², preguntan qu¨¦ pas¨® de veras antes de contar cualquier cosa. Iglesias se conforma con cualquier cosa: es un narrador omnisciente, que en este caso tira para su casa. Su arte imita a Anguita. Su maestro.
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