La dial¨¦ctica del corte de mangas reflexivo

Cualquier democracia dispone de una colecci¨®n interminable de historias que han sucedido en el interior de sus parlamentos cuando se superan los l¨ªmites del lenguaje. Es decir, cuando se acaban los argumentos.

Un cl¨¢sico son las peleas. En Italia en 2011 un grupo de estudiantes que acud¨ªa a la C¨¢mara Baja para ver ¡°la democracia en directo¡± asisti¨® ¡ªesperemos que escandalizado¡ª a un vibrante intercambio de pu?etazos, y alguna patada voladora, alentado por diputados que exig¨ªan la dimisi¨®n del presidente de la C¨¢mara. ?Un episodio aislado? Depende, porque entre 1949 y 2007 la misma sala hab¨ªa presenciado ya otros 15 combates similares. Y ha habido m¨¢s desde entonces. No est¨¢ mal para los inventores de la oratoria. En 2004 el Parlamento ingl¨¦s fue escenario de una curiosa escena cuando cinco cazadores entraron a la carrera en la C¨¢mara perseguidos a toda velocidad por el servicio de seguridad, en una especie de representaci¨®n involuntaria de la caza del zorro cuya abolici¨®n se debat¨ªa precisamente en esa sesi¨®n. Por un momento Westminster fue el Circo M¨¢ximo ¡ªtal vez hubo apuestas¡ª y los cazadores fueron cazados. En Jap¨®n sabr¨¢n mucho de artes marciales pero en 2015 sus parlamentarios recurrieron a las menos sofisticadas bofetadas a mano abierta antes de debatir una ley sobre el Ej¨¦rcito. En la d¨¦cada de los noventa el parlamento de Taiwan parec¨ªa el gimnasio de Karate Kid y la Duma rusa, una taberna del Oeste. Del Oeste de Rusia, claro. En Espa?a hubo incluso a mediados del XIX un desaf¨ªo a muerte en el hemiciclo y posterior duelo a pistola ¡ªfuera de ¨¦l¡ª entre Antonio de los R¨ªos Rosas y Luis Gonz¨¢lez Brabo. Empate. Vivieron los dos.

Con estos antecedentes el corte de mangas que Lourdes Ciur¨®, diputada del PDeCAT, le dedic¨® el martes en el Congreso de los Diputados a su hom¨®logo de Ciudadanos Toni Cant¨® es una verdadera minucia. Pero como vivimos una ¨¦poca en la cual el ¨¢rbol de las minucias no nos deja ver el bosque de lo importante, tratamos de adivinar en esas an¨¦cdotas retazos del paisaje imposible de divisar.

Justo es reconocer que, desde que comenzara la hamletiana cuesti¨®n de la independencia, nadie de su partido se hab¨ªa expresado sobre absolutamente nada de una manera tan clara como la diputada Ciur¨®. Y adem¨¢s no fue consecuencia de un pronto hispano, fruto de la indignaci¨®n ante las palabras de un Cant¨® que se choteaba de la tard¨ªa aparici¨®n de los diputados del PDeCAT. Ciur¨® asegur¨® despu¨¦s que el gesto hab¨ªa sido consciente y voluntario. ¡°Lo he pensado dos minutos¡±. Lo que es un corte de mangas con seny.

Cant¨® recriminaba a sus colegas que no estuvieran a la hora en su puesto. Les acus¨® de hacer trampa por llegar al final y apunt¨® a que se les deb¨ªa revisar el sueldo. Lo hizo en tono simp¨¢tico pero con poca empat¨ªa. Al fin y al cabo no tienen claro si deben acudir o no al Parlamento ni en representaci¨®n de qui¨¦n. Cuando el l¨ªder ha sido incapaz durante d¨ªas de decir s¨ª o no, a los subordinados no se les debe pedir mayor capacidad dial¨¦ctica que un reflexivo corte de mangas.