Navegar
El Parlament ya no tiene que ser convocado. La gente llenar¨¢ las calles, haciendo in¨²tiles los debates y los votos
Navegar mecido dulcemente por olas, unas veces; conmovido el cuerpo entero por los empujones del mar embravecido, otras veces. Pero navegar, a merced del viento y las mareas, puede resultar a veces tentador para algunos marineros. Y los que se emborrachan con la ingesta desmedida del riesgo sin pararse un momento a mirar el rumbo suelen acabar reventados, con su barco hecho trizas, y los supervivientes de la tripulaci¨®n lamentando haber escogido a ese piloto que les llev¨® a los aparentemente dulces brazos de las salvajes sirenas.
Odiseo supo escapar de ellas. El astuto rey de ?taca.
Otros no. Otros se entregaron a la embriaguez de ser llevados por las masas, de ser aupados por ellas para dejarse el sentido en el viaje. Pudieron prescindir de todos los artificios in¨²tiles que se opon¨ªan a su poder creciente, tales como el Parlamento o las leyes debatidas. ?Qui¨¦nes fueron? Que les ponga nombre Puigdemont o Mike Godwin.
En realidad, el rumbo a la cat¨¢strofe ya lo emprendi¨® Puigdemont a principios de septiembre, cuando liquid¨® con un par de leyes el Estatut, el Parlament y la dignidad del soberanismo catal¨¢n.
Seguramente llevado por los cantos llenos de glamour de las sirenas de la CUP, pero empujado a la vez por los suyos, por la ANC, por ?mnium, por los profesores de Historia de instituto de Tarragona o por los periodistas de TV-3.
Entre todos ellos forman lo que Gramsci llamar¨ªa el intelectual org¨¢nico del proc¨¦s. Y entre todos llegaron a una terrible conclusi¨®n casi innombrable: el colectivo indepe no re¨²ne mayor¨ªas suficientes en votos para cambiar el estatus de Catalu?a.
Lo ha explicado muy bien Jos¨¦ Antonio Sorolla en El Peri¨®dico de Catalunya, tan denostado por los nacionalistas.
Y si no se pueden reunir las mayor¨ªas suficientes, hay una salida buena y con tintes ¨¦picos: la democracia aclamativa que teoriz¨® Carl Schmitt y es muy ¨²til para cualquier estrategia de hacerse con el poder sin tener los votos: la calle, donde se re¨²ne en masas de cientos de miles lo mejor y lo m¨¢s consciente del pueblo catal¨¢n. Ah¨ª est¨¢ la fuerza, ah¨ª la legitimidad.
El Parlament, que es el lugar donde deber¨ªa residir el alma pol¨ªtica de la comunidad, ya no tiene que ser convocado. La gente, esa gente que tanto gusta a Iglesias y a Puigdemont, llenar¨¢ de cera las calles, haciendo in¨²tiles los debates y los votos.
?Import¨® a alguien en el mundo indepe el conteo de votos y los procedimientos del 1-O? Lo que importaba era la calle. Porque los s¨ªes son menos del 40%.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.