Tiempo de banderas
El Gobierno debe volver a la propuesta concertada en el Estatuto anulado y el Govern a la legalidad constitucional vigente. Cuando haya acuerdo, ambos entender¨¢n que hubieran ganado m¨¢s con una negociaci¨®n hace diez a?os que con el enfrentamiento
El tiempo se acelera desordenadamente, estamos perdiendo el comp¨¢s, el ritmo y la pol¨ªtica de las emociones y de la improvisaci¨®n se est¨¢ apropiando del juego. Nos sentimos m¨¢s vulnerables y claro, cuando nos ofrecen una bandera la tomamos con m¨¢s facilidad y nos hacemos nacionalistas, espa?olistas, catalanistas, madridistas o barcelonistas¡ Banderas e insignias que representan una de nuestras dos mitades o identidades, la que nos mantiene unidos a la tierra, a la familia, a unos amigos, a la lengua y a una naci¨®n, frente a la otra mitad que reclama el ¡°yo soy¡± y garantiza nuestra personalidad, nuestras diferencias, la mejor autodefensa frente al gen fan¨¢tico que llevamos dentro.
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Visto as¨ª, la pregunta b¨¢sica no deber¨ªa ser si se est¨¢n exagerando los peligros del nacionalismo sino hasta qu¨¦ punto. Porque lo malo no es convivir y compartir s¨ªmbolos, lo malo es dejarse llevar para que la primera mitad devore a la segunda y entonces, al frotarnos con la bandera nos entren ganas de quemar las dem¨¢s.
En esto consiste el fanatismo, que no es locura sino odio. Un odio que juzga sin escuchar y no respeta nada y, del otro lado, amor: un amor sin control a punto de asaltarnos al menor descuido. El fan¨¢tico teme sentirse individuo, envejece sin hacerse mayor y, como un ni?o, niega los hechos para que desaparezcan. Para ellos todo conflicto supone una lucha entre el bien y el mal, entre el amigo y el enemigo, por eso rompen los puentes y lo que haga falta para que no haya vuelta atr¨¢s, ni posibilidades de arreglo. Los fan¨¢ticos de todos los lados est¨¢n creando desolaci¨®n en nombre de la democracia y convirtiendo Catalu?a en un polvor¨ªn que puede salpicar a toda Europa. Pero tienen un problema: o se santifican o terminan convirti¨¦ndose en bufones y lo saben. Por eso van a por todas.
Las diferencias que hacen significativas a Catalu?a, Madrid, Andaluc¨ªa¡ piden tratos jur¨ªdicos distintos
Dicho sin m¨¢s rodeos: ?es el nacionalismo realmente el causante de esta crisis? Muchos consideran que la causa del aumento del independentismo es el sentimiento nacional, es la autonom¨ªa, la educaci¨®n, la gesti¨®n de la cultura, los medios de comunicaci¨®n. No es verdad, el independentismo no es un fen¨®meno fabricado por la lengua, la educaci¨®n o la televisi¨®n. Qu¨¦ f¨¢cil ser¨ªa corregirlo. El independentismo es una inflamaci¨®n del sentimiento nacional alimentada, en gran medida, por decisiones pol¨ªticas torpes e interesadas de unos y otros que han encendido las pasiones y taponado la raz¨®n. No ven que por mucho que deseen la independencia y alto que la declaren no conseguir¨¢n que Catalu?a se traslade a otra parte, al igual que por muchos polic¨ªas y tribunales que intervengan el Gobierno no lograr¨¢ que cientos de miles de personas dejen de so?ar con ella durante d¨¦cadas. Una independencia que, eso s¨ª, se ve m¨¢s hermosa de lejos que de cerca.
Las batallas ya no se ganan sobre el terreno, pero aqu¨ª el fanatismo nos est¨¢ conduciendo a unas trincheras cargadas de sentimientos. El escenario del d¨ªa 27 efectivamente fue una fiesta, pero en un hospital lleno de heridos y tristeza, aunque quiz¨¢s para los protagonistas no sean suficientes y necesiten otro buen susto para detenerse y empezar a parlamentar. Porque el acuerdo llegar¨¢, a lo mejor despu¨¦s de las elecciones y a lo peor m¨¢s tarde y con mucho m¨¢s sufrimiento, pero llegar¨¢. Un acuerdo parcial, provisional, para ir tirando, como siempre, pero acuerdo al fin, no capitulaci¨®n, ni una entrega, porque ahora las dos partes saben que el otro existe de verdad, que no es un espejismo fruto de la manipulaci¨®n. Los dos saben que de aqu¨ª no se va nadie, pero tambi¨¦n que para convivir en libertad y defender la igualdad es necesario reconocer las diferencias, no privilegios, las diferencias que hacen significativas Catalu?a, Madrid, Andaluc¨ªa¡ y que exigen tratos jur¨ªdicos distintos. Pero ?ay!, ya los escucho de nuevo, ?Igualdad!, gritan desde el otro lado. Igualdad respecto a qu¨¦, les pregunto. Porque legislar precisamente consiste en establecer diferencias, en hacer distinciones, en fin, en regular de forma diferente lo que es diferente. La igualdad llevada al l¨ªmite es el infierno. El derecho a la igualdad de los art¨ªculos 14, 9, 149¡ de la Constituci¨®n tambi¨¦n nos defiende de la uniformidad, del caf¨¦ para todos, porque todos somos iguales, pero no somos lo mismo.
El primer paso siempre es el m¨¢s dif¨ªcil, hay que parar y superar la cerraz¨®n y a continuaci¨®n el nuevo Govern deber¨ªa consolidar la legalidad constitucional vigente y el Gobierno tendr¨ªa que reconsiderar la propuesta concertada en el Estatut votado, refrendado y anulado. Despu¨¦s necesitar¨¢ impulsar y acordar el procedimiento jur¨ªdico para implementar un nuevo pacto social, econ¨®mico y pol¨ªtico que nos permita resistir la otra gran crisis.
No van a ser decisiones f¨¢ciles y sin duda van a doler de lo lindo, porque los conflictos internos son m¨¢s complicados que los externos. Aunque esta vez tenemos algo de suerte, por ahora el conflicto no es religioso, ni de valores, ni de clases, simplemente es, nada m¨¢s y nada menos, de intereses: ?qui¨¦n tiene la competencia, el poder para administrar y recaudar impuestos? ?Qui¨¦n la tiene para decidir la lengua y c¨®mo educa a sus hijos? ?Qui¨¦n quiere recuperar la idea rom¨¢ntica, hace mucho tiempo superada, que identifica la naci¨®n con el Estado?
El independentismo es una reacci¨®n social alimentada en parte por decisiones pol¨ªticas torpes
Ni guerra cultural ni de valores, simplemente una muy encarnizada disputa sobre cu¨¢nto manda cada uno en la casa. Estar¨¦is de acuerdo en que visto as¨ª, el conflicto puede resolverse por una temporada. Claro que con algunas convulsiones, porque en Espa?a la vida pol¨ªtica siempre se vive de forma apasionada, incluso tr¨¢gica. El d¨ªa 27 tambi¨¦n vimos mucho movimiento innecesario y excesivo, mucha pose para quedar bien. Mucha preocupaci¨®n y poca convicci¨®n.
Sin duda se llegar¨¢ al entendimiento y ser¨¢ entonces cuando los dirigentes catalanes comprobar¨¢n que han logrado mucho menos de lo que habr¨ªan conseguido si hubieran negociado bien y actuado legalmente y el Gobierno ver¨¢ que podr¨ªa haber obtenido un pacto mejor, con menos costes para el pa¨ªs y m¨¢s ventajoso para sus pol¨ªticas econ¨®micas y sociales, si hubiera sido menos arrogante, si hubiera tenido m¨¢s o¨ªdo, intuici¨®n y sensibilidad.
En fin, hay que aguantar la presi¨®n y esperar la decisi¨®n del electorado teniendo en cuenta que lo peor no es inevitable aunque lo mejor tampoco sea lo m¨¢s probable. Sin duda, nuestro principal enemigo es el escepticismo, la creencia de que no hay remedio, porque los hay, aunque parciales, temporales y est¨¢n en nuestras manos.
Antonio Rovira es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional y director del m¨¢ster en Gobernanza y Derechos Humanos (C¨¢tedra Jes¨²s de Polanco. UAM/Fundaci¨®n Santillana).
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