Lo normal
Algunos de los genes del autismo, por ejemplo, est¨¢n implicados en la generaci¨®n de nuevas neuronas en el cerebro
Una paradoja: ?por qu¨¦ 100.000 a?os de selecci¨®n natural no han barrido los genes del autismo de nuestro genoma? Puesto que el autismo (o, t¨¦cnicamente, los trastornos del espectro autista, que incluyen el asperger y otras condiciones de diversa intensidad) dificulta la relaci¨®n social y, por tanto, reduce el ¨¦xito reproductivo, las variantes gen¨¦ticas que aumentan su riesgo deber¨ªan haber desaparecido. Es lo que dicen la teor¨ªa evolutiva y el sentido com¨²n. De ah¨ª la paradoja.
Y, por una vez, hoy podemos resolverla con un libro autobiogr¨¢fico y una investigaci¨®n cient¨ªfica. El libro es M¨ªrame a los ojos (Capit¨¢n Swing). Su autor, John Elder Robison, es un asperger de 60 a?os y ha colocado varias obras en la lista de libros m¨¢s le¨ªdos del The New York Times. Ya siendo muy peque?o, con solo tres o cuatro a?os, fue consciente de que no era como los dem¨¢s ni?os, pese a que la medicina de la ¨¦poca no fue capaz de diagnosticar su condici¨®n. En vez de eso, cuando era adolescente le colgaron el sambenito de ¡°socialmente desviado¡± porque estaba fascinado por la electr¨®nica y no hac¨ªa m¨¢s que desmontar radios y cavar agujeros en la tierra.
Pero esas extra?as man¨ªas se acabaron convirtiendo en la clave de la integraci¨®n del joven Robison en una sociedad poco predispuesta a aceptarle. Desarroll¨® las guitarras el¨¦ctricas del grupo Kiss, por ejemplo, y fue pionero en la invenci¨®n de los juguetes computerizados. En ese mundo, la ¡°desviaci¨®n social¡± de Robison ya no era tal. All¨ª esas cosas eran lo normal.
Una investigaci¨®n de la Universidad de Yale con 5.000 afectados (PLoS Genetics, 27 de febrero) ha revelado que las variantes gen¨¦ticas asociadas al autismo no es ya que se hayan mantenido en nuestro genoma, sino que muestran los signos inequ¨ªvocos de la selecci¨®n positiva, es decir, que han sido favorecidas por la evoluci¨®n. Esto implica que, en ciertas condiciones y combinaciones, esos genes aumentan el ¨¦xito reproductivo. Y los datos de Yale tambi¨¦n muestran por qu¨¦: son los mismos genes implicados en mejorar la cognici¨®n, la marca de f¨¢brica de la evoluci¨®n humana desde que nuestros ancestros se separaron del chimpanc¨¦ hace cinco o seis millones de a?os. Algunos de los genes del autismo, por ejemplo, est¨¢n implicados en la generaci¨®n de nuevas neuronas en el cerebro.
No hay un gen del autismo, sino muchas variantes gen¨¦ticas comunes en la poblaci¨®n, y que solo producen autismo en ciertas combinaciones. En otras, parecen estar detr¨¢s de la evoluci¨®n de nuestra prodigiosa mente.
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