Caos y confusi¨®n

En otra esperp¨¦ntica jornada que demuestra hasta qu¨¦ punto el soberanismo ha tocado fondo, el presidente Puigdemont someti¨® ayer a la ciudadan¨ªa a otro ejercicio de funambulismo pol¨ªtico.

Convocados los medios de comunicaci¨®n en tres horarios distintos con mensajes contradictorios sobre el contenido de los anuncios que se trasladar¨ªan a la opini¨®n publica, Puigdemont opt¨®, una vez m¨¢s, por inundarnos de ret¨®rica vac¨ªa, medias verdades y falsedades manifiestas. Pero, sobre todo, otra vez, busc¨® ganar tiempo y trasladar la responsabilidad a otra instituci¨®n ¡ªel Parlament¡ª.

Es radicalmente falso, como se?alaba el president, que haya agotado todas las v¨ªas de di¨¢logo: su incomparecencia en el Senado, que deb¨ªa tener lugar en el mismo momento en el que pronunciaba su discurso, es la muestra m¨¢s reciente de que el di¨¢logo ¡ªseg¨²n lo entiende el president¡ª solo puede versar sobre c¨®mo forzar al Estado a aceptar la independencia de Catalu?a, si por las buenas o por las malas.

Tambi¨¦n falta a la verdad Puigdemont cuando caracteriza el art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n como una agresi¨®n ilegal y autoritaria que pretende acabar con el autogobierno: una vez m¨¢s, el president obvia que es su desaf¨ªo a la Constituci¨®n, el Estatut y las sentencias del Constitucional las que motivan el recurso a un art¨ªculo que todas las Constituciones democr¨¢ticas incluyen, precisamente para tratar casos como el que estamos viviendo en Catalu?a.

No puede ignorarse tampoco su inveterada apelaci¨®n al civismo del movimiento independentista. Violar las leyes, forzar las normas democr¨¢ticas, romper la convivencia y, sobre todo, pretender privar ilegalmente de su ciudadan¨ªa y derechos a millones de catalanes y a sus representantes pol¨ªticos leg¨ªtimos dista mucho de constituir un comportamiento c¨ªvico y ejemplar.

El c¨²mulo de desprop¨®sitos que hay detr¨¢s de un discurso sombr¨ªo y amenazante no acaba ah¨ª. La convocatoria de elecciones auton¨®micas es, sin duda, una prerrogativa del president. Que por supuesto tiene que darse dentro de la ley y, como es natural, dentro del orden constitucional; no, como pretende Puigdemont, como un elemento m¨¢s en su estrategia de constante chantaje al Estado.

El caos y confusi¨®n generados por Puigdemont apunta, en ¨²ltimo extremo, a la divisi¨®n existente en sus filas. El soberanismo, que forma una extra?a amalgama de radicales antisistema y movimientos callejeros con partidos pol¨ªticos tradicionales como Converg¨¨ncia ¡ªhoy PDeCAT¡ª y Esquerra Republicana, ha consumado su fracaso: ha fracturado a la sociedad, ha puesto en fuga a las empresas, no ha logrado ning¨²n apoyo internacional y, para culminar, est¨¢ a punto de desencadenar la aplicaci¨®n del art¨ªculo 155 con el consenso de tres grandes fuerzas parlamentarias ¡ªPP, PSOE y Ciudadanos¡ª.

Se confunde Puigdemont al interpelar al PP y se?alarlo como responsable de la situaci¨®n en la que vivimos. Es el Estado y sus instituciones, en pleno uso de sus facultades constitucionales y en representaci¨®n de la ciudadan¨ªa y sus derechos, el que est¨¢ dispuesto, hoy m¨¢s que nunca, a actuar para restablecer el orden constitucional ante el caos sembrado por el soberanismo.