Salvar el acuerdo nuclear con Ir¨¢n
Los l¨ªderes europeos conocen la importancia del Plan y deben actuar en consecuencia para mantenerlo
En diplomacia, una regla no escrita indica que cuando el acuerdo en una materia concreta se estanca, conviene ampliar el marco de la discusi¨®n. Hoy, Estados Unidos parece dispuesto a revertir esta m¨¢xima con el fin de echar por tierra un acuerdo ya existente. Y no un acuerdo cualquiera, sino el acuerdo nuclear con Ir¨¢n, uno de los mayores logros diplom¨¢ticos de la ¨²ltima d¨¦cada, pese a que Donald Trump lo calificara de ¡°bochorno¡± en su discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas. Ir¨¢n siempre ha sido un negociador dif¨ªcil. En su reparto de poder confluye un sinf¨ªn de fuerzas y personalidades, a menudo contradictorias o rivales entre s¨ª, que dificultan la interpretaci¨®n ¡ªy m¨¢s a¨²n el control¡ª del curso de la negociaci¨®n.
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En la situaci¨®n actual, alcanzar un ¡°meta-acuerdo¡± con Ir¨¢n que englobe el conjunto de sus afrentas al orden internacional ¡ªno s¨®lo su programa nuclear y de misiles, sino tambi¨¦n su apoyo al terrorismo internacional, la desestabilizaci¨®n regional y las violaciones de derechos humanos¡ª resulta ilusorio. Para llegar a puerto conviene acotar, limitar al m¨¢ximo el objeto de las negociaciones.
?se fue el enfoque de las discusiones sobre el programa nuclear iran¨ª, que concluyeron con un Plan de Acci¨®n Integral Conjunto (PAIC), cuya denominaci¨®n est¨¢ alejada de su contenido, pues no abarca aspectos relativos a programas armament¨ªsticos nucleares, ni garantiza inspecciones a instalaciones militares, y la mayor¨ªa de sus disposiciones s¨®lo tendr¨¢ una vigencia de 10 a?os. El PAIC no aspiraba a abarcarlo todo, tan s¨®lo a neutralizar temporalmente la amenaza existencial que supon¨ªa el programa nuclear iran¨ª, y a sentar las bases de un compromiso constructivo susceptible de conducir al progreso en otros frentes. El acuerdo marcaba un principio, no un final.
Sin embargo, la puerta diplom¨¢tica que abri¨® el PAIC podr¨ªa estar a punto de cerrarse de golpe. Seg¨²n la legislaci¨®n estadounidense, el presidente debe, cada 90 d¨ªas, acreditar ante el Congreso que Ir¨¢n cumple con el acuerdo y que la continuada suspensi¨®n de las sanciones es ¡°vital para los intereses de seguridad nacional¡± estadounidenses. A principios de septiembre, Nikki Haley, la Embajadora de EE UU ante Naciones Unidas, dio a entender que para torpedear el acuerdo basta con que Trump diga que Ir¨¢n merece ser sancionado por cualquiera de sus varios desmanes. La clave del PAIC estriba en aislar la cuesti¨®n nuclear para que las partes puedan tratar los dem¨¢s asuntos por separado. Volver a agruparlos llevar¨ªa al fracaso del acuerdo.
A largo plazo, el repliegue de EEUU de Oriente Medio prolongar¨¢ el caos y la destrucci¨®n caracter¨ªsticos de esta d¨¦cada
Ante esta hip¨®tesis, volver a comprometer a Ir¨¢n resultar¨ªa pr¨¢cticamente imposible. En solitario, EE UU no tendr¨ªa la capacidad necesaria para imponerle sanciones lo suficientemente severas como para alcanzar sus objetivos, y la Uni¨®n Europea ¡ªarquitecto originario del PAIC¡ª se mostrar¨ªa reticente a acordar nuevas sanciones si Ir¨¢n cumple con sus compromisos. Y en ese escenario no ser¨ªa realista contar con la participaci¨®n de Rusia y China.
Las repercusiones no se limitar¨ªan a Ir¨¢n. El PAIC es un ejemplo reciente poco com¨²n de cooperaci¨®n internacional que demuestra la viabilidad de un r¨¦gimen amplio de sanciones, un aliento importante para el orden internacional basado en normas ¡ªdel que depende Europa¡ª. Si la Administraci¨®n Trump entierra el acuerdo, pondr¨¢ en serio peligro futuras iniciativas multilaterales.
Desde una perspectiva regional, el fin del PAIC agudizar¨¢ la marginaci¨®n de EEUU en Oriente Medio. El acuerdo con Ir¨¢n fue un elemento clave en los esfuerzos del presidente Barack Obama por salir de la zona, por neutralizar una de las mayores fuentes de inestabilidad y preocupaci¨®n constante para EE UU. Pero, lejos de restaurar el statu quo ante, dinamitar el acuerdo restar¨ªa a Estados Unidos casi la credibilidad que a¨²n conserva en la zona. A corto plazo, Rusia ¡ªque ya ha sacado partido de la salida gradual de EE UU de la regi¨®n para reforzar su presencia en el terreno¡ª colmar¨ªa parcialmente el vac¨ªo estrat¨¦gico. Tras erigirse en potencia clave con su implicaci¨®n militar en Siria, Rusia utiliza ahora sus recursos energ¨¦ticos para extender su influencia, con serias consecuencias geopol¨ªticas y de seguridad.
Hasta la fecha, la empresa estatal Rosneft ha cerrado acuerdos en Egipto, el Kurdist¨¢n iraqu¨ª y Libia, y su contraparte Zarubezhneft ha buscado obtener proyectos de desarrollo de petr¨®leo y gas en Ir¨¢n. Entretanto, el gigante ruso del gas, Gazprom, avanza en la construcci¨®n del llamado gasoducto TurkStream. Si sumamos a lo anterior el proyecto NordStream2, gasoducto que unir¨¢ Rusia con Alemania, se evidencia el r¨¢pido desvanecimiento de los objetivos de la UE para la diversificaci¨®n de sus fuentes de energ¨ªa, aspecto esencial para su seguridad energ¨¦tica.
A largo plazo, el repliegue de EEUU de Oriente Medio prolongar¨¢ el caos y la destrucci¨®n caracter¨ªsticos de esta d¨¦cada. El impacto se intensificar¨¢ en Europa, que se ver¨¢ crecientemente desbordada. La alternativa: que Ir¨¢n, Arabia Saud¨ª y Turqu¨ªa alcancen un acuerdo t¨¢cito, o incluso expreso, de control de la regi¨®n con exclusi¨®n de fuerzas for¨¢neas. En el contexto de hostilidades vigentes en la zona, ¨¦sta no deja de ser una remota posibilidad.
Esta situaci¨®n tambi¨¦n tiene un claro componente nuclear. El PAIC ofreci¨® una hoja de ruta para frenar la proliferaci¨®n de armamento nuclear desacopl¨¢ndolo de su vertiente energ¨¦tica, como fuente segura y fiable. Si la Administraci¨®n Trump rechaza finalmente este modelo, su aplicaci¨®n en el futuro a nuevos casos ser¨¢ mucho m¨¢s complicada, cuando no imposible.
La importancia del PAIC es bien conocida por los l¨ªderes europeos. Ahora deben actuar en consecuencia para salvarlo. Para ello, deber¨¢n establecer una relaci¨®n constructiva con Ir¨¢n; una que supere los viajes rel¨¢mpago centrados en las posibilidades de inversi¨®n europea y la promoci¨®n de una alianza energ¨¦tica, y trate otras cuestiones pendientes, como los misiles bal¨ªsticos, el terrorismo, y los derechos humanos.
El camino del ¨¦xito en esta crisis pasa por duras negociaciones, condicionalidad y, s¨ª, imponer m¨¢s sanciones. Sin embargo, no debe contemplar un escenario contraproducente de embargo total. Trump tiene raz¨®n cuando dice que hay que hacer m¨¢s para controlar a Ir¨¢n. Pero el PAIC deber¨¢ ser la plataforma para futuras acciones. De eso se trataba.
Ana Palacio, ex ministra de Asuntos Exteriores de Espa?a y ex vicepresidenta primera del Banco Mundial, es miembro del Consejo de Estado de Espa?a.
Copyright: Project Syndicate, 2017.
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