Maestros en el arte de desestabilizar
Trump y Putin son aliados objetivos en su facilidad para crear mundos paralelos
Donald Trump ya es perfectamente previsible y desde hace mucho tiempo, casi desde que se comprob¨® que la responsabilidad de la p¨²rpura presidencial no iba a reformar ni un ¨¢pice su car¨¢cter ni tampoco a moderar su desenfreno. El primer ataque terrorista bajo su mandato, con ocho muertos y una docena de heridos, perpetrado el martes en Manhattan por un inmigrante uzbeko, suscit¨® la reacci¨®n que cab¨ªa esperar del personaje: culpabilizar a los extranjeros y a los programas de adjudicaci¨®n de permisos de residencia.
Contrasta con su reacci¨®n ante la matanza de Las Vegas, en la que un francotirador asesin¨® a 58 personas e hiri¨® a 546, el balance m¨¢s mort¨ªfero en la tr¨¢gica historia de los tiroteos masivos en Estados Unidos. Nada que ver para Trump con la venta libre de armas, y apenas con la necesidad de revisar la venta de unos cargadores que convierten las armas semiautom¨¢ticas en aut¨¦nticas ametralladoras.
Trump no tiene dudas a la hora de reaccionar. Ante todo, sacar provecho: si se trata de terrorismo, vincularlo a sus pol¨ªticas de inmigraci¨®n restrictivas. Si son cuestiones que le conciernen directamente, esquivar responsabilidades y proyectarlas hacia los otros, los dem¨®cratas si es posible, hasta resucitar los ataques a su adversaria de campa?a Hillary Clinton en los casos m¨¢s graves.
Ahora lo est¨¢ haciendo ante el estrechamiento del cerco a cargo del fiscal especial Robert Mueller, en la investigaci¨®n sobre la colusi¨®n entre su campa?a electoral y el Gobierno de Putin para evitar que Clinton llegara a la presidencia. Dos de sus colaboradores, Paul Manafort y Rick Gates, han sido procesados, y un tercero, George Papadopoulos, se ha declarado culpable tras su detenci¨®n en julio. En la lista de sospechosos tiene a dos familiares: el hijo Donald y el yerno Jared Kushner. Tambi¨¦n Michael Flynn, el consejero de Seguridad m¨¢s breve de la historia y primer ca¨ªdo por el esc¨¢ndalo del espionaje ruso, tres semanas despu¨¦s de su toma de posesi¨®n. E incluso Roger Stone, un gur¨² republicano de larga experiencia que le asesor¨® en la campa?a.
Dos peligros aguardan a la investigaci¨®n de Mueller, como ser¨ªan su destituci¨®n y el perd¨®n presidencial a los inculpados. Trump tiene potestad para ambos, aun a riesgo de enfrentarse con el Senado, donde cuenta con la enemistad al menos de tres senadores republicanos. Al final del t¨²nel podr¨ªa esperarle la destituci¨®n, sobradamente merecida para quien, al decir de estos senadores, representa una amenaza para la seguridad del pa¨ªs y para el orden internacional.
Mientras tanto, siempre hay una realidad paralela a mano para eludir responsabilidades o defender lo que no tiene defensa. Trump y sus amigos est¨¢n intentando difundir el bulo de que es precisamente Hillary Clinton, la candidata perjudicada por los rusos, la que en realidad est¨¢ implicada en un esc¨¢ndalo con los rusos. Putin vive de la desestabilizaci¨®n geopol¨ªtica y Trump no puede vivir sin desestabilizar a su pa¨ªs y al mundo. Ambos son aliados objetivos en el paradigma de la pol¨ªtica digital, con su capacidad disruptiva y su facilidad para crear mundos paralelos, cosas ambas bien conocidas en nuestras latitudes.
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