Supremo, 10; Audiencia Nacional, 0

El Tribunal Supremo (TS) ha hecho honor a su calificaci¨®n de supremo.

Dio una semana m¨¢s a los abogados para preparar sus defensas; solo exigi¨® a los acusados sus m¨®viles; y decidi¨® someterlos a control; tras haber insinuado que m¨¢s que rebeli¨®n (con violencia) pudo haber una ¡°conspiraci¨®n para la rebeli¨®n¡±, o sea, no perfeccionada (sin previa violencia).

Con ello ?se muestra d¨¦bil?, ?duro?, ?contemporizador? Simplemente, sabio.

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Los magistrados son sobrios porque leen la mejor jurisprudencia. Tambi¨¦n la europea. Parecen haber estudiado con detalle la sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo de 6/12/1988 en que este enmend¨® la plana a la Audiencia Nacional y al propio TS.

Fue el caso Bult¨®, el del gran industrial Josep Maria Bult¨®, cruelmente asesinado por terroristas catalanes. Los tribunales espa?oles condenaron, por autores o c¨®mplices, a tres tipos m¨¢s que sospechosos.

Probablemente acertaron en el resultado. Pero erraron de ra¨ªz en el procedimiento. Al punto de que Estrasburgo anul¨® la sentencia ¨²ltima porque ¡°no respondi¨® a las exigencias de un proceso justo¡± seg¨²n los art¨ªculos 6.1 del Convenio Europeo de Derechos Humanos y 24.2 de la Constituci¨®n. El rid¨ªculo dom¨¦stico fue may¨²sculo.

Estrasburgo recrimin¨® a Madrid por negar a los acusados el derecho a ¡°disponer del tiempo y de las facilidades necesarias para la preparaci¨®n de la defensa¡±; porque contra lo que aleg¨®, se hab¨ªan agotado los recursos internos; porque uno de los jueces ¡°llevaba insignias franquistas en su corbata y en sus gemelos¡±, y se mostr¨® ¡°hostil hacia los acusados¡±; porque no particip¨® en las reuniones preparatorias, ni hubo ¡°un examen completo de las pruebas¡±.

En suma, por falta de garant¨ªas. La grandeza dram¨¢tica del Derecho Penal es su garantismo. Asienta la seguridad de que si no se condena a un culpable porque no hay bastantes elementos probatorios, menos a¨²n le ocurrir¨¢ a un inocente.

Por garantismo, el TS dej¨® ayer libres a sus encausados, al menos de momento. La juez Lamela, de la Audiencia Nacional, encarcel¨® a los suyos. Con la especiosa explicaci¨®n de que la demanda de ¡°suspensi¨®n¡± le lleg¨® al finalizar las declaraciones de los encausados. Y con la ins¨®lita coartada de que cada procesado podr¨¢ ¡°declarar cuantas veces quiera¡±. Podr¨¢n, quiz¨¢, pero ahora mismo est¨¢n privados de libertad.

Alega Lamela que les impone prisi¨®n para evitar su fuga, ¡°pues algunos querellados ya se han desplazado a otros pa¨ªses eludiendo las responsabilidades penales en las que pudieran haber incurrido¡±. ?Matizamos? Si otros se quedaron es porque optaron a conciencia ¡ªsabiendo el riesgo de someterse a su jurisdicci¨®n¡ª por no huir, a diferencia de Carles Puigdemont.

As¨ª que Supremo, 10; Audiencia, 0. Constitucionalistas optimistas: ojal¨¢ el Supremo opte por ¡°reclamar¡± para s¨ª, como apunta su auto de admisi¨®n de la querella, el ¡°conocimiento¡± de la otra, la interpuesta ante la Audiencia. Solo condenas tras juicio justo. Nunca resoluciones exorbitantes.