El gallego que gobern¨® Catalu?a
Portela Valladares asumi¨® el cargo en 1935 y practic¨® una intensa pol¨ªtica de gestos y un talante conciliador

El 27 de octubre, Mariano Rajoy se convirti¨® en el segundo presidente gallego de la Generalitat de la historia. El segundo pontevedr¨¦s, de hecho, pues Rajoy siempre ha ejercido como tal pese a haber nacido en Santiago. Tambi¨¦n en la primera ocasi¨®n el nombramiento lleg¨® por decisi¨®n del Gobierno central, que decidi¨® intervenir la autonom¨ªa despu¨¦s de que el govern declarase la Rep¨²blica de Catalu?a. El primer presidente gallego de la Generalitat tom¨® posesi¨®n en enero de 1935. Se llamaba Manuel Portela Valladares.
El camino que llev¨® a Portela hasta la presidencia hab¨ªa comenzado en octubre de 1934. Alejandro Lerroux, l¨ªder del centrista Partido Radical presid¨ªa el Gobierno de la Rep¨²blica. La debilidad parlamentaria de su Gobierno le hac¨ªa depender del apoyo de la CEDA, confederaci¨®n de derechas que se resist¨ªa a manifestar p¨²blicamente su lealtad al r¨¦gimen republicano. La entrada de tres ministros de la CEDA en el Gobierno desencaden¨® dos procesos revolucionarios: una huelga general insurreccional, convocada por el PSOE en toda Espa?a, y la proclamaci¨®n del Estat Catal¨¢ por un Gobierno de la Generalitat arrastrado por su consejero de Gobernaci¨®n, Josep Denc¨¢s, y sus escamots, fuerza paramilitar juvenil vinculada a Esquerra Republicana. La insurrecci¨®n catalana se sofoc¨® en diez horas. El president Llu¨ªs Companys y sus consejeros fueron detenidos. El gobernador militar, Felipe Jim¨¦nez Arenas, se convirti¨® en presidente accidental de la Generalitat y la pol¨ªtica auton¨®mica qued¨® congelada.
El primer paso para reactivarla lleg¨® tres meses despu¨¦s. La ley de 2 de enero de 1935, aprobada por las Cortes republicanas, suspendi¨® transitoriamente el Parlamento catal¨¢n. Durante ese periodo, las funciones del presidente de la Generalitat y su consejo las asumi¨® un gobernador general nombrado por el presidente. Adem¨¢s, la ley orden¨® la creaci¨®n de una comisi¨®n para estudiar si el Estado deb¨ªa recuperar alguna de las competencias transferidas a Catalu?a. Para los catalanistas y buena parte de los republicanos de izquierda, esta ley abr¨ªa la puerta a la derogaci¨®n pr¨¢ctica del Estatuto. Justo lo que deseaba la CEDA, que consideraba la autonom¨ªa catalana nociva para la naci¨®n espa?ola. El partido de Gil Robles abogaba por suprimir el Estatuto, pero termin¨® aceptando esta salida, convencido de que llegar¨ªan al mismo punto. Solo necesitaban un gobernador adecuado que aplicase la interpretaci¨®n m¨¢s centralista de la norma. La apuesta de Alejandro Lerroux por Portela Valladares obstaculiz¨® su estrategia.
El presidente eligi¨® un pol¨ªtico de largo recorrido, procedente del Partido Liberal, vinculado al autonomismo gallego y con fama de buen gestor de conflictos. Cercano a Canalejas, este lo hab¨ªa llevado al Gobierno Civil de Barcelona durante la resaca de la Semana Tr¨¢gica y su pacificaci¨®n del orden p¨²blico consigui¨® el aplauso de lerrouxistas y catalanistas. El asesinato de Canalejas lo dej¨® hu¨¦rfano, pero Portela consigui¨® reinventarse. Se traslad¨® definitivamente a Barcelona, ech¨® ra¨ªces en la buena sociedad catalana con un matrimonio que le aport¨® un t¨ªtulo nobiliario y un notable patrimonio, y mantuvo su feudo electoral en Fonsagrada. La dictadura de Primo de Rivera lo alej¨® de la senda mon¨¢rquica. Lleg¨® a la Segunda Rep¨²blica como el pol¨ªtico gallego de m¨¢s peso junto a Casares Quiroga, aunque no logr¨® articular un partido. Esto le pas¨® factura y en 1933 se qued¨® fuera del Parlamento por primera vez. Parec¨ªa condenado a retirarse, pero se reinvent¨® de nuevo, aproxim¨¢ndose al Partido Radical en el momento adecuado para ser el candidato perfecto a gobernador general.
Portela era partidario de alejar el eje nacionalista de la discusi¨®n partidista, moviendo la atenci¨®n hacia las pol¨ªticas y la competici¨®n derecha/izquierda
Lerroux quer¨ªa pacificar Catalu?a y controlarla temporalmente desde el Estado sin resultar agresivo. El pasado de Portela como gobernador civil que se enfrent¨® al pistolerismo barcelon¨¦s lo hac¨ªa aceptable para quienes esperaban una respuesta decidida, mientras que su perfil autonomista lo acercaba al catalanismo. La oposici¨®n feroz de la CEDA a su nombramiento no prosper¨®, aunque los de Gil Robles se dedicaron a esperar y poner piedras en su camino. Convertido en gobernador, Portela hizo lo que Lerroux esperaba de ¨¦l: asegurar el orden p¨²blico, rebajar la desconfianza catalanista e impulsar la reanudaci¨®n de la vida pol¨ªtica. Abogaba por trabajar todos los frentes a la vez, aunque lo primero era garantizar el derecho y el orden. Consciente de la escasez e ineficacia de los medios policiales, solicit¨® un aumento de efectivos para la Guardia Civil y la Guardia de Asalto. Revirti¨® la proporci¨®n de agentes fijos y m¨®viles, destinando la mayor parte a cubrir la calle y potenci¨® el uso de autom¨®viles. Adem¨¢s, prim¨® la coordinaci¨®n entre cuerpos de seguridad, estableciendo un mando com¨²n. Se primaba la profesionalizaci¨®n de la seguridad, la no militarizaci¨®n de los mandos y la inversi¨®n en estrategias preventivas, caracter¨ªsticas del modelo reformista de seguridad que domin¨® en Europa occidental desde el primer tercio del siglo XX.
Respecto a la situaci¨®n pol¨ªtica, Portela era partidario de alejar el eje nacionalista de la discusi¨®n partidista, moviendo la atenci¨®n hacia las pol¨ªticas y la competici¨®n derecha/izquierda. Activar una salida pol¨ªtica para ma?ana implicaba empezar a trabajar ya, fortaleciendo el catalanismo moderado y la pol¨ªtica nacional republicana de centro, ¨²nicos que pod¨ªan tender puentes y colaborar en la recuperaci¨®n de la vida pol¨ªtica. Para ello era importante aprovechar las vacantes que la rebeli¨®n hab¨ªa dejado en Ayuntamientos, diputaciones o consejo ejecutivo, modificando la distribuci¨®n del poder pol¨ªtico de cara a futuras elecciones.
La actuaci¨®n de Portela se complet¨® con una intensa pol¨ªtica de gestos y un talante conciliador. Nada m¨¢s tomar posesi¨®n devolvi¨® el retrato de Fran?esc Maci¨¢, primer presidente de la Generalitat y catalanista hist¨®rico, al despacho de presidencia, de donde hab¨ªa sido desterrado tras los sucesos de octubre. Era importante recordar, dijo, ¡°lo que hab¨ªa hecho en pro de las aspiraciones catalanas¡±. Un gesto sencillo, pero de gran carga simb¨®lica. En su primer d¨ªa visit¨® el Tribunal de Casaci¨®n y la Universidad, donde afirm¨® que apenas viajar¨ªa a Madrid, pues los problemas de Catalu?a deb¨ªan resolverse en Catalu?a, ya que su misi¨®n era defender la autonom¨ªa y el Estatuto, puestos en peligro por la declaraci¨®n del Estat Catal¨¢.
Portela Valladares dej¨® el Gobierno General de Catalu?a para convertirse en ministro de la Gobernaci¨®n en abril de 1935, dejando tras ¨¦l un reguero de opiniones favorables, incluso entre los encarcelados de Esquerra. ¡°Es de justicia se?alar que se comport¨® correctamente, actuando en un cargo tan dif¨ªcil con comprensi¨®n y simpat¨ªa para lo que representaba la instituci¨®n a su cargo¡±, escribir¨ªa Carlos Pi i Sunyer en sus memorias.
El 13 de abril el Gobierno levant¨® el estado de guerra y el 18 devolvi¨® a Catalu?a el control sobre las competencias perdidas, excepto orden p¨²blico. La ley de 2 de enero se derogar¨ªa finalmente en marzo de 1936, en tiempos ya del Frente Popular. Llu¨ªs Companys recuper¨® entonces la presidencia de la Generalitat y el Parlament retom¨® su actividad. Regresaba la normalidad pol¨ªtica. La apuesta de Lerroux hab¨ªa demostrado que cuando un Estado gestiona de manera responsable un conflicto, todo puede volver a rodar.
?Pilar Mera Costas es historiadora.
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