Ant¨ªpodas

Entre las buenas noticias del proceso soberanista, adem¨¢s de la buena salud que goza la amistad entre Julian Assange y Pamela Anderson, figura una que me hace ilusi¨®n especial, pues llevo a?os siguiendo el fen¨®meno: la conversi¨®n definitiva de la locuci¨®n ¡°en las ant¨ªpodas¡± como elemento de conciliaci¨®n, de convergencia, de reuni¨®n. De que hay buen rollo. Si escucho a alguien diciendo que est¨¢ en las ant¨ªpodas de otra persona, es decir, en un lugar radicalmente opuesto, inmediatamente entiendo que se encuentran compartiendo algo. Es as¨ª como ¡°en las ant¨ªpodas¡±, una locuci¨®n negativa, que refiere lejan¨ªa extrema de cualquier tipo, tiene unas connotaciones de lo m¨¢s pizpiretas.

Ant¨ªpodas es hoy, a buen seguro, el mayor im¨¢n de adversativas que tiene nuestro lenguaje: curioso trat¨¢ndose ella misma de una locuci¨®n de ese tipo. Es muy dif¨ªcil encontrar en el discurso un ¡°ant¨ªpodas¡± sin nada alrededor que lo matice. Por ejemplo: ¡°Yo estoy en las ant¨ªpodas de fulano, y es mejor para todos que se muera¡±. No. La palabra ha encontrado su destino como resumen habitual de eso tan cl¨¢sico de expresar las diferencias antes o despu¨¦s de los acuerdos, como una especie de denominaci¨®n de origen. Su uso revela cobard¨ªa (se coincide en algo con alguien, pero hay que hacer constar la enorme distancia entre los dos como medida de prevenci¨®n) y dignidad (sirve para explicarle al mundo que se puede pensar muy diferente de alguien, sin que eso impida que se coincida en otras cosas: no existe la impugnaci¨®n total). Aqu¨ª, para no iniciados, me obligo a distinguir entre ciudadanos, p¨²blicos o no, y nazis y basura ideol¨®gica af¨ªn con la que no existe acuerdo ni desacuerdo, solo violento rechazo sin atender a sus gustos.

El discurso sobre Catalu?a siempre ha sido un discurso rico en adversativas: en eso no se diferencia de cualquier otro. Nuestros debates son habitualmente generosos en solicitar vendas antes de tener ninguna herida, adem¨¢s de cuidar mucho el qu¨¦ dir¨¢n, algo perfectamente capaz de hundir un partido. Pero ahora mismo, adem¨¢s de eso, hay una barra libre de ¡°ant¨ªpodas¡±, un festival al que acude gente que est¨¢ en las ant¨ªpodas unas de otras y necesitan expresarlo antes de ponerse a brindar. Se produce as¨ª un resultado sorprendente: estar en las ant¨ªpodas es bueno. Si alguien te lo dice es porque ha cogido un vuelo para darte un abrazo por una causa que compart¨ªs y que conviene publicitar: c¨®mo ser¨¢ de grande la causa que nosotros, que nos odiamos, nos queremos. Pronto se dir¨¢: ¡°Qued¨¦ con fulano, que est¨¢ en mis ant¨ªpodas¡± del mismo modo que se han formado coaliciones pol¨ªticas por la misma raz¨®n: estar en las ant¨ªpodas.