Vocales
La realidad, quiz¨¢ por influencia de las palabras, se vuelve hemipl¨¦jica
Twitter es el territorio de las palabras rotas. De este modo ocupan menos espacio y se rentabilizan mejor los 140 caracteres. Pero una palabra rota es una palabra rota. Imaginemos una casa en la que, para ahorrar espacio, la vajilla estuviera compuesta de medios platos y de medias cucharas y de medios tenedores. De media nevera tambi¨¦n y de media estufa y de medio cepillo de dientes o de la mitad de la cama. Una casa con la mitad del retrete y la mitad del bid¨¦ y la mitad de la pastilla de jab¨®n. Toda la casa rota, con un 30% de microondas y un 40% de sof¨¢ y un 10% de ventanas. Y, en esa casa, una familia en la que al padre le faltaran las piernas, a la madre los brazos y a los ni?os la nariz y los labios. Todo muy econ¨®mico. Si entr¨¢ramos en ella, reconocer¨ªamos un hogar, sin duda, y distinguir¨ªamos a los padres de los hijos del mismo modo que traducimos QTL por Qu¨¦ tal, QT1BD por Que tengas un buen d¨ªa, o TKM por Te quiero mucho. ?Pero qui¨¦n vivir¨ªa all¨ª? Alguien, desde luego, que fuera la mitad de s¨ª mismo. Y no solo la mitad de s¨ª mismo en cuanto al cuerpo, sino tambi¨¦n en cuanto a la mente. Un hemipl¨¦jico total.
La realidad, quiz¨¢ por influencia de las palabras, se vuelve hemipl¨¦jica. Los contratos de trabajo est¨¢n rotos igual que los salarios, que funcionan a medio gas. La capacidad de protesta de los trabajadores ha ca¨ªdo en picado, lo mismo que la influencia de los sindicatos en el hemimundo laboral. A un amigo le escribi¨® su m¨¦dico el siguiente mensaje: ?Sgs con prblms d prstt? Que, despu¨¦s de mucho estudiar, logr¨® leer como ?Sigues con problemas de pr¨®stata? Parece que el pato, en la lengua, lo pagan las vocales. ?Y en el pensamiento? ?De qu¨¦ modo o por d¨®nde se reduce el pensamiento?
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