La guerra en Madrid

No hay ni ha habido nunca un plan estructurado para que los episodios que vivieron los habitantes de Madrid durante la Guerra Civil puedan ser recordados, estudiados, reconsiderados, asumidos y, si se quiere, finalmente olvidados. Las instituciones p¨²blicas se han desentendido de este asunto desde hace a?os y no se han cuidado las huellas que quedan de todo aquello ni ha habido voluntad de integrarlas en un relato hist¨®rico ¡ªcient¨ªfico, podr¨ªa decirse, si es que eso es viable cuando hablamos de cuestiones sociales, pol¨ªticas, simb¨®licas¡ª que diera cuenta cabal de lo que ocurri¨® entonces. Por eso resulta un tanto extempor¨¢nea la discusi¨®n que se ha producido a prop¨®sito de la conveniencia o no de proteger la casa de Peironcely, 10, en Vallecas, que fotografi¨® Robert Capa durante aquellos a?os aciagos despu¨¦s de un bombardeo y que ha quedado como s¨ªmbolo del dolor y el desconcierto de unos ni?os asediados por el enemigo desde las alturas.

Madrid fue desde el principio de la guerra el objetivo esencial de los militares golpistas, pues sab¨ªan que en cuanto la conquistaran ten¨ªan la victoria asegurada. As¨ª que hacia all¨ª dirigieron sus tropas para darle el golpe definitivo. Parec¨ªa que iban a poder conseguirlo en noviembre de 1936, e incluso el Gobierno de la Rep¨²blica se fue a Valencia, pero Madrid resisti¨®. El c¨¦lebre No pasar¨¢n se convirti¨® en la se?al del aguante y la tenacidad de sus habitantes.

Pero en Madrid ocurrieron tambi¨¦n otros actos menos ejemplares de algunos defensores de la Rep¨²blica: las checas, los paseos, el primer paso que condujo al horror de Paracuellos. Por eso no es f¨¢cil acordar un plan para salvaguardar los restos de ese pasado tan terrible y complejo. La Asamblea de Madrid ha preguntado a Patrimonio por el destino de la casa de Vallecas. Pero queda pendiente ese plan para que Madrid pueda asumir su pasado reciente. Si este existiera, seguro que se sabr¨ªa qu¨¦ hacer con el lugar que Capa fotografi¨®.