Aves del para¨ªso
Una investigaci¨®n puede dejar una crisis de nervios en tus cuerdas vocales
Con frecuencia tenemos un problema con el uniforme, o dotaci¨®n como tambi¨¦n le llaman, de nuestra selecci¨®n nacional de f¨²tbol. Hace unos a?os, se lo encargaron a una empresa rusa y la verdad consiguieron que algunos de nuestros extraordinarios atletas desprendieran un aire a azafata de alguna empresa rusa de aviaci¨®n. En esta ocasi¨®n, el problema es que la camiseta lleva una estampaci¨®n vertical con un atrevido efecto ¨®ptico cuyo resultado es una franja de color morado y podr¨ªa crearse un metamensaje recordando la bandera republicana. ?Uy, la que se ha montadooo! Lo que faltaba precisamente en estos tiempos de banderas erizadas y nacionalismos exaltados. Pero a m¨ª lo que me preocupa es esa persona en esa empresa textil que ha decidido mezclar el rojo con el azul. Pienso que deber¨ªa ser entrevistada en televisi¨®n, necesitamos conocer su razonamiento, una explicaci¨®n. El morado es un color dif¨ªcil y el naranja tambi¨¦n. Yo una vez lo mezcle con verde para una boda en Ibiza y Tamara Falc¨® me ri?¨® much¨ªsimo. Ahora me gustar¨ªa saber lo que ella opina de esta polemiqu¨ªsima camiseta.
Encima anularon la fiesta para presentarla y me sienta mal no solo por los dise?adores sino tambi¨¦n por los futbolistas. Los tratan peor que a las modelos de los a?os 90, que las obligaban a salir con dise?os imponibles y las pobres ten¨ªan que defenderlos sin ganas.
Con todas sus ganas, el papa Francisco conden¨® hace dos d¨ªas, el uso del tel¨¦fono m¨®vil durante la misa. ¡°?Alzad vuestros corazones, no vuestros telefoninos!¡± dijo. Y dijo m¨¢s: ¡°La misa no es un espect¨¢culo¡±. Entonces pens¨¦, o tiene mala cobertura o qu¨¦ equivocado est¨¢ el santo padre. La misa es un espect¨¢culo, y cuanto mejor sea el espect¨¢culo, mejor resulta la misa. ?No?
Hasta ese momento la semana parec¨ªa acogedora y, ?zas!, se volvi¨® espectacular, saltaron nuevos papeles comprometedores, como los de Panam¨¢ pero que ahora son del Para¨ªso. La lista de los que disfrutan de para¨ªsos fiscales es como la caja B de la lista de millonarios de la revista Forbes. Pero salir p¨²blicamente en la investigaci¨®n puede dejarte con una crisis de nervios en tus cuerdas vocales, como le pas¨® a Shakira, que tuvo que anular su concierto en Alemania esta semana. A m¨ª no se me fue la voz pero carraspe¨¦ cuando encontr¨¦ al ex alcalde de Barcelona, Xavier Tr¨ªas, en ese listado. Con Tr¨ªas he departido bastante porque tengo mucho im¨¢n con los alcaldes, pero nunca le v¨ª cara de tener una offshore. Ni de ser un ave del para¨ªso. Insisto en creer que la gente as¨ª lleva ropa y relojes car¨ªsimos, pero resulta que eso lo hacemos los pobretones con pretensiones. Shakira le agrega a su ingeniera financiera las fundaciones que preside. Cada vez entiendo menos a los millonarios y m¨¢s cuenta me doy de que jam¨¢s ser¨¦ uno de ellos precisamente porque no s¨¦ actuar bien ni en la cena ben¨¦fica para recaudar fondos ni delante del banquero que me dise?a mi para¨ªso artificial. Soy tonto. Shakira y el pr¨ªncipe Carlos, no.
Los que m¨¢s nos alucinan con su juego de tronos son los ministros y miembros de la realeza saudita que forman parte de la gigantesca purga efectuada por el pr¨ªncipe Mohammed bin Salm¨¢n. Hay m¨¢s presos que a?os tiene el pr¨ªncipe purgador. Todos ricos y todos acusados de corrupci¨®n. En eso Arabia y Espa?a coinciden, al parecer es una cosa que no distingue ni banderas ni nacionalidades. El pr¨ªncipe no pod¨ªa enviarlos a la c¨¢rcel pero encontr¨® la soluci¨®n m¨¢s glamurosa: meterlos en el hotel Ritz de Riad. En esas suites s¨ª que combina el morado, porque b¨¢sicamente todo es dorado y lo bueno del oro, mi amor, es que combina con todo. Esa es su nobleza. De nuevo confirmo que soy bobo. Yo quer¨ªa ser pr¨ªncipe ¨¢rabe en mi infancia, pero ahora me doy cuenta de que es mucho el riesgo de ser purgado por un pr¨ªncipe treinta?ero y terminar en un Ritz Carlton rodeado de arena. Esa soluci¨®n deber¨ªamos plantearla aqu¨ª por si alguna vez llega a haber muchos culpables en el caso Gurtel, un caso que cada d¨ªa nos pone m¨¢s verdes. Y rojos. Y morados.
De repente es como si todo el mundo hubiera decidido hacer un homenaje a esa pel¨ªcula de Berlanga, Todos a la c¨¢rcel. Pero con la decoraci¨®n de un para¨ªso artificial, como la del hotel Ritz.
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