Nada de lo que avergonzarnos

Este a?o falleci¨® mi padre. Comenz¨® su carrera de fiscal en los a?os en que ETA mataba pr¨¢cticamente a diario y termin¨® como magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Mi madre cuenta una an¨¦cdota: cuando nacieron mis hermanos gemelos en 1964, un abogado le regal¨® unas chaquetitas de punto y mi padre devolvi¨® inmediatamente el regalo: ¡°A un funcionario del Estado no se le regala nada¡±. Admiro profundamente a esa generaci¨®n que fue recta, sobria y muy valiente, creyeron en la democracia y lucharon porque Espa?a fuese de otra manera. Frente a los que, hoy en d¨ªa, quieren hacernos creer que este pa¨ªs se explica s¨®lo por su herencia franquista, siempre me acuerdo de las generaciones posteriores. Fiscales y jueces comprometidos con la justicia, m¨¦dicos que lucharon porque tuvi¨¦semos la mejor sanidad del mundo, periodistas entregados al oficio, escritores geniales. Y todo con un esfuerzo colectivo muy grande. En mi presencia no permito que se diga que este pa¨ªs es una mierda y que no puede ir a mejor. A mi hijo, le explico que no tiene que avergonzarse de su pa¨ªs, al contrario, y procuro que sea honrado como lo fue su abuelo. Va por ti pap¨¢.¡ª Elena Mart¨ªnez. Denia (Alicante).