La hora de los nacionalismos

Hasta hace pocas semanas, el debate en torno al llamado ¡°problema catal¨¢n¡± provocaba entre la opini¨®n p¨²blica espa?ola m¨¢s sensaci¨®n de desafecto que de preocupaci¨®n. Sin embargo, tras los acontecimientos del 1-O se ha puesto de manifiesto que la cuesti¨®n territorial es, de entre las distintas piezas que componen la crisis pol¨ªtica, la de mayor gravedad y trascendencia. Y as¨ª parece haberlo entendido la sociedad espa?ola. Seg¨²n el ¨²ltimo bar¨®metro del CIS, la independencia de Catalu?a se sit¨²a ahora como el segundo problema m¨¢s importante de Espa?a, s¨®lo por detr¨¢s del paro. Se trata de un cambio sustancial, pues hace apenas dos meses pr¨¢cticamente nadie inclu¨ªa esta cuesti¨®n como una de sus principales preocupaciones.

Aunque la gravedad de la crisis territorial empieza a calar ahora entre la sociedad espa?ola, esta cuesti¨®n lleva ya un lustro agitando la vida pol¨ªtica catalana. El proceso soberanista ha provocado que los dos partidos tradicionalmente centrales en Catalu?a, el PSC y muy especialmente CiU, hayan perdido esa transversalidad pol¨ªtica que les permit¨ªa cosechar tan buenos resultados en el pasado. Ya nada queda de esa vieja Converg¨¨ncia que lograba en 2010 erigirse como la fuerza m¨¢s votada tanto entre el electorado con identidad catalana como espa?ola. Hoy en Catalu?a existe poco mestizaje pol¨ªtico: cada comunidad nacional cuenta con su propio men¨² de partidos. La ¨²nica fuerza pol¨ªtica que, por ahora, a¨²n mantiene un electorado relativamente transversal en lo identitario es Catalunya en Com¨². Aunque la mayor¨ªa de sus apoyos tienen una identidad nacional mixta o espa?ola, a¨²n conservan alrededor de un 40% de sus bases con una identidad catalana.

Desde inicios de septiembre, el debate identitario ha cruzado definitivamente las fronteras catalanas y ha empezado a impregnar la vida pol¨ªtica del conjunto de Espa?a. La crisis territorial ha conseguido monopolizar la agenda pol¨ªtica del pa¨ªs y todo indica que seguir¨¢ marcando de forma determinante las coordenadas del debate pol¨ªtico en los pr¨®ximos meses. La pol¨ªtica espa?ola parece dirigirse, pues, hacia una etapa en la que la competici¨®n pol¨ªtica se dirimir¨¢ en el terreno de las identidades nacionales.

El PP puede tener dificultades para obtener r¨¦ditos del choque entre Catalu?a y Espa?a

A priori, podr¨ªa pensarse que este nuevo escenario es favorable para los intereses del PP, pues este partido suele sentirse m¨¢s c¨®modo compitiendo en la dimensi¨®n nacionalista que en la cl¨¢sica l¨®gica izquierda-derecha. En el pasado, el uso de un discurso m¨¢s de corte identitario le sirvi¨® al PP para romper las filas socialistas. Por ejemplo, en 2008 el PP de Rajoy logr¨® crecer a costa del PSOE en un contexto particularmente marcado por el debate en torno al Estatut de Catalu?a y la tregua de ETA. Entonces, el Partido Socialista pudo compensar esas fugas gracias a recibir un voto estrat¨¦gico anti-PP procedente del entorno de IU y de los partidos nacionalistas perif¨¦ricos, algo que hoy resultar¨ªa m¨¢s dif¨ªcil de lograr.

En esta ocasi¨®n existen al menos tres motivos para pensar que el PP puede tener mayores dificultades para obtener r¨¦ditos electorales de la confrontaci¨®n entre Catalu?a y Espa?a. En primer lugar, el PSOE, consciente de su debilidad en ese terreno, ha intentado evitar la confrontaci¨®n directa con el PP. Por tanto, no es de esperar que la crisis territorial abra ahora grietas preocupantes entre las bases socialistas. En segundo lugar, el PP est¨¢ hoy en el Gobierno y, por consiguiente, sujeto a la rendici¨®n de cuentas por su gesti¨®n. No es descartable que la gravedad de la crisis catalana pueda acabar pasando factura al PP si el gobierno pierde el control de la situaci¨®n. El refer¨¦ndum ilegal del 1-O dej¨® patente hasta qu¨¦ punto el proceso soberanista puede llegar a desbordar al Gobierno central. Puede que la pr¨®xima legislatura el movimiento soberanista renuncie a la unilateralidad, pero a¨²n as¨ª la crisis catalana sigue siendo un campo de minas para el ejecutivo central.

Pero el factor clave que puede dificultar al PP beneficiarse electoralmente de la crisis territorial catalana es la existencia de un nuevo competidor en la dimensi¨®n nacionalista: Ciudadanos. Desde su irrupci¨®n en la pol¨ªtica catalana en 2006, Ciudadanos goza de una acreditada y solvente hoja de servicios en su lucha contra el nacionalismo catal¨¢n. Seg¨²n su manifiesto fundacional, Ciudadanos nac¨ªa con el fin de atender a esa izquierda no nacionalista que se sent¨ªa hu¨¦rfana de opciones pol¨ªticas debido al perfil catalanista del PSC. Desde entonces, Ciutadans ha cosechado numerosos ¨¦xitos electorales, ara?ando votos inicialmente del PSC, m¨¢s tarde del PP y finalmente de CiU tras el inicio del proceso soberanista.

Rajoy ha intentado monopolizar el 155 para restar protagonismo a Albert Rivera

Sin embargo, cuando Ciudadanos empez¨® a expandirse por el resto del Estado, lo hizo con un perfil marcadamente distinto del de sus inicios. Este partido quiso presentarse ante la opini¨®n p¨²blica espa?ola como un partido reformista, cuyo objetivo era esencialmente la regeneraci¨®n democr¨¢tica e institucional del pa¨ªs. As¨ª pues, el ¨¦xito inicial de Ciudadanos en la pol¨ªtica espa?ola nada tuvo que ver con su tradicional discurso antinacionalista catal¨¢n. De hecho, el ascenso de Ciudadanos en las elecciones generales de 2015 no se explic¨® por cuestiones relacionadas con la identidad nacional sino que respondi¨® esencialmente a la desafecci¨®n pol¨ªtica y al hartazgo con la corrupci¨®n y la pol¨ªtica tradicional.

El terremoto pol¨ªtico generado por el proceso soberanista ha situado la cuesti¨®n catalana en el centro de la agenda pol¨ªtica. Ahora la lucha entre PP y Ciudadanos parece estar desplaz¨¢ndose al terreno de las identidades nacionales. Ciudadanos tiene ahora la oportunidad de recurrir a su tradicional pedigr¨ª antinacionalista catal¨¢n para ganar votos no solo en Catalu?a sino tambi¨¦n en el resto del Estado. No hay duda de que el PP es plenamente consciente de la amenaza que supone Ciudadanos si los sentimientos nacionales empiezan a impregnar la competici¨®n partidista en el conjunto de Espa?a. Es por este motivo que el Gobierno de Mariano Rajoy ha intentado a toda costa monopolizar el patrimonio del 155 y evitar que Ciudadanos cobre cualquier tipo de protagonismo en la actual crisis catalana.

En definitiva, hoy las banderas ya no solo ondean en los balcones de Catalu?a sino que tambi¨¦n empiezan a asomarse en los del resto del Estado. Nos dirigimos hacia una nueva etapa en la que las identidades nacionales podr¨ªan cobrar un protagonismo sin precedentes en nuestro pa¨ªs. Durante los pr¨®ximos meses deberemos estar particularmente atentos a la nueva pugna abierta entre PP y Ciudadanos para hacerse con el voto m¨¢s identitario. De mantenerse la crisis catalana, el nacionalismo podr¨ªa convertirse en el principal campo de batalla de la pol¨ªtica espa?ola.

Llu¨ªs Orriols es doctor por la Universidad de Oxford y profesor de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Carlos III de Madrid.