El beso

Marina tiene 19 a?os, vive en Sevilla con su hermana y con su madre. Quiere ser artista, as¨ª que se present¨® a la nueva edici¨®n de Operaci¨®n Triunfo y qued¨® entre los 16 seleccionados. El lunes estaba nominada para abandonar la Academia. Y la eliminaron. Pero antes del mal trago, su madre y su novio aparecieron en el plat¨® para darle ¨¢nimos. Se abrazaron, se besaron, lloraron y se rieron delante del resto de concursantes, todos de entre 18 y 30 a?os; del jurado (m¨¢s mayor); y de millones de espectadores que siguen el programa. A los pocos segundos, Marina y Bastian se convirtieron en el tema de conversaci¨®n en redes, salones de casa y cadenas de WhatsApp. En la televisi¨®n p¨²blica de Espa?a, una chica que se define como bisexual besaba a su novio transexual en horario de m¨¢xima audiencia.

Al d¨ªa siguiente, Paloma Rando en Vanity Fair se invent¨® la historia de una ni?a de 12 a?os de una ciudad peque?a agobiada porque es incapaz de expresar lo que siente a sus amigos del colegio y a su familia. Esa chica inventada son miles de adolescentes que probablemente el martes, despu¨¦s de ver OT, se levantaron con la fuerza suficiente para dejar de esconderse. Los mismos que ven a Alfred, otro concursante de 20 a?os, con una camiseta que dice Feminist. O a Roi, el candidato gallego de la misma edad, que le pregunta a sus compa?eras por la regla sin verg¨¹enza, solo con el inter¨¦s de comprender. Un talent show denostado por el paso de los a?os resurge como uno de los lugares en el que la generaci¨®n millennial le da una lecci¨®n de realidad a todos aquellos que dudan de los j¨®venes.