El mensaje
Solo podemos intentar comunicarnos con ondas electromagn¨¦ticas y sentarnos 25 a?os, o 25 milenios, a esperar la respuesta. ?Qu¨¦ hacemos?
Ahora que sabemos que ah¨ª fuera hay m¨¢s planetas que neuronas en nuestro cerebro, una buena idea podr¨ªa ser mandarles un mensaje, ?no es cierto? En caso de que haya alguna civilizaci¨®n inteligente, podr¨ªamos decirles que estamos aqu¨ª, y que nos echen una mano con nuestros problemas energ¨¦ticos, por ejemplo, o que nos aclaren algunas de las cuestiones filos¨®ficas que m¨¢s nos mortifican en este valle de l¨¢grimas. Tal vez los extraterrestres puedan incluso aliviar nuestras desigualdades econ¨®micas, nuestras tensiones territoriales y la pesadumbre que nos produce el prime time. Ser¨ªa tremendo.
Antes de sentarnos a escribir, sin embargo, tenemos que resolver un problema de los gordos. ?En qu¨¦ lenguaje nos comunicamos con ellos? Lo m¨¢s probable es que los marcianos no hablen ninguna de las 5.000 lenguas terr¨ªcolas, o incluso que no hablen en absoluto. Recuerden La llegada, la pel¨ªcula de Denis Villeneuve donde Amy Adams las pasa canutas para entenderse con esos pulpos hept¨¢podos que se comunican trazando unos c¨ªrculos de tinta que enseguida se desvanecen en el agua.
Y nuestro problema es mucho peor que el de Amy Adams, porque nosotros no tenemos aqu¨ª al pulpo para poder ense?arle objetos y que ¨¦l los denomine, o viceversa, ni para percibir junto a su lenguaje sus emociones y reacciones, sus movimientos y ritmos. Solo podemos mandar el mensaje en forma de ondas electromagn¨¦ticas y sentarnos 25 a?os, o 25 milenios, a esperar la respuesta. ?Qu¨¦ hacemos?
En vez de especular, tomemos un caso real, el de Douglas Vakoch, presidente de la iniciativa METI (Messaging ExtraTerrestrial Intelligence, o enviando mensajes a la inteligencia extraterrestre). En colaboraci¨®n con el festival S¨®nar de Barcelona, el doctor Vakoch envi¨® el mes pasado una serie de mensajes a la estrella de Luyten, uno de los astros m¨¢s pr¨®ximos, a solo 12,4 a?os luz del Sistema Solar, y que adem¨¢s tiene un planeta en la zona habitable.
El mensaje est¨¢ codificado en pulsos de dos frecuencias, una que significa cero y otra que significa uno. Nosotros contamos en el sistema decimal porque tenemos 10 dedos, y los luytenitas podr¨¢n tener 43 dedos o ninguno, pero cualquier bicho que sepa contar habr¨¢ descubierto el sistema binario. Y el mensaje, reconocidamente un poco sieso, consiste en contar de uno a cinco (1, 10, 11, 100, 101 en binario), hacer un par de cuentas, unos conceptos elementales de trigonometr¨ªa y una lecci¨®n de f¨ªsica. El S¨®nar ha impuesto adem¨¢s unas piezas cortas de Jean-Michel Jarre.
En 25 a?os tendremos la respuesta. O no.
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