Empat¨ªa
Deber¨ªamos dedicar unos minutos al d¨ªa para entender a nuestros semejantes y hacer de la desgracia ajena un motivo de reflexi¨®n compasiva
?Y si hacemos que la empat¨ªa sea una asignatura obligatoria en los institutos de ense?anzas secundarias? B¨¢sicamente, obligar¨ªamos a los estudiantes a ponerse en el lugar de las otras personas. S¨ª, nos esforzar¨ªamos por elaborar un plan pedag¨®gico que ayudase a nuestros adolescentes a desarrollar la emocionalidad de la empat¨ªa. Ser¨ªa un laboratorio de pr¨¢cticas con tareas precisas. La primera lecci¨®n durar¨ªa tres semanas y les tocar¨ªa vivir en la calle con indigentes. Tendr¨ªan que acompa?ar a los hombres y mujeres de edad y nacionalidad indefinida que deambulan melanc¨®licos y sin apenas posesiones por las ciudades y pueblos. Buscar en las miradas de esos rostros arrugados alg¨²n vestigio de la luz de su primera juventud.
Los alumnos no solo deben encontrarse con los necesitados sin hogar, sino que, al ejercicio de escoltarlos, acompa?arlos y observarlos, se debe sumar el esfuerzo de escucharlos y tratar de imaginar c¨®mo fue su vida a trav¨¦s de las cosas que les cuenten. Nuestros adolescentes con esta asignatura aprender¨ªan de los que han vivido vidas amargas y est¨¢n all¨ª para contarlo y darles las claves de la supervivencia m¨¢s atroz. Se recuperar¨ªa la noble tradici¨®n de honrar a los que sufren. Tambi¨¦n se celebrar¨ªa la dura vida errante y desprendida del que no tiene nada. A nuestros j¨®venes, les ayudar¨ªa pensarse a ellos mismos tal vez con 80 a?os deambulando por las calles y viviendo el d¨ªa a d¨ªa. El Carpe diem m¨¢s puro y humilde.
Por otra parte, si se coordina bien la asignatura y se reparten las semanas de forma organizada, tal vez podamos garantizar compa?¨ªa y seguridad sobre todo para los ancianos indigentes durante casi todo el a?o. As¨ª evitar¨ªamos que les dieran palizas esos grupos de monstruos desalmados al¨¦rgicos a la pobreza. La asignatura de la empat¨ªa tendr¨ªa ese lado pr¨¢ctico con el primer laboratorio de apoyo a las gentes sin hogar. Luego le sumar¨ªamos visitas semanales a los centros de acogida de mujeres maltratadas y otros lugares marcados por la urgencia social.
Los estudiantes evidenciar¨¢n sus capacidades y lo mucho que aprendieron siendo amables con todo el mundo. Mostrar¨¢n afecto y respeto por sus profesores, sus padres, sus compa?eros de clase y los desconocidos. Deber¨¢n lamentarse con los desdichados y acompa?arles en el sentimiento. Dedicar unos minutos al d¨ªa para entender a sus semejantes y hacer de la desgracia ajena un motivo de reflexi¨®n compasiva. Para que nunca olviden lo vivido se escribir¨¢n una carta a ellos mismos pensando en los dem¨¢s, y la recibir¨¢n dentro de 50 a?os.
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