Mi otra casa

Ah¨ª est¨¢, en un alto en la carretera. Es mi casa y mi mazmorra, el decorado de mis d¨ªas m¨¢s l¨²cidos y mis noches m¨¢s oscuras. Ah¨ª he pasado miles de horas queriendo y sin querer, porque no me quedaba otra y porque no hubiera querido estar en otro sitio. Ah¨ª he sangrado, he sudado, he llorado, he re¨ªdo, he gemido, he bramado, he tocado el cielo en la tierra y he hozado ese infierno que no arde,sino que hiela la m¨¦dula como un rej¨®n de acero inoxidable. Ah¨ª he o¨ªdo el ¨¦xtasis del primer berrido y el horror del ¨²ltimo suspiro. Ah¨ª he visto la compasi¨®n m¨¢s absoluta y la m¨¢s completa indiferencia ante el dolor ajeno en los ojos del pr¨®jimo. Ah¨ª he acariciado manos pidiendo tierra y bocas buscando teta materna. Ah¨ª he olido ¡ª?y c¨®mo hiede, madre!¡ª el hedor de la muerte y aspirado el aroma a ternerillo de un reci¨¦n nacido. Ah¨ª he sentido y visto sentir el miedo m¨¢s cerval y la esperanza m¨¢s ilusa. Ah¨ª he rezado a quien no creo porque el tiempo se detuviera y suplicado de rodillas para que todo terminara cuanto antes. Ah¨ª he dormido a pierna suelta en la cama del enfermo y he velado a otros hecha un cuatro en el potro de tortura tambi¨¦n llamado sill¨®n de acompa?ante. Ah¨ª he comido y dado de comer a otros ese rancho de batalla que a veces te sabe a gloria y otras a pez viva. Ah¨ª, en fin, he asistido a una juerga flamenca en un pasillo a la hora de la visita y a la soledad infame de quien ha de comprar cuidados y compa?¨ªa a tres euros la hora a quien los ofrece en un papelillo adherido a la puerta del v¨¢ter.

Ah¨ª est¨¢, y que dure. Lo miro cada ma?ana de ida al tajo y lo veo cada noche de vuelta a casa. Ah¨ª han nacido mis hijas y han muerto mis padres. Es el Hospital Universitario Pr¨ªncipe de Asturias de Alcal¨¢ de Henares, Madrid, Espa?a, UE. Mi hospital de referencia. Mi otra casa. El sitio al que nunca quiero ir y al que siempre vuelvo por pura ley de vida. Hoy cumple 30 a?os. Bendito sea.