Farsa
Que todav¨ªa alguien crea a esa gente, que ha convertido a Catalu?a en un chiste de ¡®Charlie Hebdo¡¯ por amor a la patria, nos sit¨²a de nuevo en el franquismo m¨¢s vivo y codicioso
Cuando ¨¦ramos estudiantes universitarios, all¨¢ por los a?os setenta, ni el m¨¢s idiota se confundi¨® sobre el asunto del amor a Espa?a. Es otra de las salvajadas por las que debemos superar nuestro escepticismo acerca del nombre de Espa?a. En aquellas fechas vimos con estupor que quienes m¨¢s dec¨ªan amar a la naci¨®n, los patriotas radicales y furiosos, los que estaban dispuestos a colgarte de un puente si negabas a Espa?a, eran tambi¨¦n los que la destru¨ªan concienzudamente. Fueron los exaltados nacionalistas del franquismo los que convirtieron las costas espa?olas, de Cadaqu¨¦s a C¨¢diz, en un inmenso burdel de ladrillo. Destrozaron el litoral como nunca lo hicieron los franceses, los portugueses o los italianos con el suyo.
Simult¨¢neamente, los amantes de la naci¨®n destruyeron las poblaciones intermedias del pa¨ªs con grotescos rascacielos en medio de la nada y el derribo de todo lo que fuera monumental para poner en su lugar churrer¨ªas. Ni el m¨¢s idiota pudo creer jam¨¢s que el prost¨ªbulo en el que estaban convirtiendo a las Baleares o la Costa del Sol fuera fruto del amor a la naci¨®n. Era demasiado conspicuo que quienes vend¨ªan la tierra eran los due?os del lugar y quienes constru¨ªan eran sus jefes pol¨ªticos. As¨ª se hizo la Espa?a moderna, ese adefesio que a¨²n no se ha podido remediar.
Por eso resulta desolador que en Catalu?a haya tanto creyente que se tome en serio a la docena de megal¨®manos y corruptos, Pujol en cabeza, que ha llevado a su comunidad al mayor rid¨ªculo de su historia. Que todav¨ªa alguien crea a esa gente, que ha convertido a Catalu?a en un chiste de Charlie Hebdo por amor a la patria, nos sit¨²a de nuevo en el franquismo m¨¢s vivo y codicioso. Sus sucesores: la religi¨®n nacional al servicio de las sanguijuelas.
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