Muere Christine Keeler, la corista que sacudi¨® al ¡®establishment¡¯ brit¨¢nico
Fue protagonista del caso Profumo, el esc¨¢ndalo que contribuy¨® a la ca¨ªda del Gobierno conservador de Harold Macmillan, por su relaci¨®n con el ministro de la Guerra en los sesenta
Christine Keeler, la corista del caso Profumo, un sensacional embrollo que la prensa describi¨® como ¡°el esc¨¢ndalo del siglo¡± y que sacudi¨® la pol¨ªtica brit¨¢nica en los sesenta, hasta el punto de propiciar la ca¨ªda del Gobierno conservador de Harold Macmillan, falleci¨® el lunes a los 75 a?os, v¨ªctima de una larga enfermedad.
¡°Mi madre, Christina Keeler, libr¨® muchas batallas en su azarosa vida, algunas las perdi¨® pero algunas las gan¨®. Se fragu¨® un lugar en la historia brit¨¢nica a costa de un enorme precio personal. Estamos todos muy orgullos de qui¨¦n fue¡±, escribi¨® su hijo, Seymour Platt, en Facebook.
Keeler naci¨® en Uxbridge, al oeste de Londres, en 1942. Su padre abandon¨® el hogar siendo ella una ni?a, y su madre se mud¨® con su nueva pareja a una casa formada por un par de vagones de tren en Windsor. Su padrastro y ciertos amigos suyos, para los que trabajaba de ni?era, abusaron sexualmente de Keeler siendo una adolescente.
A los 17 a?os se qued¨® embarazada y, tras alg¨²n intento fallido de aborto casero, el beb¨¦ naci¨® y muri¨® a los pocos d¨ªas. Abandonada la escuela, desubicada y vaciada de ilusiones, Keeler encontr¨® trabajo en Murray¡¯s, un club nocturno del Soho, donde pon¨ªa copas y se exhib¨ªa semidesnuda en el escenario.
All¨ª conoci¨® a Stephan Ward, un oste¨®pata con una clientela abundante en poderosos pol¨ªticos y hombres de negocios. El oste¨®pata y la corista mantuvieron una relaci¨®n plat¨®nica y frecuentaban fiestas de la alta sociedad.
En una de ellas, celebrada en una lujosa finca propiedad de la familia Astor, conoci¨® a John Profumo, ministro de la guerra y figura en alza del Gobierno de Macmillan. Keeler chapoteaba desnuda en la piscina y capt¨® la atenci¨®n del pol¨ªtico conservador, casado con la actriz Valerie Hobson, a quien muchos ve¨ªan como el pr¨®ximo primer ministro. Aquel mismo 8 de julio de 1961 se encontraba tambi¨¦n en la fiesta Yevgeny Ivanov, agregado militar en la Embajada sovi¨¦tica en Londres y amigo de Ward. Ambos se convirtieron en amantes de Keeler.
Adem¨¢s de Profumo e Ivanov, Keeler manten¨ªa relaciones con otros dos hombres, Lucky Gordon y Johnny Edgecombe. Los celos entre estos ¨²ltimos desembocaron en una reyerta en la que Edgecombe dispar¨® su rev¨®lver en el exterior de la vivienda de Ward, donde se encontraba Keeler.
La joven fue llamada a testificar y acus¨® de abusos a Gordon, que fue condenado a tres a?os a la sombra. Stephan Ward tambi¨¦n fue arrestado, acusado de vivir de los ingresos inmorales de Keeler. Para cuando el jurado anunci¨® su veredicto culpable, el oste¨®pata se encontraba en coma, debido a una sobredosis de somn¨ªferos que acab¨® con su vida en tres d¨ªas. En diciembre de 1963 la sentencia de Gordon fue anulada y Keeler, acusada de perjurio, fue condenada a nueve meses de prisi¨®n, de los cumpli¨® seis.
La investigaci¨®n policial del altercado expuso a la luz p¨²blica detalles de sus affaires paralelos con Profumo e Ivanov. El MI5 empez¨® a sospechar que Keeler pudiera haber obtenido secretos de Profumo y estos hubieran llegado a o¨ªdos de Ivanov, comprometiendo la seguridad nacional en plena guerra fr¨ªa.
La oposici¨®n laborista pregunt¨® al ministro en el Parlamento sobre su relaci¨®n con la corista. Profumo lo neg¨® en un primer momento. ¡°La se?ora Keeler y yo ¨¦ramos amigos¡±, asegur¨® ante los diputados, ¡°no hubo falta de decoro en nuestra relaci¨®n¡±. Las revelaciones period¨ªsticas posteriores acabaron haci¨¦ndole reconocer que hab¨ªa mentido a la C¨¢mara, y Profumo se vio obligado a dimitir el 5 de junio de 1963, desatando una crisis que acab¨® con la ca¨ªda del primer ministro Macmillan cuatro meses despu¨¦s. El esc¨¢ndalo sirvi¨® a los laboristas para destacar la ineptitud de los conservadores para gobernar y Harold Wilson gan¨® las elecciones de 1964.
El caso Profumo, explotado por una prensa popular sedienta de esc¨¢ndalos que alimentaran su circulaci¨®n, puso de manifiesto la rancia y falsa moral del establishment brit¨¢nico en medio de los profundos cambios sociales de los a?os 60. La desdichada corista aprovech¨® econ¨®micamente el tir¨®n medi¨¢tico y public¨® cinco libros sobre su vida, que tambi¨¦n inspir¨® pel¨ªculas y musicales. La BBC planea rodar una miniserie sobre su juicio el a?o que viene.
Keeler se convirti¨® en un icono pop del swinging London. Igual que la silla en la que pos¨® desnuda para Lewis Morley, en una instant¨¢nea que se ha hecho un hueco en la historia de la fotograf¨ªa. Se trata de una r¨¦plica barata de un dise?o del dan¨¦s Arne Jacobsen, pero se conocer¨¢ por siempre como la silla Keeler.
A su salida de prisi¨®n, desapareci¨® de los focos. Tambi¨¦n se esfum¨® el dinero que hab¨ªa obtenido de los tabloides. Tuvo dos matrimonios de los que nacieron dos hijos. Ella nunca acept¨® que la llamaran prostituta. ¡°Es cierto que tuve sexo por dinero¡±, escribi¨®. ¡°Pero solo producto de la desesperaci¨®n, y eso es algo que a¨²n odio tener que reconocer, incluso a m¨ª misma. Ir¨®nicamente, ha sido el sexo por amor o por lujuria, m¨¢s que el sexo por dinero, el que me ha causado siempre m¨¢s problemas¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.