?Probi¨®ticos para la obesidad? Beneficios dudosos, riesgos posibles
Un estudio repasa la ciencia disponible sobre el uso de estos microorganismos y sus consecuencias
Las promesas de adelgazamiento sin esfuerzo se convierten en ceniza una y otra vez cuando se someten a la abrasadora mirada de la ciencia. Es igual si la promesa pasa por seguir absurdas dietas de moda, por consumir car¨ªsimos superalimentos, por tomar extra?os f¨¢rmacos, o por ingerir dudosos complementos alimenticios. El resultado es siempre, en el mejor de los casos, el fracaso. En el peor de los casos, aparecen peligrosas sensaciones de culpabilidad y otros efectos adversos atribuibles al tratamiento. Uno de los ¨²ltimos estudios sobre esta cuesti¨®n es el que han publicado la doctora Heidi Borgeraas y sus colaboradores el pasado octubre en Obesity Reviews, la revista oficial de la Asociaci¨®n Internacional para el Estudio de la Obesidad.
Los probi¨®ticos son microorganismos que, en teor¨ªa, podr¨ªan ser beneficiosos para la salud de hombres o animales
Su trabajo ha consistido en una revisi¨®n sistem¨¢tica y metaan¨¢lisis de todos los ensayos controlados y aleatorizados que hayan evaluado el efecto del consumo de probi¨®ticos, de manera aislada (es decir, no en combinaci¨®n con otras sustancias), como tratamiento para el sobrepeso o la obesidad. Se trata, seg¨²n los autores, de la primera investigaci¨®n de tales caracter¨ªsticas. Los probi¨®ticos son microorganismos que, en teor¨ªa, podr¨ªan ser beneficiosos para la salud de hombres o animales. Tras la criba de estudios, Borgeraas y su equipo pudieron evaluar, mediante las 15 investigaciones que cumplieron sus criterios de inclusi¨®n, el efecto de los probi¨®ticos sobre 957 personas durante un periodo de tres a 12 semanas.
Antes de analizar el trabajo de Borgeraas y colaboradores es preciso aclarar que aunque su resultado hubiera sido esperanzador no podr¨ªamos cantar victoria, por dos razones. En primer lugar, porque en el mundo no hay 957 personas con exceso de peso, sino, seg¨²n datos de la OMS, casi 2.000 millones de adultos. 650 millones de ellos padecen obesidad. Y, en segundo lugar, que en muchas ocasiones p¨¦rdidas de peso iniciales se diluyen con el paso del tiempo. As¨ª, resultar¨ªa muy atrevido afirmar que estamos ante la cura de la obesidad mediante un estudio con una muestra de poblaci¨®n tan poco representativa y seguida durante tan solo un m¨¢ximo de 12 semanas.
Sin embargo, el estudio ni siquiera ha aportado datos esperanzadores. Es cierto que se observ¨® una disminuci¨®n de peso atribuible a los probi¨®ticos, pero ascendi¨® a unos seiscientos gramos, es decir: no es, en absoluto, cl¨ªnicamente relevante. Por eso los autores indican que ¡°la magnitud de los efectos observados es peque?a¡±. Es m¨¢s, no se constataron efectos beneficiosos significativos sobre la masa grasa, que es precisamente lo que m¨¢s interesa que pierdan las personas con obesidad. A?adamos que varios de los 15 estudios incluidos en la revisi¨®n eran de baja calidad metodol¨®gica y presentan, en palabras de los autores ¡°un riesgo poco claro o alto de sesgo de informaci¨®n cient¨ªfica y otros sesgos¡±. De ah¨ª que la doctora Heidi Borgeraas haya declarado en una entrevista ¡°No contar¨ªa con los probi¨®ticos para perder peso¡±.
No se constataron efectos beneficiosos significativos sobre la masa grasa, que es precisamente lo que m¨¢s interesa que pierdan las personas con obesidad
Esta ausencia de datos esperanzadores contrasta con los 30.000 millones de d¨®lares a los que asciende el mercado de los probi¨®ticos y con los m¨¢s de 20.000 estudios sobre el tema que aparecen en la base de datos de estudios cient¨ªficos PubMed. O sea, mucho ruido y pocas nueces.
Pero vamos a volver a suponer que el resultado hubiera sido esperanzador. Antes de recomendar alegremente probi¨®ticos para la obesidad deber¨ªamos estar seguros de que son seguros, es decir, de que no ponen en riesgo la salud de quien los consume a corto, medio o largo plazo. ?Lo son? Pues no lo sabemos, a juzgar por una revisi¨®n llevada a cabo en 2011 (y revisada en octubre de 2014) por la Agencia para la Investigaci¨®n y la Calidad del Cuidado de la Salud, perteneciente al Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos. Dicha revisi¨®n, titulada ¡°Seguridad de los probi¨®ticos utilizados para reducir riesgos y prevenir o tratar enfermedades¡±, concluye que ¡°la literatura [cient¨ªfica] actual no est¨¢ bien equipada para responder con confianza preguntas espec¨ªficas sobre la seguridad de las intervenciones con probi¨®ticos¡±.
Lo que nos lleva a NHS Choices, el portal de referencia salud del Reino Unido, vinculado al servicio nacional de salud de Inglaterra. Esta entidad dedica una interesante entrada a los probi¨®ticos, y lo primero que nos advierte es que estas sustancias no se someten a las pruebas rigurosas que se exigen a los medicamentos antes de su comercializaci¨®n y despu¨¦s de ella. En muchos casos ni siquiera sabemos, seg¨²n NHS Choices, si el producto que hemos comprado contiene las bacterias indicadas en la etiqueta. Ampli¨¦ esta cuesti¨®n en el texto Riesgos para la salud de los ¡®alimentos funcionales.
Julio Basulto (@JulioBasulto_DN) es un Dietista-Nutricionista que intenta convencer al mundo de que comer mal no se compensa con una zanahoria. Tambi¨¦n imparte conferencias, ejerce como docente en varias instituciones acad¨¦micas, colabora con diferentes medios de comunicaci¨®n y es autor de numerosas publicaciones cient¨ªficas y divulgativas (www.juliobasulto.com).
NUTRIR CON CIENCIA es una secci¨®n sobre alimentaci¨®n basada en evidencias cient¨ªficas y en el conocimiento contrastado por especialistas. Comer es mucho m¨¢s que un placer y una necesidad: la dieta y los h¨¢bitos alimenticios son ahora mismo el factor de salud p¨²blica que m¨¢s puede ayudarnos a prevenir numerosas enfermedades, desde muchos tipos de c¨¢ncer hasta la diabetes. Un equipo de dietistas-nutricionistas nos ayudar¨¢ a conocer mejor la importancia de la alimentaci¨®n y a derribar, gracias a la ciencia, los mitos que nos llevan a comer mal.
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