Del humor al odio
La ret¨®rica del chiste es el colch¨®n perfecto para colocar p¨ªldoras de odio que normalizan una visi¨®n reaccionaria del mundo

Asistimos a un extra?o giro cultural, responsable de avivar los discursos del odio y propagado desde las nuevas trincheras de Internet. Ah¨ª est¨¢, por ejemplo, la constelaci¨®n de subculturas digitales creadas por la Alt-Right, ese falaz movimiento ultrarreaccionario, de imaginer¨ªa nazi y mayoritariamente masculino, maestro del llamado clicktivismo activismo de rat¨®n de ordenador. Sus tent¨¢culos se han extendido desde la marginalidad inicial hasta ser un actor decisivo en las formas y fondos de los mensajes pol¨ªticos de Donald Trump.
Hay tres cosas que el magnate comparte con la escabrosa Alt-Right: la creencia de que la verdad se puede construir, la apropiaci¨®n del tradicional lenguaje subversivo de la izquierda (desde su nombre, ¡°derecha alternativa¡±) y la instrumentalizaci¨®n del humor para transgredir la cultura de ¡°lo pol¨ªticamente correcto¡±. Es l¨®gico que la subversi¨®n proceda de la extrema derecha: cuando los consensos progresistas en torno al feminismo o el multiculturalismo logran instalarse en la sociedad, aun superficialmente, abandonan su naturaleza alternativa.
El influjo de este posfascismo permite la colonizaci¨®n del discurso democr¨¢tico por el pol¨ªtico-charlat¨¢n, orient¨¢ndolo hacia el mero entretenimiento, antes que hacia el compromiso c¨ªvico con aquellos valores identificados como una amenaza porque, al parecer, ¡°oprimen¡±. Las provocaciones y payasadas acaban representando el perfecto est¨ªmulo conectivo para un p¨²blico hastiado del lenguaje hueco de los pol¨ªticos de siempre. Obviamente, esta forma de discurso se acerca m¨¢s al odio encubierto que al humor genuino.
La ret¨®rica del chiste es el colch¨®n perfecto para colocar p¨ªldoras de odio que normalizan una visi¨®n reaccionaria del mundo; sabe jugar con esa ambig¨¹edad al filo de lo permisible, provocando una cascada de indignaci¨®n en redes y medios cuando traspasa, muy conscientemente, los l¨ªmites establecidos. El impacto es enorme, el objetivo se consigue y la disculpa del charlat¨¢n es simple: ¡°It was a joke¡±, responde sonriente Trump. Al final, terminamos todos (indignados y provocadores) participando del mismo circo: este infoentretenimiento en el que hemos convertido nuestro espacio com¨²n. @MariamMartinezB
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