La batalla del Ebro

El d¨ªa 21 de diciembre se juega algo m¨¢s que la hegemon¨ªa de uno de los dos bloques pol¨ªticos en Catalu?a, el independentista o el unionista; se dilucida tambi¨¦n la futura configuraci¨®n del sistema de partidos espa?ol. La onda expansiva del estruendo catal¨¢n se va a sentir en todos los rincones del pa¨ªs. Por una de esas deliciosas iron¨ªas de la historia, el partido que dej¨® que se pudriera la situaci¨®n en Catalu?a para conseguir ventajas pol¨ªticas en el ¨¢mbito nacional puede encontrarse con que es otro quien acabe llev¨¢ndose ese gato al agua. Aunque Arrimadas no gane, ya ha hecho m¨¦ritos suficientes para que Ciudadanos pueda explotarlos c¨®modamente a este lado del Ebro. Sobre todo si el candidato del PP acaba obteniendo el resultado m¨¢s peque?o.

En la izquierda nos encontraremos tambi¨¦n con algo parecido, otra guerra entre sus dos representantes, el PSOE y Podemos. Con un factor diferencial importante: la izquierda no sabe jugar con eficacia la carta identitaria. Si, y esta ser¨ªa mi tesis, Catalu?a acaba export¨¢ndonos al resto la cuesti¨®n del ?qui¨¦nes somos?, la derecha tiene mucho m¨¢s que ganar que la izquierda. Sobre todo porque un importante sector de la misma, el representado por Podemos, cay¨® en la trampa del discurso de Esquerra Republicana de Catalunya de asociar identidad con democracia, ethnos con demos, un error conceptual del que va a costarles salir. Y tambi¨¦n, porque en eso que ahora se llama ¡°el Estado¡± no hay personajes con la gallarda y pragm¨¢tica actitud de un Miquel Iceta, alguien capaz de batirse el cobre por la pol¨ªtica a ras de suelo, lejos de las grandes proclamas y favorable a las componendas. O sea, un ¡°pol¨ªtico¡±, no un metaf¨ªsico.

Espa?a se va a reflejar en el espejo catal¨¢n. El efecto contagio es ya casi inevitable. Ojal¨¢ lo hiciera buscando un orden constitucional renovado en el que todos cupi¨¦ramos c¨®modamente y abriendo el debate a toda la multiplicidad de problemas pol¨ªticos que ahora mismo sigue tapando la cuesti¨®n de las identidades. Me temo, sin embargo, que no va a ser f¨¢cil. Lo c¨®modo es seguir persistiendo en ese eje de ¡°nacionales¡± contra ¡°republicanos¡± ¡ªpor llamar de alguna manera a quienes ven la pol¨ªtica como algo m¨¢s que una lucha por las esencias de los pueblos y bajan a los problemas cotidianos que afectan a todos los ciudadanos¡ª.

Lo que se dilucida en la actual batalla del Ebro es, pues, algo m¨¢s que el qui¨¦n va a mandar en Catalu?a. Afecta directamente al resto de Espa?a e incluso a Europa. Trasciende tambi¨¦n a esa manida distinci¨®n entre nacionalismo y cosmopolitismo ¡ª?alguien conoce a un alg¨²n cosmopolita que no sea profesor de universidad, miembro de la ¨¦lite plutocr¨¢tica o tecn¨®crata europeo?¡ª. No, me refiero a algo mucho m¨¢s sencillo, al viejo concepto aristot¨¦lico de ¡°inter¨¦s general¡±, aquello sobre lo que eventualmente todos podemos converger. Quien sepa expresarlo vencer¨¢.