El peso de la realidad en Catalu?a
Tras el 21-D, todo responsable econ¨®mico, tanto catal¨¢n como for¨¢neo, va a exigir garant¨ªas de que el conflicto no se repite, y ni pol¨ªticos ni instituciones est¨¢n en condiciones de ofrecerlas. Pero los votantes s¨ª podemos empezar a darlas
Para votar sabiamente en las elecciones catalanas del 21-D conviene identificar por qu¨¦ en apenas cinco semanas cambi¨® de forma tan radical la actitud de todo tipo de decisores.
Hasta septiembre, nuestra econom¨ªa iba bien e inspiraba confianza. Las grandes empresas preparaban planes para trasladarse, pero no cre¨ªan que hubieran de aplicarlos. Se dice que los pol¨ªticos soberanistas desoyeron las advertencias de los empresarios. En realidad, ni estos cre¨ªan que sus temores llegaran a materializarse. Lo demuestra el que no frenaron sus inversiones.
Sin embargo, de repente, huye el capital, se trasladan sedes, se colapsa el consumo y, lo m¨¢s grave, se paralizan todas las inversiones. Los datos son conocidos y las consecuencias est¨¢n al alcance de la experiencia cotidiana.
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?Por qu¨¦ quienes confiaban en agosto huyen despavoridos en octubre?
La respuesta tiene algo de obvia: el Parlament promulga las ¡°leyes de desconexi¨®n¡± el 6 y 7 de septiembre, y declara la independencia el 10 de octubre. Aunque esta declaraci¨®n se escamote¨® como inefectiva, trastorn¨® la opini¨®n de los agentes econ¨®micos. A juzgar por su conducta, todo decisor, fueran cuales fueran su nacionalidad, status o ideolog¨ªa, pas¨® de considerar que el conflicto y la inseguridad asociados a la reivindicaci¨®n de independencia constitu¨ªan un riesgo remoto a creer que eran un riesgo probable.
Adem¨¢s, quien so?aba con una independencia tranquila, dentro de la UE y sin tensiones graves, se da de bruces con la realidad de que ya solo la probabilidad de conflicto provoca costes ingentes en bienestar material y paz social. Tambi¨¦n lo revela su conducta, pues ya entonces puso su patrimonio a buen recaudo.
Tal parece que ni los propios separatistas esperaban que el Estado aguardase tanto para detener el proc¨¦s. Como bromeaba un exconseller: ¡°No te preocupes: en ¨²ltima instancia, nos intervendr¨¢n¡±. Durante semanas, esta intervenci¨®n en la que confiaba el yo racional de mucho soberanista, se demostr¨® elusiva. El Gobierno reaccion¨® de forma anacr¨®nica en lo superficial, en su manejo de los medios y las redes sociales; pero no en lo sustantivo. En el fondo, respondi¨® en sinton¨ªa con las contradicciones de la opini¨®n p¨²blica occidental.
No sabemos qu¨¦ ¡°sentimiento de identidad¡± albergan estos parados posteriores a la DUI
Como tampoco esperaban que sus l¨ªderes llegaran tan lejos. Subestimaron lo protegida que est¨¢ la ¡°clerec¨ªa¡± separatista, esa multitud de pol¨ªticos, funcionarios y allegados que vive de y para construir la naci¨®n catalana. A quien act¨²a al amparo del presupuesto p¨²blico, le importa menos hundir econom¨ªa, bienestar y convivencia. Si la apuesta le sale bien, alcanza el poder y es un h¨¦roe; si le sale mal, son otros los que pagan. Como los 14.698 nuevos parados catalanes del mes de octubre y los 7.400 de noviembre, las peores cifras desde 2008 y 2009. No sabemos qu¨¦ ¡°sentimiento de identidad¡± albergan estos parados post-DUI; pero los datos del Centre d¡¯Estudis d¡¯Opini¨® (CEO), dependiente de la Generalitat, indican que, en promedio, parados y trabajadores temporales se sienten mucho ¡°menos catalanes¡± que quienes disfrutamos empleos fijos o trabajamos para entes p¨²blicos.
Si nuestro diagn¨®stico es correcto, no esperen recuperar la confianza mientras los agentes econ¨®micos crean posible otro proc¨¦s. Tras el 21-D, todo decisor econ¨®mico, tanto catal¨¢n como for¨¢neo, va a exigir garant¨ªas de que el conflicto no se repite; y ni pol¨ªticos ni instituciones est¨¢n en condiciones de ofrecerlas. Pero los votantes s¨ª podemos empezar a darlas: enterremos tanto el voto ¡°emocional¡± como el voto "estrat¨¦gico", y atendamos a la realidad de nuestros intereses.
Por un lado, el independentismo est¨¢ fracturado. Sigue rumiando el fracaso del proc¨¦s como una etapa m¨¢s de un viaje que, en el fondo, disfruta; y cuyo final, a menudo, teme. Por ahora, aplica todo su intelecto a fabricar excusas. Deber¨ªa empezar a preocuparse. Sus peones entrev¨¦n que hasta sus empleos hubieran peligrado en la realidad (que no en su sue?o) de una independencia fuera de la UE y sumida en el caos. Pero tambi¨¦n peligran si Espa?a deja de crecer. El d¨¦ficit fiscal de Catalu?a sigue aumentando y el ¡°Espanya ens roba¡± bien pudiera tornarse en su contra.
Por otro lado, ya no los parados potenciales sino la burgues¨ªa independentista har¨ªa bien en ir a votar. Adem¨¢s, ¨¦sta ¨²ltima deber¨ªa hacerlo, de una vez, con la cabeza. Tras haber votado con la cartera, huyendo de la inseguridad, sabe que su inter¨¦s no reside en la independencia. Debe entender que tampoco reside en m¨¢s autogobierno. Su aumento durante los ¨²ltimos cuarenta a?os ha confirmado la tesis que nos recordaba hace poco Ant¨®n Costas, seg¨²n la cual Catalu?a va mejor cuanto menos se gobierna a s¨ª misma. Quiz¨¢ porque la fuerza de nuestras relaciones personales bloquea las instituciones que requiere una sociedad moderna. Esa solidez de lazos personales es un h¨¢ndicap cuando carecemos de ¨¢rbitros independientes. ?Ha mejorado acaso la gesti¨®n o se ha reducido la corrupci¨®n de nuestros Ayuntamientos tras diluir las funciones de secretarios e interventores? Imaginen lo que suceder¨ªa con una justicia controlada regionalmente. Por supuesto que la actual justicia espa?ola es imperfecta; pero recuerden que nuestra Llei de transitorietat erradicaba la separaci¨®n de poderes.
La justicia espa?ola es imperfecta, pero la ley de transitoriedad erradicaba la separaci¨®n de poderes
Solo un voto racional evitar¨¢ el escenario m¨¢s probable: el de un empate de fuerzas, que consagrar¨ªa la incertidumbre y, con ella, el adi¨®s de la inversi¨®n y la huida de recursos. Disminuir¨ªa la actividad econ¨®mica privada y aumentar¨ªa el peso del sector p¨²blico. Algunos incluso pretender¨ªan que el resto de espa?oles mimase a Catalu?a. Observen c¨®mo ya proponen condonar deudas o traer organismos oficiales. Esos mimos solo beneficiar¨ªan a la alta clerec¨ªa catalana. De hecho, ya ha venido sucediendo algo similar con el Fondo de Liquidez Auton¨®mica, cuyos recursos mantienen una Generalitat que prefiere recortar en sanidad antes que en TV3 o en embajadas.
Por un lado, pensando en la cartera, bien har¨ªamos los catalanes en entender que es err¨®neo aumentar el sector p¨²blico, tanto si su cabeza est¨¢ en Madrid como en Barcelona. En un caso, Catalu?a terminar¨ªa siendo la gran Asturias del siglo XXI, una regi¨®n a la que d¨¦cadas de subvenciones p¨²blicas han condenado a la emigraci¨®n y la insignificancia. En el otro, los costes ser¨ªan m¨¢s elevados e inmediatos. La crisis reciente, en vez de un aviso, habr¨ªa sido solo un peque?o anticipo.
Por otro lado, pensando menos en la cartera y m¨¢s en el pa¨ªs, debemos ponderar que, tambi¨¦n seg¨²n datos del CEO, m¨¢s de la mitad de los catalanes nos sentimos tan catalanes como espa?oles. Sobre esta base, estable desde hace d¨¦cadas e inmune al proc¨¦s, ser¨ªa suicida para Catalu?a reflotar a la ¡°clerec¨ªa¡± separatista que tanto nos ha dividido en los ¨²ltimos a?os.
Estamos a tiempo de evitarlo.
Benito Arru?ada y Albert Satorra son catedr¨¢ticos de Organizaci¨®n de Empresas y Estad¨ªstica, respectivamente, de la Universidad Pompeu Fabra.
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